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El poema que se hizo el sueco

Enric Casasses debuta en la prosa con un dietario de una breve estancia en Suecia donde creó también unos versos que dio por perdidos durante 30 años

Carles Geli
Enric Casasses, el pasado martes en Barcelona.
Enric Casasses, el pasado martes en Barcelona.CONSUELO BAUTISTA

Enlluernat” por la “criatura de la llum” (cosas de bardos: léase coladito por una sueca de 22 años), Enric Casasses, apenas un corrector de textos de 30 años y una carrera de poeta maldito a falta de un par de años para estallar con La cosa aquella, pasa en el verano de 1980 una corta estancia en el sur de Suecia, en casa del abuelo de la chica. Ahí llevará al unísono un breve diario en una libreta negra y un romance asonante en otra, ésta de espiral. Ya en Barcelona, pasados a limpio a máquina y roto el original manuscrito a bolígrafo del poema, los pierde. “Estaba muy inseguro en esa época, iba con los textos en un sobre por el mundo y a saber qué pasó”, recuerda hoy. Accidente o no de noches de vino y rosas aparte, podía reconstruir el diario desde la libreta negra donde lo iba anotando (expuesta estos días en el Museo de Pintura de Sant Pol de Mar) pero no así la composición lírica, pérdida a la que con los años le dedicó incluso poemas. Y así hasta hace exactamente 30 años cuando, el azar tiene estas cosas, una amiga ahora menos frecuentada le llamó en 2010 para decirle que entre los papeles de casa había hallado un sobre con escritos suyos. El resultado es hoy Diari d'Escània i Univers endins (Empúries), primera incursión de Casasses en la prosa memorialística y particular binomio testimonial narrativo-poético de esa época de su vida.

“Me hacía rabia porque de todas mis composiciones líricas largas esa era la única en la que abordaba el tema de la muerte; además, los había concebido juntos y no quería publicar el diario sin el poema”, reflexiona hoy. Leído el conjunto, apenas 130 páginas, se comprende. Casasses (Barcelona, 1951) reconoce la voz de quien lo escribió, si bien lo encuentra “quizá un poco ingenuo”. Son los años y la sensación que destila un estilo muy ágil y unos sentidos hipersensibles a todo.

Original del diario de Casasses, escrito en 1980 en Suecia.
Original del diario de Casasses, escrito en 1980 en Suecia.

En lo que el mismo autor bautiza en uno de los versos como “cosmoendoscopia”, Casasses queda parcialmente obnubilado por la figura del abuelo, Amerika Jon, apodado así por un supuesto viaje a EEUU, billetes comprados, que nunca realizó. El viejo le va mostrando su mundo, que va desde el afilado de la guadaña a la meteorología, pasando por un entorno natural de fábula nórdica. Una naturaleza viva, frondosa, en la que casi se intuye la presencia de duendes y trolls, en contraste con las brujas que han huido del Empordà materno, “ruidoso” y destrozado por el turismo. “Admiraba cómo han sabido, ahí en el Norte, introducir el progreso sin romper el mundo como aquí; su campo está más entero que el nuestro”, resume ahora el poeta.

En prosa o en verso, Casasses capta el paso del tiempo, la presencia de la muerte (el viejo fallecerá inopinadamente) pero también aquello que distingue a los tocados por el arte y la inteligencia: detectar lo que se manifestará con toda virulencia o lo que seguirá siendo válido 30 años después. Por eso le parece ver que aquellos eran tiempos de una sociedad que empezaba ya a “aigualir la llet i omplir massa el sac”, actitud que propone combatir “siguiendo tu camino y dejando que el gobernante crea que te gobierna”, parafrasea a Joan Maragall, poeta que ya le acompaña en tierras suecas como su Verdaguer, conocido de niño, también cegado por él antes de haberle leído, por sus rondalles.

El autor ya detecta en los 80 tiempos de "'aigualir la llet i omplir massa el sac'
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Las reflexiones poéticas sobre una sociedad cancerosa le dan para plantear hasta la desaparición de la lengua catalana, que hoy argumenta así: “Somos la única cultura completa, con una lengua y una cultura llenas, sin estado del mundo. Y los estados y culturas más grandes lo ignoran y nos ignoran. Bueno, soy optimista: aguantaremos así, y si desaparecemos nos haremos famosos porque todo el mundo querrá comprar los libros de aquella cultura desaparecida; y si no morimos, pues también seremos famosos”.

Ensayista quizá tapado por la poesía, la prosa parece ser ahora más visible en Casasses: ultima A la panxa del poema en prosa que no hi neva ni plou, mientras que, empujado por el reencuentro del de Escania, admite haber ojeado unos diarios llevados un tiempo en Barcelona y a otro de cuando un viaje a Rusia en 1999 para admirar la obra de Malévich; “algún día saldrán”, deja caer supuestamente desganado. “Con ese catalán tan fluido, natural y tan apto al oído de cualquiera, Casasses propone una lengua, una prosa de diario que se aleja del gran modelo que impuso Josep Pla, de frase corta y pensamiento entrecortado”, elogia el editor Jordi Cornudella. “Con 19 años me compré un cuaderno y me propuse hacer un ejercido literario llenándolo toda con descripciones al estilo planiano: describir una nube, los rompientes del mar... Creo que ya quedé curado”, tercia, iconoclasta, Casasses, recordando otra de sus libretas. Cosas de bardo.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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