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En memoria
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un recuerdo del escritor

Enrique Cerdán Tato era un novelista, pero también mucho más

Ha fallecido en Alicante, en la tarde del 23 de noviembre, el escritor y periodista Enrique Cerdán Tato. Tenía 83 años y durante los últimos dos sufrió una larga enfermedad, un cáncer de laringe que lo dejó sin voz, sin poder decir nada a quien tuvo la palabra como forma de vida, de literatura y, digámoslo también claramente, de combate.

He recuperado hoy memoria y documentos por ejemplo de un año, el 2010, en el que el centenario de Miguel Hernández nos unió otra vez para un conjunto de actividades. En el catálogo que realizamos para la exposición conmemorativa, La sombra vencida, publicado por la hoy inexistente Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, aparte de un prólogo de Enrique al volumen histórico de escritores, aparece un documento en el primer volumen, procedente del Archivo General de la Administración.

Se trata de una “nota informativa interna” de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante a la Segunda Sección del Estado Mayor del mismo cuerpo. Está fechada el 19 de mayo de 1975, aunque es un error pues es de 1976. Se estaba realizando el Homenaje de los Pueblos de España a Miguel Hernández y el epígrafe dedicado a Orihuela narra el intento de prohibición de un acto, autorizado previamente en el Teatro Circo, en el que Cerdán Tato tenía que dar una conferencia titulada “El regreso de Miguel”. Tras la anulación por la “empresa propietaria”, los asistentes se “dirigieron pacíficamente por varias calles hasta un solar ubicado en las proximidades de la Estación del ferrocarril, donde llegaron a concentrarse unas 600 o 700 personas”, todas ellas jóvenes, sigue diciendo el documento, “a los que empezó a dirigirse el citado Cerdán Tato quien dijo que daba las gracias al Señor Alcalde por haberse negado a ceder otro local (…) porque de esa forma hacía un favor al pueblo al reunirse al aire libre”. El documento policial sigue narrando que Cerdán habló a continuación de los detenidos en la prisión de Carabanchel, que recordó a Marcelino Camacho y a Simón Sánchez Montero, a los que enviaba un saludo y un recuerdo “y con cuyas ideas estaba de acuerdo”, y terminó hablando de Miguel Hernández “diciendo que había estado en las trincheras para defender la República y la Democracia”. El oficial de la guardia civil que lo redacta anota hasta cuatro veces que Cerdán fue muy aplaudido.

He recordado esto porque se me acumulaba en la memoria desde que he sabido que Cerdán Tato había muerto. Pensé sin embargo que tenía que evocar sobre todo al escritor, al autor de algunas novelas que considero importantes: pensaba hablar de Un agujero en la luz, Todos los enanos del mundo, Cazar ballenas en los charcos bajo la luz cenital, Los ahorcados del cuarto menguante, Sombras nada más, El mensajero de los últimos días

Pensaba decir otra vez que su mejor novela para mí es Los ahorcados del cuarto menguante (1982) que confirmó una voluntad narrativa basada en la reconstrucción ficcional de la historia próxima: el fusilamiento de un estudiante llamado Sabrino Saña por actos que no ha cometido, permite una rememoración familiar, la de los Sabrino Saña, a lo largo de cinco siglos de ajusticiados: el primer Saña murió a manos de la Inquisición por unos textos cabalísticos que desde luego no había escrito, ya que no sabía leer ni escribir…”no amanecemos al mundo con el pan, pero sí con el verdugo”, dice otro de los Saña a lo largo de cinco siglos de historia de un país, que es insolidaridad, intolerancia y sometimiento. La génesis imaginativa de la novela fue septiembre de 1975, cuando los últimos fusilamientos del franquismo.

Pensaba contar también la actividad del periodista y del cronista, por ejemplo, a través de un libro que se llama La lucha por la democracia en Alicante (1978), o de millares de artículos y crónicas más. También pensaba hablar del “cronista oficial” de la ciudad al que cesaron los actuales gobernantes, aunque siempre le dije que realmente había sido “cronista extraoficial”. Pensaba hablar de su militancia comunista durante una época, y de su militancia cultural desde siempre. Tengo reconstruidos por ejemplo encuentros en la década de los sesenta con tres escritores que eran él, Josevicente Mateo y Ernesto Contreras que fueron claves para la formación de adolescentes en un Club Amigos de la Unesco que habían fundado. Pensaba contar también toda su actividad por la memoria histórica y todo su apoyo a las causas solidarias

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Pensaba todo esto, pero surgía con fuerza el episodio de 1976, como recuerdo de un tiempo en el que Enrique, con cuarenta y seis años, era figura principal de una lucha en tiempos de transición. Pensaba todo esto en medio de una manifestación en mi ciudad, esta tarde, en defensa de lo público, contra los recortes y contra las políticas del actual gobierno, cuando han comunicado desde la tribuna que había fallecido Enrique Cerdán Tato y centenares de manifestantes han aplaudido su memoria.

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