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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

He mirat aquesta terra

"Cómo Valencia puede ignorar a uno de sus hijos más preclaros"

Un joven universitario valenciano, de Xàtiva, con 22 años, debutaba, el 15 de diciembre de 1966, en el Palau Vergés, de Barcelona, con el único repertorio de sus tres primeras canciones, la emblemática, Al vent, Som y La pedra, de la mano de Josep Maria Espinàs, quien lo había escuchado previamente en una tasca de Castellón. Era Ramón Pelejero, Raimon, estudiante de Filosofía y Letras, en la Universitat de València, quien, el día 30 de noviembre de este año, lo hace en el Gran Teatre del Liceu, de Barcelona, para conmemorar el 50 aniversario de aquella primera audición. Al concierto le han acompañado recitales en las Universidades de París, Roma, Londres, Luxemburgo y Berlín, que durante todo este tiempo fueron sido testigos de su evolución.

El concierto, que incluye textos bien conocidos de Ausiàs March y Salvador Espriu, repasa la trayectoria vital y artística de Raimon. Sólo un año más tarde de aquella actuación en el Palau Vergés, grababa con Edigsa, en 1963, su primer vinilo, que incluía aquellas tres primeras canciones, junto a una cuarta, A colps, que tendría un éxito de ventas muy destacado y una aceptación generalizada entre los jóvenes, quienes, por primera vez, escuchábamos expresar sentimientos en nuestra propia lengua, lo que, hasta entonces, solíamos hacer en la de Jacques Brel o Pete Seeger.

Incluso nos daba la impresión, llega a apuntar con agudeza, Miquel Alberola, hace unos días, en estas mismas páginas de El PAÍS, que, Bob Dylan trata de imitar a nuestro Raimon, en aquella fotografía de Oriol Maspons, de fondo sepia, para el disco de Al vent. Así sucede, pienso yo, con la portada de Bob Dylan, un año más tarde, 1964, para la grabación de, The Times They Are A-Changin, que se reproduce en el cartel de la exposición, Covers, durante estas fechas abierta en el Centro Cultural La Nau de la Universitat de València.

En su última grabación, Rellotge d’emocions, reloj de emociones, presentada el año pasado también en La Nau, Raimon, repasa el tiempo transcurrido, y canta, “he passejat per València, sol, on hi ha gent que m’estima, molt, poc i gens”. El afecto, mucho, poco, nada, cosa normal para cada cual, resulta incomprensible con quien siempre nos dio tantos testimonios de amor a nuestra cultura, a lo largo de toda su trayectoria. Desde aquellas primeras canciones impregnadas de existencialismo a las interpretaciones memorables de poemas de Ausiàs March o Jordi de Sant Jordi.

Así, cuando el frágil pasado, nos advierte de que el futuro llega rápido, Raimon, nos trae los recuerdos que reconfortan del paso del tiempo, y canta, “mentre m’envelleixo en el llarg esforç de pasar la rella damunt el records, he mirat aquesta terra”. Al repasar los recuerdos, siempre mira a esta tierra. La suya, la nuestra, y por ello también nuestro agradecimiento.

Raimon, interpreta la poesía de Salvador Espriu, que dice, “si la neu crema molt, més glaçava la flama”. Si la nieve quema mucho, más hiela la llama. La llama de la incomprensión, añado. Cómo Valencia puede ignorar a uno de sus hijos más preclaros. Raimon, pasea por Valencia, mientras en su reflexión sobre el tiempo transcurrido, se hace acompañar, dice, por Ausiàs March, que lo deslumbra, Vicent Andrés Estellés, que lo ilumina, y Andreu Alfaro, quien lo anima.

Raimon nos dice, también, tiene por toda compañía la soledad de la noche, pues, en el día, la propia sombra le hace compañía. Para nosotros, su voz y su testimonio, fueron compañía de valor incalculable en estos pasados cincuenta años. Es el reloj de los recuerdos que, desde nuestra adolescencia, no dejó de marcar momentos imborrables. Lástima, para algunos, que así no lo comprendieran y suerte, para nosotros, haberlo así podido apreciar. Al agradecérselo, nos preguntamos, para cuándo, el debido reconocimiento a Raimon en Valencia.

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