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Personajes infinitos

El montaje-taller ‘Los criminales’, dirigido por Juan Carlos Corazza, muestra los entresijos de unespectáculo teatral y sus infinitas posibilidades

Sergio C. Fanjul
 Pase gráfico de la obra "Los Criminales" de Juan Carlos Corazza, en el Teatro Conde Duque. Durante la obra, el director interviene en la escena a lo largo de toda la función.
Pase gráfico de la obra "Los Criminales" de Juan Carlos Corazza, en el Teatro Conde Duque. Durante la obra, el director interviene en la escena a lo largo de toda la función. Carlos Rosillo

El teatro: levantar desde un texto unidimensional (una hilera de letras desnudas que forman palabras y frases) una contundente realidad en tres dimensiones. Pero esta extraña metamorfosis está llena de posibilidades,de variaciones casi infinitas. “¡Díselo más alocada!”, “¡Más suave, no le sigas a ella!”, “¡Hazlo de otra manera!”, “¡De otra!”, “¡De otra!”… Al ritmo de las palmadas e indicaciones del maestro Juan Carlos Corazza, algo así como un demiurgo en escena, la realidad teatral que estamos observando va cambiando sobre la marcha y sin que se pare la función.

Porque esto no es una clase de interpretación, ni una representación al uso, sino una especie de híbrido entre ambas. Un taller-montaje: aquí se representa una obra entera y con público, en este caso Los criminales de Ferdinand Bruckner, con la particularidad de que el maestro Corazza va pulsando los mimbres en tiempo real, interaccionado con sus alumnos más avanzados (hay 25 en escena y algunas veces varios representan un mismo papel, creando un efecto caleidoscópico) para llevar la obra a buen puerto.

“El público se siente, más que entretenido, curioso e interesado”, dice Corazza. “Hay gente que no se ha imaginado en su vida que detrás de la creación de un personaje hay un ensayo, un probar de una manera y otra, hasta encontrar la mejor opción o de qué forma haces mejor el gol”.

Este tipo de proyectos son una iniciativa de Teatro de la Reunión, la compañía del célebre Estudio Corazza para el actor. Las otras patas de la compañía son las obras profesionales (acaban de llevar a Chile y a Rusia el montaje Comedia y sueño en coproducción con la Fundación García Lorca) y otros espectáculos consistentes en escenas de obras representadas por alumnos con menos experiencia y también asistidos por profesores. Los criminales entra hoy en su recta final: puede verse esta noche y los días 20 y 21 en el Centro Cultural Conde Duque, que mantiene estrecha colaboración con estas actividades y las hace posibles, en palabras de Corazza.

Durante el resto del mes se celebrarán otros prácticas escénicas abiertas al público, como Amor y locura (escenas del Platonov, de Chèjov, el 23), Querer y necesitar (escenas de John Osborne, David Hare y Beth Henley, del 25 al 27) o Coraje y expresión (con escenas de Tennessee Williams, Elmer Rice y William Inge, del 23 al 26).

Después de cada función-taller de Los criminales hay un breve coloquio con el público para poner en común opiniones. En una de las representaciones de la semana pasada, Javier Bardem, entre el público, uno de los más célebres ex alumnos de Corazza, alabó la “valentía”" del proyecto. No en vano, durante un breve espacio de tiempo estos aprendices de actores tienen que montar su pequeña compañía y ocuparse no solo de actuar, sino de la iluminación, la música y el vestuario.

“Es una compañía que se hace muy rápido y en la que cada uno aporta sus mejores talentos, ya sea para la producción, la música o el vestuario”, explica el director, “además, entrenarse en el terreno de juego les fortalecen para el futuro”. Por seguir con los símiles futbolísticos, uno de los actores declara: “Juan Carlos es como nuestro Vicente del Bosque que, en mitad del partido, nos dice cómo tenemos que movernos hacia la banda”.

Con la elección del texto de Brückner, el teatro vuelve a recordarnos que vivimos en un mundo gatopardista en el que todo cambia constantemente para que todo siga igual (de mal). “Los criminales tiene mucha actualidad”, dice Corazza, “Bruckner es un autor poco hecho en el mundo y en España, y aquí trata como el aborto, la homosexualidad, la justicia o la corrupción”. Ambientada en 1926, durante la gran crisis alemana de entreguerras, el país se encuentra sumido en un grave combate social, la pobreza y el vicio. “Se ve cómo hay jóvenes desesperados por un futuro incierto luchando por salir adelante”, dice Corazza. Un trasunto, podría ser, de los jóvenes de nuestra generación y de los jóvenes actores que hay sobre el escenario.

¿Qué futuro tiene esta profesión, ya de por si inestable? “Es cierto que la vida del actor nunca es estable, por la propia naturaleza de la profesión, y en estos tiempos lo estamos pasando muy mal”, dice el maestro, “el actor debe tener un fuerte compromiso con su profesión para afrontar las distintas tempestades que enfrentará durante su carrera”.

Juan Carlos Corazza es bonaerense y, precisamente, la escena teatral de esa ciudad es famosa por la efervescencia de su escena off, a la que se puede buscar un paralelismo en la ebullición de salas alternativas que sucede actualmente en Madrid, una eclosión creativa que no evita la precaria situación laboral de los artistas. “En las épocas de crisis y dificultades es interesante la gran cantidad de espectáculos que surgen, pero hay un peligro de que no se profundice. La cantidad no tiene que ver necesariamente con la calidad: esta época tiende a lo light, y valora mucho el gran impacto cultural. Y a veces no es una cultura verdadera auténtica”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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