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Madrid 2030: la ciudad de los bulevares

El nuevo plan urbanístico prevé sembrar de grandes paseos la almendra central También busca rescatar los PAU del sureste, rehabilitar el área de Atocha y fomentar los barrios

EL PAÍS

Imagine que, al ir a comprar un plano de Madrid para orientarse en un barrio que no conoce bien, cayera en sus manos un mapa de la ciudad fechado en 2025 o 2030. ¿Siente curiosidad por saber cómo sería? Pues ya puede consultarlo: se llama Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), está publicado en internet y contiene las líneas generales y no tan generales de cómo será Madrid de aquí a 15 años. Por ahora es solo un avance sujeto a modificaciones (se publica como borrador precisamente para que los ciudadanos opinen). Y, aunque una vez aprobado (previsiblemente, en 2016), tendrá rango normativo, siempre será posible saltárselo. Al fin y al cabo, los cambios urbanísticos más importantes de los últimos años (las torres de la Castellana, Madrid Río, las peatonalizaciones) no aparecían en el anterior plan, de 1997. Muchas de las propuestas de este preavance tienen como objeto precisamente corregir los dislates del anterior plan, que proyectó un modelo de crecimiento ilimitado y puso a los pies de los promotores inmobiliarios todo el suelo disponible. Pero no solo.

>> Una ciudad paseable. Uno de los ejes del documento es “estructurar la ciudad ambiental y peatonalmente” mediante una ambiciosa red de paseos. A vista de pájaro, esta reforma crearía 24 itinerarios de 203,5 kilómetros de longitud, en su mayoría ampliando aceras y plantando árboles, pero también colocando una gran plataforma peatonal central en algunas avenidas. El objetivo es “caracterizar a Madrid como la ciudad de los bulevares, los peatones y el transporte público”, haciendo “una ciudad paseable”. Es “conscientemente difícil”, admite el documento, pues se trata de transformar “la red viaria más compleja y transitada”, convirtiendo esas avenidas en un ámbito prioritariamente peatonal. ¿Cómo? Incorporando “una amplia plataforma peatonal, central o lateral, muy accesible y continua; una importante superficie vegetal y/o masa arbórea; así como bandas para bicicletas, autobuses y automóviles”.

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Propone hacerlo por fases: primero, transformando las avenidas de la almendra central para que el 66% de superficie sea peatonal; e ir sumando luego el resto de la ciudad. Se intenta mostrar así “sin ambigüedades” que no se trata de reformar calles sino de “construir una nueva estructura de espacios públicos”. En esa primera fase se elegiría “el mayor número de bulevares históricos” para “cargar de razón y otorgar mayor justificación a la iniciativa”. El documento reconoce que estos cambios “supondrán una alteración rotunda del tráfico”. La prioridad será, por este orden, peatón, transporte público, bicicleta y, por último, vehículos de motor. Deberían dotarse además de “imagen propia” para diferenciarse del resto de vías, con “un arbolado bello y potente que conforme bóvedas naturales” y “una banda ajardinada continua” que requiera poca agua.

>> ¿Cómo rescatar los PAU? El Ayuntamiento cree que las “dificultades” económicas a corto y medio plazo “plantean un importante interrogante para los desarrollos previstos en los distritos de Villa de Vallecas y Vicálvaro (130.000 viviendas)”. Cuestiona el futuro de los Programa de Actuación Urbanística (PAU) de Los Cerros, Los Ahijones y Los Berrocales y Valdecarros. El nuevo plan “propone reconsiderar” esos desarrollos “todavía no ejecutados” de una forma “más ventajosa para todas las partes” y con criterios de “máxima garantía jurídica”.

En el sureste hay 3.691 hectáreas en desarrollo, que podrían acoger 101.009 viviendas. Se plantean tres alternativas: mantener el plan anterior, pese a que la crisis dificultará el desarrollo y lo encarecerá, haciendo los precios poco competitivos; y el Ayuntamiento tendrá “importantes dificultades” para asumir la conservación de lo que se vaya haciendo hasta que haya suficiente población como para que valga la pena. Otra opción es agrupar las viviendas planeadas para ahorrar en infraestructuras, protegiendo el resto del suelo como forestal. La tercera posibilidad es similar, pero modifica además la trama viaria y renuncia a las avenidas colosales.

Se trata en definitiva de usar de referencia el barrio (un kilómetro de diámetro, 15 minutos andando) y sustituir las manzanas ortogonales por otras irregulares que incrementen el número de fachadas con luz solar en invierno.

>> Atocha y Madrid Río. El plan busca corregir la fragmentación de la zona al sur de la Castellana, debida a la desindustrialización y la obsolescencia de sus instalaciones, creando “espacios de referencia”. Se fomentará la instalación de empresas en los terrenos que ahora ocupa la estación de contenedores de Abroñigal, con la connivencia del Ministerio de Fomento; y se rehabilitará el entorno de Atocha. Además, se tenderán dos nuevos ejes: uno, bordeando el norte del parque Tierno Galván; y el otro, bautizado “Paseo de Invierno”, “básicamente peatonal”, enlazando Atocha con la M-30.

En Madrid Río, se planea una renovación que afectará a 400 hectáreas en seis distritos. En el distrito de Villaverde, se pretende dedicar la “enorme disponibilidad de suelo” a un nuevo uso bautizado como económico (engloba el terciario y el industrial), es decir, a actividades tecnológicas, “de mayor valor añadido y capaces de generar empleo de más calidad”.

>> El centro, en cada barrio. El Ayuntamiento busca promover la igualdad de género desde el urbanismo, asegurando “un equilibrio entre la vida privada y el espacio público”. Quiere luchar contra “la segregación espacial”, es decir, los guetos, potenciando “la mezcla social de rentas, orígenes y edades, y el equilibrio entre el centro y la periferia”. Y desea garantizar la movilidad de menores, ancianos y discapacitados.

Entre otras estrategias, apuesta por reforzar la sensación de seguridad en la calle; facilitar la “legibilidad” del espacio público para que resulte sencillo saber dónde está uno y adónde va; restringir el aparcamiento a los vecinos; fomentar los pequeños espacios verdes de cada barrio; y apostando por una “ciudad de distancias cortas”. Para esto último, el nuevo plan pretende crear una zona centro en cada distrito, que agrupe la necesidad ciudadana de dotaciones, comercios, etcétera.

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