“La oposición debe fortalecernos a todos contra el PP, enemigo común”
“AGE se formó para las elecciones al Parlamento, no para otro escenario”
Xosé Manuel Beiras (Santiago, 1936), portavoz de Alternativa Galega de Esquerda (AGE), ha rejuvenecido desde la entrevista con EL PAÍS en el fragor de la campaña electoral. Cuando lo oye, se ríe con frescura. “Es que he podido descansar”, explica. Se le ve contento por el éxito de AGE pero, sobre todo, por estar ya está metido en la harina parlamentaria.
Pregunta. Las expectativas puestas en AGE, con PSOE y BNG ocupados en sus cosas, inducen una sobrerrepresentación del grupo parlamentario, desbordan su dimensión de nueve escaños. ¿Cómo lo interpreta?
Respuesta. Creo que una parte sustancial de la ciudadanía acierta al ver de manera muy intuitiva que la irrupción de AGE cambia cualitativamente el escenario parlamentario. Nuestro electorado necesitaba un balón de oxígeno que le hiciera pensar que no era inútil elegir representantes. Natural que estén expectantes. Además AGE es una organización atípica, y esto también crea expectación, e ilusión. Es una enorme responsabilidad que no se circunscribe meramente a unos representantes electos que con sus votos tratan de aplicar un programa. Nosotros no podremos modificar las mecánicas de la mayoría absoluta del PP, pero sí romper ese juego suyo de usar el Parlamento como correa de transmisión del Ejecutivo. Hay que restablecer el papel dominante de la Cámara. Somos muy conscientes de que ese es nuestro gran reto.
P. ¿Qué garantías de solidez ofrece el grupo y dónde ve fisuras o amenazas para él?
R. Hasta donde yo percibo después de las reuniones que hemos tenido, el peligro de fisuras en la coalición está conjurado. El peligro que veo es que cada uno de los grupos, Anova o EU, pretendan patrimonializar para sí el trabajo parlamentario y su difusión. Tenemos que actuar como grupo único de AGE, esa es la clave. Después me parece muy importante empezar a trasladar al Parlamento iniciativas y alternativas de líneas de acción política que están engendradas y elaboradas por la propia sociedad civil, por el tejido asociativo más activo de la ciudadanía, por las plataformas organizadas. Si lo hacemos, con independencia del resultado que tenga, que prospere o se rechace, esa ciudadanía percibirá que estamos tratando de romper el muro con sus propuestas.
P. ¿Qué alientos esperan de PSOE y BNG?
R. Está por ver, pero nuestra línea de acción, y así lo vamos a transmitir, será continuación, ahora ya en sede parlamentaria, de la que seguimos en la campaña: que aquí hay un enemigo primordial que es el PP y que, ante eso, todos los que estamos en la oposición, con la visión e idiosincrasia de cada cual, debemos colaborar para fortalecernos contra ese enemigo principal. Si esto es asumido por los otros, habrá puntos de coincidencia suficientes para poder coordinar acciones, no tanto puntuales como un proceso de trabajo en el que la oposición aparezca hilvanada. Si lo logramos, el PP va a pasarlo muy mal. Las mayorías mecánicas tienen la ventaja de funcionar muy bien como correa de transmisión del Ejecutivo, pero si esto lo pones en evidencia puede llegar a la ciudadanía que la mayoría del PP no funciona como representación de los electores. Podría verse que los diputados realizan actos anticonstitucionales, es muy grave.
P. Primer asalto: Mesa del Parlamento con cinco miembros, ¿AGE quiere estar ahí?
R. Queremos, y como portavoz abordaré la cuestión con el PSOE. En la anterior legislatura PSOE y BNG lo resolvieron dentro de un reparto negociado de puestos institucionales, incluyendo los de la Mesa. No debieron hacerlo así, como resultado de una negociación, sino dar continuidad al uso que inauguró el BNG en 1997, cuando superó al PSOE por cinco escaños. En lugar de acaparar los dos puestos de la Mesa [los otros tres preservan la mayoría del PP], el BNG cedió uno al PSOE. Yo fui el promotor de esa iniciativa con la tesis de que la Mesa debe reflejar, en lo posible, la pluralidad de la Cámara. Ahora pedimos que eso se mantenga. Sería incongruente que cuando los grupos pasan de tres a cuatro, en la Mesa estén solo dos, y sería una pésima lección de democracia a la ciudadanía en su conjunto, en un momento en que hay una enorme desconfianza sobre el funcionamiento democrático de las instituciones. Vamos a defenderlo no tanto por el interés del grupo, que simplemente lo tenemos, como por este principio.
P. ¿La pelota entonces está en el tejado del PSOE?
R. El PP, por el régimen de elección, podría copar los cinco puestos de la Mesa. Si cede dos al PSOE y este no los comparte, será por un acuerdo entre ellos que los hace responsables de reducir la pluralidad de la Mesa.
P. El BNG parece tender la mano a un reagrupamiento del nacionalismo. De consumarse, ¿en qué grado afectaría a AGE?
R. Aquí hay dos planos distintos. Uno es el escenario parlamentario, donde no tiene ningún sentido pensar en reagrupamientos: hay una composición del Parlamento que es resultado de las elecciones y lo que cabe es colaborar como oposición. Las perspectivas de reagrupamiento del nacionalismo se mueven en otro plano, en otra cadencia y en otros horizontes. Depende, en primer lugar, de dos cosas: un cambio total de actitud por parte del BNG, especialmente de su dirección, no me valen palabras, sino hechos y conductas que hace demasiado que no tienen nada que ver con lo que se predica. La otra cuestión es el tejido de la izquierda que se está hilvanando y que dio lugar a que nosotros pasáramos la frontera divisoria, esto tambien hay que tenerlo en cuenta, especialmente en el escenario del Estado y de la Unión Europea.
P. ¿La evolución del nacionalismo no afectará por tanto funcionamiento de la coalición?
R. Para nada. Y repito: es una coalición formada para las elecciones al Parlamento de Galicia, no para una acción política conjunta en otros escenarios.
P. ¿A quién le cabe ahora, en esta situación tan compleja, el mayor protagonismo de encontrarle salidas?
R. El motor dependerá del proceso de activación de la ciudadanía hacia la rebelión cívica, es nuestro gran reto. Es un horizonte de ruptura democrática desde el punto en que asumimos que este régimen político no sirve porque está en descomposición. Queremos mantenernos muy estrictamente vinculados a la ciudadanía, sobre todo a la más consciente, la más defraudada, la más activa socialmente, que fue la que nos dio la confianza con sus votos.
P. ¿Y se comprometen a mantener la compostura, las buenas maneras en el Parlamento?
R. ¡Mantener la compostura, ja ja ja! [carcajea divertido] ¡Pero qué es eso! Que miren las crónicas de la Cámara de los Comunes británica para saber de qué va eso de la compostura. Qué rayos, el Parlamento está para hablar y la palabra es un arma pacífica. Si criminalizan el uso de la palabra, por muy rotundamente que se ejerza, están criminalizando el sentido de la democracia, uno de sus instrumentos primordiales, que es decir las cosas. Y si pretenden que, por mantener la compostura, ja ja ja, nosotros nos convirtamos en hipócritas, utilicemos un lenguaje políticamente correcto o comulguemos con el pensamiento único, van de cú: ni de broma. Y además podrían acabar sitiados por miles de ciudadanos. Si quieren estar en ese estado de sitio, que lo provoquen, pero allá ellos.
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