Nadie se explica por qué Fernando asaltó la casa de unos extraños
Familia y amigos del menor muerto declaran que no saben qué hacía allí
“Todavía creo que me puedo despertar de una pesadilla”. La madre de Fernando S.G, el joven de 17 años que murió acuchillado en Pontedeume tras colarse en la casa de unos desconocidos, es incapaz de entender que pasó aquella noche. El chico quería ser médico, como su madre. Era atlético, bien parecido, sacaba muy buenas notas y tenía una gran pandilla. Ninguno de los testigos – familiares y amigos- que desfilaron hoy por la sala de Audiencia de A Coruña donde se juzga por homicidio a un matrimonio que ya ronda los 70 años supo o pudo explicar que hacía Fernando, al que definieron como “pacífico” y “buen chico”, en la casa de Agustín F.C y Carmen F., la madrugada del 10 de julio del 2011.
El joven había salido con su hermana melliza y unos compañeros a divertirse por Pontedeume la noche del sábado y murió desangrado sobre una acera de la villa eumesa. Encontraron su cadáver con siete cuchilladas y unos guantes de látex puestos a pocos pasos de la casa en la que se había colado. Llevaba otro par en los bolsillos y unos muñecos de Playmobil. Durante semanas, la Guardia Civil exploró todas las hipótesis posibles: desde el robo a una bravuconada de chavales pasando por osados juegos de rol o alguna cita romántica, sin llegar a ninguna conclusión definitiva en un caso que trajo de cabeza a toda la localidad. Los investigadores encontraron varios juegos de llaves en los bolsillos del chico aunque tampoco les acababa de cuadrar el robo como el móvil más probable porque el joven provenía de una familia acomodada y culta que no pasaba apuros económicos ni había relación entre el menor y los acusados.
La presencia de un intruso en la casa despertó a la pareja mientras dormían en el cuarto. El hombre se valió de un gran cuchillo de cocina que le acercó su esposa para bracear con el intruso en una habitación en penumbra sin llegar a verle el rostro, declaró Agustín F. Carpente. No sabía que era un niño, dijo este lunes al jurado popular, y se defendió movido por un “miedo terrible” para proteger su vida y la de su mujer. Tampoco supo, declaró el acusado, cuyo médico certificó que tenía severos problemas de visión, que lo había herido de muerte. El chico alcanzó a saltar por la ventana de la cocina y caminó unos pasos antes de desplomarse. Un vecino relató hoy que lo vio tambalearse por la calle y que lo confundió con un borracho. Fernando murió desangrado sobre la acera mientras la pareja limpiaba el rastro de sangre que dejó en la casa y telefoneaba a su yerno, un guardia de Tráfico.
Para la familia del menor, la vida de su hijo es un crimen terrible que merece el máximo castigo: penas de 20 años de cárcel por asesinato con alevosía para los dos acusados y omisión del deber de socorro. La Fiscalía, en cambio, considera que no procede una condena penal contra la pareja a la que aplica los eximentes de legítima defensa, miedo insuperable además de tener en cuenta su edad avanzada. La acusación particular, que encabeza la madre, el padre y las hermanas del chico, acusa al matrimonio encausado de “cambiar de versión”, en declaraciones durante el juicio, y extiende la culpa hacia el yerno al que acusan de haber encubierto los hechos. Critican que la pareja de sexagenarios se demorase unos 40 minutos en llamar a emergencias, y consideran que este tiempo les valió para borrar las pruebas. Los agentes que testificaron este martes admiten que se toparon con la mujer baldeando el suelo de la casa pero matizaron que la pareja estaba “muy nerviosa y asustada”, y que colaboraron en todo momento con la investigación.
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