Inspiración oriental para la Sinfónica
La orquesta muestra su virtuosismo interpretando a Sibelius
La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) ha llevado a cabo este fin de semana -en sus abonos de viernes y de sábado- un viaje por música de inspiración oriental escrita por dos compositores rusos y el más conocido de los autores finlandeses, Jean Sibelius. En programa, la suite orquestal Belsazars gästabud (El festín de Baltasar), síntesis de la música incidental que escribió Sibelius para el drama homónimo de Hjalmar Procopé; Islamey, fantasía oriental, de Balákirev, y la Sinfonía nº 3 en do menor, op. 43 de Alexánder Scriabin.
La inspiración bíblica de Belsazars gästabud y una clara vocación de misterio es patente desde las primeras y sinuosas melodías de su Marcha oriental, ejecutadas por Slobodeniouk y la Sinfónica con clara expresión y una fina gradación dinámica. Esta fue especialmente perceptible en su inicio y final, dando la requerida sensación de movimiento. La única obra de inspiración oriental del padre de la música nacional finlandesa tuvo una brillante lectura por la OSG y su titular, un ruso hijo de la música de ambos países. El chelo de Ruslana Prokopenko y la viola de Francisco Regozo en Soledad, la flauta de Claudia Walker Moore y el clarinete de Juan Ferrer en el Nocturno y el oboe de Casey Hill en la Danza de Khadra pusieron color y sentimiento a la obra.
La leyenda de insuperable dificultad de ejecución que rodea el inicio de Islamey se puede sentir en las semicorcheas que tiñen de negro esta partitura de Balákirev. Fue una dificultad brillantemente solventada por el virtuosismo orquestal de la Sinfónica, que mostró su capacidad expresiva a lo largo de la obra.
La redondez de los metales graves y la respuesta de trompas y trompetas en el inicio de la Sinfonía nº 3 de Scriabin marcaron la grandiosidad que puede alcanzar la obra del compositor moscovita. Un agradable sorpresa para el gran público, desconocedor en gran medida de su obra sinfónica, que Slobodeniouk y la Sinfónica tocaron con gran claridad, en toda su brillantez orquestal y con matizada y amplísima gama dinámica. Notables solos del concertino, Massimo Spadano, en las últimas partes de la obra, Voluptes y Jeu divin.
El concierto del sábado fue transmitido en streaming por la web de la OSG y su canal de YouTube. El sonido fue equilibrado y brillante, la imagen tan nítida como cabe esperar de una transmisión en HD (alta definición) y solo hubo que lamentar una breve pérdida de señal. La realización de Antonio Cid, -con Ana Fernández Gayoso y David Villa Escribano como ayudantes- impecable.
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