Xián no siempre es Julián
La RAG edita 50 años de estudios de toponimia de Nicandro Ares
En toponimia no siempre funciona el principio metodológico conocido como la navaja de Ockham, según el que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta. Los innumerables lugares denominados Xián o Xiao (al menos 60 de cada, según Toponimia de Galicia, provienen en efecto o de una advocación al correspondiente Sanctu Iulianu latino, o de alguna relación con algún Julián seglar. Sin embargo, hay una Santa María de Xián en Taboada y una Santa María de Xiá cuyo origen es completamente distinto. A estudiar estas cosas –además de a las propias del sacerdocio- ha dedicado 50 años de su vida Nicandro Ares Vázquez, uno de los grandes expertos en onomástica en Galicia, cuya obra estaba desperdigada hasta que la Real Academia la ha compilado en dos volúmenes, Estudos de toponimia galega, que ayer presentó en su sede de Tabernas.
Nicandro Ares nació en Santa Eulalia de Bóveda (Friol) en 1926, y después de ordenarse sacerdote en 1951 se incorporó al Seminario de Lugo como profesor de lenguas clásicas. “Es sorprendente como un individuo solitario en Lugo, lejos de un centro en el que se practique la disciplina que trata del origen de los nombres e incluso lejos de un centro donde se practiquen disciplinas filológicas (es decir, sin maestros) llegue a ser una autoridad de semejante competencia”, señala en el prólogo de la obra el académico Antón Santamarina, el encargado de editar la obra, que ayer la presentó, con el presidente Xesús Alonso Montero y el coordinador del seminario de onomástica, Ramón Lorenzo. Estudos de toponimia galega se dará a conocer en breve en Lugo, con la asistencia del autor, que ayer no pudo asistir por razones de salud.
Los tomos (1.416 páginas en conjunto, el primer volumen se editó en 2011) reúnen 178 trabajos que Ares Vázquez publicó en muy diversos lugares, desde el diario El Progreso o la revista Grial a publicaciones especializadas (hay hasta de 15 procedencias distintas), y desde 1964 a 2011. En ellos bucea en casos como las Santa Marías de Xián y Xiá. La primera aparece citada en el testamento del obispo lucense Odoario, en el año 747, que deja a la diócesis una casa suya en “sancta maria de gilani”. El “gilani” se repite como “gelani” en 897 y evoluciona a “Igian” en 1245. En el origen de ese Xián, concluye el padre Ares, está el topónimo/apellido Quián, pero ningún Iulianu/Julián.
Tampoco es ‘mouro’ todo lo que reluce. El experto onomástico atribuye buena parte de esos topónimos, más que a los “mouros” prerromanos, después confundidos con los conquistadores musulmanes, al antropónimo Maurus, como en el caso de Vilar de Mouros, “que se debe referir al poseedor primitivo del lugar y sus descendientes”. Hay estudios de Ares Vázquez cuyos títulos parecen poemas eufónicos: Cis, Furís, Entís y Verís o Virís, topónimos, o Sante, Vilasante e Castrosante. Otro, O Incio contra Oincio, lo inicia desmintiendo que se trate del anuncio de un partido de fútbol para concluir que, efectivamente, el nombre original del ayuntamiento de la montaña lucense es Oincio “y que esta moda de hacer pasar por un artículo determinativo lo que en su origen fue parte radical del topónimo también sucedió con otros ejemplos como son O Grove, A Golada, A Mahía”. Ares transige con la separación, mientras no se incurra en traducir al castellano el artículo artificialmente creado.
El padre Ares tiene asimismo una investigación específica sobre Santos raros en la toponimia lucense, “dejando aparte falsos santos que podrían ser ídolos fantasmales en la toponimia, como San Formar, San Cedelo, San Guñedo, San Dolfe, nos encontramos con uno verdadero aunque raro: Santiorxo”. Tan raro que es una aldea llamada San Xurxo de Santiorxo (Sober), es decir, San Jorge de San Jorge. Tambien recoge a Sancobade (San Cucufate), Sampil (¿San Pedro?), Santa Elbitres, San Robredín (San Ruperto) o Santa Cubicia (le extraña, no sin razón, que beatifiquen a la codicia). Sin embargo descubrió como, bajo la denominación equívoca de Santarizco (“¿un santo arisco?”) se encontraba un Santo Acisclo perfectamente homologable, leyendo pacientemente el Tumbo del monasterio de Sobrado dos Monxes.
Nicandro Ares, a mano y casi sin salir del Seminario de Lugo, estudió la toponimia completa de 34 de los 67 ayuntamientos de Lugo, y de algunos de los coruñeses y pontevedreses integrados en la diócesis lucense. Los dos tomos de sus trabajos tienen 5.396 entradas, es decir, referencias y explicaciones de nombres de lugares. En Galicia hay una media de 36 topónimos por kilómetro cuadrado, según afirmaba el conselleiro de Presidencia, Alfonso Rueda, en mayo de 2010, al presentar el proyecto Toponimia de Galicia, iniciado por el anterior gobierno, y que contaba con 400.000 topónimos, correspondientes al nomenclátor completo de 168 municipios. Se estimaba que al finalizar los trabajos en los 315 ayuntamientos (hoy 314), los nombres de sitios rondarían los 1.200.000. Tres años después no es que se haya avanzado mucho: en la web hay 400.371 topónimos disponibles de 425.817 topónimos recopilados.
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