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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Podrán?

Quien tenía la mayor responsabilidad en la defensa de lo público era el PSOE. Y no lo hizo

Es probable que nunca antes, en la historia de las elecciones en España, haya sido tan fácil interpretar unos resultados. Y la prueba es que, al contrario de lo que ocurría en las anteriores ocasiones, ni siquiera los ganadores se han atrevido a alardear de ello, evitando ridículos saltos en el balcón, mientras en la calle aguardaban una docena de seguidores incondicionales.

Cuestión muy diferente es la capacidad de respuesta que los dos grandes partidos (y no sólo ellos) tengan ante un fenómeno como el de Podemos, en el que los ciudadanos han concentrado una gran parte del creciente descontento provocado por la lamentable situación económica, política e institucional por la que atraviesa este país.

En el PSOE, la honesta reacción inicial, asumiendo la debacle, corre el riesgo, sin embargo, de transformarse en una cierta irritación contenida. ¿Cómo es posible que los ciudadanos den la espalda a quienes han transformado este país y extendido el Estado del Bienestar a todos sus rincones?, se preguntan perplejos algunos de sus dirigentes; para añadir a continuación que ni el populismo, ni los movimientos bolivarianos son la solución para la izquierda. Pues muy bien. Estupendo

En el PP, los análisis son mucho más profundos. Según parece, se trataría de un grupo de frikis desnortados, dirigentes con coleta, o sencillamente, de una pandilla antisistema financiada por el régimen venezolano. Fascinante.

Ellos creen, y lo creen de verdad, que la economía les salvará, y que aunque parte de sus votantes, se abstuvieran esta vez, o se les filtraran (los muy avergonzados) hacia UPyD y Ciudadanos, en las próximas elecciones el panorama será muy diferente, y todo volverá a su cauce natural, con excepción, quizá, de algunas Comunidades Autónomas, como la valenciana, en las que la corrupción ha golpeado con más fuerza. Parecerá simplista, pero yo no desecharía esta interpretación, porque recuerdo que el PP sigue siendo el partido más votado de España. Por algo será.

Pero el meollo del asunto está, efectivamente, en el seno de la izquierda. En concreto a cómo se responda a la pregunta: ¿existe de verdad una casta dirigente, de la cual participa el PSOE, y que, en la práctica está haciendo imposible el surgimiento de una alternativa económica al pensamiento único impuesto por los mercados? O, más aún, ¿es responsable el PSOE del hundimiento de la confianza de los ciudadanos en su sistema político e institucional?

Sobre este segundo aspecto me he pronunciado afirmativamente en reiteradas ocasiones. Quien tenía la mayor responsabilidad en la defensa de lo público y en garantizar la existencia de instituciones transparentes, creíbles y confiables, es, sin duda, la socialdemocracia, entre otras cosas porque es sobre todo ello sobre lo que se basa su propia viabilidad como opción política. Y el PSOE no lo hizo.

Respecto del primero, el principal error de la estrategia económica del PSOE, ha sido, desde el principio, la renuncia a conformar un frente socialdemócrata fuerte en Europa (ante la evidente incapacidad del Estado-Nación para afrontar los problemas), legitimado para plantar cara con contundencia a la estrategia, falsamente liberal y engañosamente austericida, de Merkel y sus comparsas. Como tampoco lo ha hecho, aquellos barros trajeron estos lodos. O sea, que ahora, lamentaciones, las justas.

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