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De mentiras, insultos y líos de espías

Espadaler acusa al ministro del Interior de actitud "indigna" al insinuar casos de corrupción de CiU El consejero y un diputado del PP se acusan de mentir por el caso del relevo de los escoltas de Sánchez-Camacho

Àngels Piñol
Alicia Sánchez-Camacho, en un momento de la sesión de control.Detrás, Manel Prat.
Alicia Sánchez-Camacho, en un momento de la sesión de control.Detrás, Manel Prat.CARLES RIBES

Las relaciones entre el Gobierno catalán y el Partido Popular (PP) están más que envenenadas. La quiebra de la confianza entre los antiguos socios afloró ayer con toda su virulencia en el Parlament cuando, en los pasillos de la Cámara, el consejero del Interior de la Generalitat, Ramon Espadaler, acusó al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, de actitud “indigna” por insinuar que disponía de más información que supuestamente vinculan al presidente Artur Mas y al expresidente catalán Jordi Pujol con cuentas en Suiza. El arrebato de Espadaler —“Es inadmisible que amenace: si sabe algo que vaya al juzgado”— coronó una tensa sesión salpicada de acusaciones por el extraño episodio, vinculado al espionaje político, en el que Alicia Sánchez-Camacho renunció a la escolta de los Mossos tras perder la confianza en el director general de ese cuerpo, Manel Prat.

La líder popular pidió el lunes la dimisión de Prat pero ayer dio un paso atrás al evitar centrar su intervención en la sesión de control en ese caso y preferir interpelar a Mas sobre la cumbre económica. El asunto de los escoltas lo delegó en el diputado Sergio Santamaría que cargó contra Espadaler. “Ustedes se han equivocado y mucho al mezclar seguridad con política y la han acabado dañando las dos”, dijo airado el consejero. “Tienen que dar explicaciones y el Gobierno aportar luz y dar la cara como ya hecho Prat, que me acompaña”, dijo en alusión a su subordinado que siguió con gesto incrédulo el debate desde la tribuna del hemiciclo. La realidad es que ningún partido ha seguido la línea marcada por el PP, muy dolido por otro lado por la escasa empatía que ha encontrado en el resto de grupos por la grabación ilegal de la que fue objeto Sánchez-Camacho en una comida con la exnovia de Jordi Pujol, Victoria Álvarez. Todos los partidos han acusado al PP de usar el incidente para desprestigiar a los Mossos cuya labor fue reconocida en la cámara con una cerrada ovación.

"Prat es un mentiroso compulsivo y un comisario político", dice un diputado del PP

Pero, lejos de esa actitud, Santamaría insultó a Manel Prat al llamarle “mentiroso compulsivo”, dudar de su profesionalidad al tacharle de “comisario político” y de actitud “vergonzante”. El episodio que consideran los populares tan deleznable trascendió el sábado cuando se filtró la existencia de un informe policial que apuntaba que el coche oficial de Prat estuvo cerca de casa de Francisco Marco, el exdueño de la agencia Método 3, en la confluencia entre las calles de Aribau y Provença el mismo día que fue detenido. Ese detalle bastó para que la popular renunciara a la escolta de los Mossos que han sido sustituidos por policías. Sánchez-Camacho pidió dos días después la dimisión de Prat cuando se supo que había recogido en su coche a una periodista —en la Rambla de Catalunya y Consell de Cent— poco después de que esta se viera con Marco.

En tono vehemente, que provocó exclamaciones de sorpresa de los diputados, Santamaría lanzó esta pregunta: “¿Han preguntado ya a Prat por el contenido de su reunión con la periodista tras hacer de taxista?”, dijo achacando toda la operación a un intento del Gobierno catalán de destruir “políticamente” a Sánchez-Camacho como “líder de la oposición” —ese papel, sin embargo, por número de escaños le corresponde a Oriol Junqueras (ERC) o Pere Navarro (PSC)— por oponerse al “proyecto independentista” de Mas. “Y es deleznable que ni siquiera se hayan interesado por la vulneración a la intimidad que sufrió”, añadió.

"Ustedes tienen que dar la cara: han mezclado seguridad y política y han hecho mucho daño", dice el consejero

En un diálogo sin retorno, el consejero y el diputado se enzarzaron en otro detalle: el primero insistió en que la Secretaría de Estado del Ministerio pidió el 27 de febrero y no el sábado el relevo de la escolta de Sánchez-Camacho y el popular le retó a que lo demostrara con documentos. Espadaler espetó al PP que estaba construyendo un “relato sobre la mentira” y afirmó que no hacía falta "tirar" de espías para demostrar que el PP mentía al mencionar dos artículos de este diario que sostienen que ese partido contrató en el pasado a los detectives cuando el 21 de febrero negaron en Intereconomía cualquier relación. No pudo seguir: la presidenta del Parlament, Nuria de Gispert, le avisó que se le había acabado el tiempo y le retiró la palabra. “Con historias de espías o de escoltas no vamos a solucionar la crisis y el paro”, deslizó el ecosocialista Joan Herrera, el único diputado que hizo una leve y sarcástica referencia al espionaje. Y alguien más: De Gispert pidió a los parlamentarios que, en nombre del buen nivel de debate, dejaran de insultarse.

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