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El fin de las bicefalias en Alicante

Gabriel Echávarri, un socialdemócrata tardío, buscará trasladar un mensaje de unidad

El secretario local del PSPV y candidato municipal en Alicante, Gabriel Echávarri.
El secretario local del PSPV y candidato municipal en Alicante, Gabriel Echávarri.OLIVARES NAVARRO

La carrera por llegar a las primarias en la ciudad de Alicante se quedó con un único corredor a inicios de octubre. Gabriel Echávarri, secretario general local desde hace dos años, se convirtió en candidato único a la alcaldía de Alicante después de que los otros dos aspirantes, Pablo López y Fernando Javier Fernández, se retirarán denunciando “un proceso viciado” porque consideraron que no podían participar en igualdad de condiciones que el secretario local del PSPV.

Ni con un gran consenso ha conseguido la organización alicantina sacarse de encima las sospechas de falta de transparencia. Echávarri, un abogado que cumplirá 44 años en diciembre, intenta que cale un mensaje de unidad de cara a los votantes después de obtener 500 avales de los casi 900 militantes censados en Alicante. Él es el primer secretario local del PSPV que se presenta como alcaldable en los últimos 20 años en una formación con apego por las convulsiones y las bicefalias.

A Echávarri, sin embargo, le persigue un pasado en Unión Valenciana, formación integrada en el Partido Popular y con la que admite que tuvo “un primer contacto” antes de afiliarse al PSPV en el año 2000. “Entré en UV por amistad y salí por ideología”, suele decir el candidato que entendió con 30 años que sus querencias políticas eran socialdemócratas.

En manos de Echávarri está la regeneración de un partido que hasta ahora ha estado controlado por Ángel Franco, un exsenador que tejió a lo largo de más de 20 años una red de intereses en las asambleas socialistas y que el pasado mes hubo de suspender su militancia tras verse envuelto en el caso Rabassa, un escándalo urbanístico en el que está imputada la alcaldesa del PP, Sonia Castedo, y el constructor Enrique Ortiz. Los detractores de Echávarri apuntan a que el secretario y candidato, como sus antecesores, no ha logrado librarse aún de la sombra de Franco.

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