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El viaje de la danza

La 29ª edición del festival internacional de Madrid repasa la historia de este arte

Presentación del festival Madrid en Danza en el Museo del Ferrocarril.
Presentación del festival Madrid en Danza en el Museo del Ferrocarril.JAIME VILLANUEVA

“La danza es un arte viajero”. Un arte nómada que se nutre de las experiencias de sus creadores y muta con el tiempo. De esta idea, que traslada la directora artística del festival internacional de Madrid en Danza, surgió el leitmotiv de la 29ª edición del certamen que se celebrará del 6 al 30 de noviembre y que propone un viaje por su historia reciente.

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En la presentación, el pasado martes en el Museo del Ferrocarril, 12 bailarines de las compañías madrileñas CaraBdanza y Daniel Doña representaron el amplio abanico de estilos que tendrán cabida en el festival: desde danza contemporánea, baile urbano y experimental, pasando por el ballet, flamenco, danza española, danza teatro y performance. Así, el símbolo de esta edición es, en palabras de la directora y asesora de danza de la Comunidad de Madrid, Ana Cabo, la diversidad. “La danza tiene muchas formas de expresión, es un gran caleidoscopio que integra a todas las culturas y facilita la comunicación”.

De los 23 espectáculos programados, seis son montajes de compañías extranjeras (procedentes de Alemania, Bélgica, Canadá, Países Bajos y Principado de Mónaco), 15 españolas (de Andalucía, Cataluña, Galicia, Madrid y País Vasco) y dos colaboraciones internacionales con Francia y Marruecos. Esta última se representará en La Casa Árabe, que se une este año al certamen junto al Teatro del Arte, Kubik Fabrik, Nave 73 y el Instituto Francés.

Durante 25 días, cinco más que en la pasada edición, el público podrá disfrutar de nueve estrenos mundiales, uno europeo y cuatro nacionales. Entre ellos, Cabo destaca el montaje de danza teatro Ruhr-Ort, “de la prestigiosa coreógrafa alemana Susanne Linke, la única alumna directa que queda de Mary Wigman”, una famosa bailarina alemana, musa de la danza expresionista. “Ella ha querido transmitir esta obra, que se estrenó mundialmente en 1991, a los integrantes de la compañía Renegade in Residence, personas muy jóvenes que vienen del hip hop. Es un trabajo importantísimo dentro de la danza actual que habla sobre la masculinidad”, expone la directora.

El festival cuenta además con otras producciones “que han marcado la historia de la danza” como la revisión actualizada de El Lago de los Cisnes que lleva a escena el director artístico de Les Ballets de Monte-Carlo, Jean-Christophe Maillot, y la primera pieza de Win Vandekeybus: What the body does not remember. “Es un trabajo de la compañía Última Vez con una simbología muy especial porque ese fue el espectáculo que marcó el estilo del coreógrafo belga”, ilustra Cabo, quien explica que la agrupación adoptó un nombre español porque se creó en Madrid y que en el estreno de esta obra, en junio de 1987, “había cinco españoles en el elenco”.

Aunque este año el festival no cuenta con la Ventana de la Danza, una programación paralela bienal de artistas que trabajan en Madrid y que sirve de escaparate ante los programadores invitados al evento, los organizadores no se han olvidado de las compañías locales. En este apartado se incluyen artistas con gran trayectoria como Mónica Runde con el estreno de Episodios (Temporada 25), y otros autores menos conocidos como Tania Arias que presenta Bailarina de fondo en concierto, “un trabajo muy fuerte”, según Cabo, “con una parte personal y desgarrada”. Destaca, sin embargo, por su gran formato con 26 bailarines en escena, la producción de Sharon Fridman, una obra que la directora confiesa que le genera “mucho interés”.

Además de artistas consagrados, el festival apuesta por nuevos talentos y compañías emergentes como las encargadas de presentar el festival. El pasado martes, los bailarines de Dani Doña y CaraBdanza interpretaron varios fragmentos de obras que van a estrenar y piezas creadas especialmente para el site-specific del Museo del Ferrocarril. Como en un juego de relevos, los artistas se fueron pasando el testigo en forma de maleta hasta completar todo el largo del andén con ritmos clásicos y contemporáneos. “Un viaje por las estaciones de la danza”, como lo definió Cabo, que simboliza el tema del festival.

La diversidad de estilos se refleja también, según los organizadores, en el público. “En las últimas ediciones hemos comprobado que vienen familias, parejas, amigos, un público mucho más heterogéneo que antes”, apunta Cabo. El año pasado asistieron 14.000 espectadores, según los datos expuestos por la consejera de Empleo, Turismo y Cultura, Ana Isabel Mariño, quien afirmó que el cartel del festival constituye un “interesante incentivo para el turismo cosmopolita”. “En Madrid somos conscientes de la importancia de apoyar la creación artística y los proyectos culturales”, aseguró. El presupuesto del festival ha disminuido, sin embargo, respecto a ediciones anteriores. Este año será de 760.000 euros, 40.000 menos que el año pasado y 160.000 menos que en 2002, el año en el que el Ayuntamiento decidió abandonar la gestión del festival, quedándose la Comunidad en solitario con el evento. Este hecho mermó considerablemente la proyección internacional, que se está tratando de recuperar.

“La danza española no atraviesa su mejor momento”, recordó Daniel Doña en la presentación del festival. De todas las artes escénicas, es la que peor parada está saliendo de la crisis. Todos los indicadores disminuyeron en 2013, según la memoria anual de la SGAE. Perdió casi un 10,6% de representaciones respecto al año anterior, lo que se traduce en un 10,5% menos de espectadores y una recaudación que disminuyó hasta los nueve millones de euros, 1.083.152 menos que en 2012. Doña animó a programadores y directores de festivales a que siguieran apostando por la danza. “Un arte nuestro —dijo— que se recibe con los brazos abiertos fuera y parece que aquí en España, institucionalmente, tenemos las puertas cerradas”.

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