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ROCK | Julio de la Rosa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Frases como puñales

A Julio de la Rosa le alejó definitivamente del ostracismo su banda sonora para Grupo 7, pero este Pequeños trastornos sin importancia que presentaba anoche en El Sol debería colocarle en puestos de Champions. La analogía es obvia, pero viene al caso: las epopeyas balompédicas retrasaron ayer casi media hora la comparecencia del jerezano, pero un plus de nocturnidad le viene bien a los universos turbios, inquietantes y atormentados que esboza el hombre de la voz rasposa y el rizo disparado. No deja gran margen para la placidez en el catálogo, pero Julio resulta estimulante hasta a la hora de ordenar el repertorio: va incorporando uno por uno a sus músicos en cada canción, y no es hasta que completa el quinteto cuando le hinca el diente al nuevo álbum.

Piezas como Sexy sexy sexy constituyen un prolegómeno notable, pero a partir de Colecciono sabotajes la maquinaria ya chispea con todo vigor. De la Rosa le canta a las debacles sentimentales con la descarnada emoción de quien, como todos, habrá padecido alguna hecatombe en lo más profundo de sus entrañas. Pero no por ello renuncia al estribillo, los juegos de voces, la electricidad, la palpitación. La suma de batería y percusiones multiplica la intensidad de una obra ya de por sí rica en frases como puñales. Alta toxicidad, dulce el envenenamiento.

Los Pequeños trastornos del título aluden a los desarreglos mentales de sus protagonistas, pero esta no deja de ser una excusa argumental: todos acreditamos suficientes alteraciones como para interiorizar psicopatías menores sin gran esfuerzo. Lo relevante es que Julio haya encontrado un espacio propio de poesía y carisma, que su música sea tan elocuente que uno ya no sepa si quedarse con Tarde a todas partes, Maldiciones comunes o Kiss kiss kiss me. A día de hoy, De la Rosa maneja los resortes del magnetismo.

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