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El entrelazado hilo de la memoria

La artista japonesa Chiharu Shiota realiza sus espectaculares instalaciones con un entramado de hilos de lana para los espacios modernistas de Casa Asia

La pieza Acumulation, en la que reutiliza maletas de Memoria artística, de Chema Alvargonzález.
La pieza Acumulation, en la que reutiliza maletas de Memoria artística, de Chema Alvargonzález.SUNHI MANG

Hay exposiciones que te golpean como un puño y otras que pasan como un río de imágenes sin dejar ningún poso. Solo hay unas pocas que consiguen sorprender e involucrar el espectador, estableciendo un contacto tanto cerebral como emocional, que le empuja a hacerse preguntas de orden práctico y también filosófico. Este es el caso de Sincronizando hilos y rizomas, una exposición de la artista japonesa Chiharu Shiota (Osaka, 1972) que ocupa las tres plantas de Casa Asia con pinturas, vídeos y asombrosas instalaciones site specific que consiguen dialogar con los difíciles espacios domésticos y el esplendor modernista del palacio del Baró de Quadras.

En estos tiempos de depresión económica e intelectual, la exposición, abierta hasta el 30 de marzo, permite ver un trabajo de sorprendente realización formal y múltiples niveles de lectura. Para explicitar la búsqueda creativa de Shiota, la comisaria Menene Gras, directora artística de Casa Asia, da inicio al recorrido expositivo con unas pinturas donde se materializa la línea roja que la artista extiende con las manos en busca de la tridimensionalidad y que toma forma en las fantasmagóricas instalaciones del piso superior. Definirlas como telas de araña no les hace justicia. Son tramas mucho más complejas, realizadas con kilómetros de hilo de lana negro, entrecruzado miles de veces, que sube por las paredes, repta por el suelo y se adueña de las habitaciones, encerrando en su interior objetos —un fantasmal vestido de novia, los trozos de un espejo roto o un viejo piano destartalado— que parecen dotados de vida propia.

Las tramas se adueñan

“Las personas nacen y mueren, pero los objetos se quedan y cargan con la memoria de todos aquellos que los utilizaron”, explica la artista, que tarda varios días en realizar cada instalación, pese a que cuenta con un un equipo de asistentes.

El caos aparente de la malla, que rodea al visitante haciéndole sentir como si se encontrara en el capullo de un insecto gigantesco, esconde un orden riguroso, un sistema de triángulos que permite trazar espacios curvos y construir bóvedas, que luego la artista realza con una iluminación estudiada al milímetro. “El hilo me permite pintar en el aire”, asegura Shiota, que se formó primero en la tradición de la caligrafía japonesa y después, en Berlín, en el arte de la performance, de la mano de Marina Abramovic.

La exposición, además, incluye una instalación especialmente sugestiva, realizada con viejas maletas, 36 de las cuales pertenecen a la Memoria artística del artista Chema Alvargonzalez, prematuramente fallecido en 2009.

La exposición de Casa Asia tiene lugar casi en paralelo con otra exposición con la que está emparentada. Juntando pintura, escultura, instalación y performance en obras que utilizan el espacio y el tiempo como materiales, Shiota entronca perfectamente con las prácticas artísticas influidas por la pintura de acción, reunidas en la exhibición ¡Explosión! El legado de Jackson Pollock, que se inauguró anteayer en la Fundación Miró, con obras de artistas nacidos entre finales de las décadas de 1920 y 1950.

 

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