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Julio Romero de Torres se instala en el Museo de Bellas Artes de Sevilla

La muestra 'Entre el mito y la tradición', que llega del Thyssen de Málaga, reúne 28 obras del artista

Un fotógrafo, en la exposición de Romero de Torres.
Un fotógrafo, en la exposición de Romero de Torres.raúl caro (efe)

Julio Romero de Torres, el pintor cordobés que fijó la estética de la mujer andaluza con sus modelos raciales, morenas y de miradas lánguidas, visita el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Se trata de la muestra Entre el mito y la tradición,  una selección de 28 obras de todas las etapas del artista cordobés que ya ha podido verse en el Museo Carmen Thyssen de Málaga. La exposición, que estará en Sevilla hasta el 12 de enero de 2014, es fruto de la colaboración entre la entidad privada que la ha producido y la Consejería de Cultura.

La exposición pretende recuperar el valor simbólico del pintor cordobés, mitigado por la masiva reproducción de su obra en billetes de banco (como el de 100 pesetas) y carteles, como explicó este miércoles en Sevilla Lourdes Moreno. "Esta  selección de obras revela la esencia del pintor porque se trata de pinturas muy representativas y propios de su imaginario poético", añadió Moreno.

En la muestra pueden verse retratos como Fuensanta, el que ha alcanzado un precio más elevado de todos los de Romero de Torres, 1.375.000 euros en subasta, y una de las imágenes que más contribuyó a crear el mito del pintor de la mujer morena. El lienzo estuvo en la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla, meses antes de la muerte del artista; pasó después a una colección en Argentina y, finalmente, fue adquirido, a ese precio, por un coleccionista español.

Ramón Pérez de Ayala dijo que Romero de Torres tenía "planta de torero de hace 20 años" y que siempre iba con sombrero cordobés; mientras que su amigo Valle-Inclán contribuyó a mitificarlo y darle categoría de personaje.

El pintor, según Lourdes Moreno, fue admirador de la tradición, de Goya y de los pintores del Renacimiento. Era un hombre culto y amigo de escritores, de quienes se dejó contagiar el pesimismo del 98 que trasladó a sus lienzos más oscuros y con el que "castellanizó el silencio de Córdoba". De Valle-Inclán tomó cierta inclinación al ocultismo, al quietismo estético y una idea de tragedia basada en que "los elegidos por los dioses están marcados por un destino infausto".

Aunque Francisco Villaespesa lo definió como "hombre triunfal en toda Andalucía",  otro escritor y artista, José Moreno, lo tachó de "relamido, manido y acaramelado" en un debate sobre el valor de su obra que también ha estado vigente todo el siglo pasado.

Esa polémica se ha debido a que mientras en España pintores como Romero de Torres y Sorolla, se aferraban a la tradición, fuera de España artistas como Dalí y Picasso rompían decididamente con esa misma tradición. Para la comisiria, se trata del "más digno representante del pensamiento de toda una época". "Su obra es una corriente propia dentro del simbolismo que lo sitúa a la altura de coetáneos como Zuloaga y Gutiérrez Solana", apunta Lourdes Moreno.

Las 28 obras se han ordenado en cuatro partes: una primera que trata de ofrecer una "definición de su poética", y las siguientes señalan que "a través de la alegoría se vinculo con el simbolismo", que fue un retratista muy demandado por la burguesía y los artistas de su época y cómo el erotismo y la sensualidad marcaron su obra.

En este último apartado se sitúa Musa gitana, el primer desnudo que fue premiado en España en una exposición nacional, y Mujeres sobre mantón, el único lienzo de la exposición que retrata, junto a otra morena, a una mujer rubia, semidesnuda, tumbada boca abajo, con medias y zapatos de tacón, mirando fijamente al pintor.

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