El triángulo de las Bermudas
La sala Jamboree de Barcelona rescata el clásico trío de órgano, guitarra y batería en el jazz
En los últimos tiempos el mundo del jazz parecía haber dejado de lado el clásico trío de órgano, guitarra y batería. Demasiado abuso almibarado había casi enterrado una formación que, en buenas manos, todavía posee un potencial inmenso. Si alguien, mirando hacia el pasado inmediato, lo dudaba con solo bajar las escalera del Jamboree en la noche del miércoles hubiera cambiado de inmediato de opinión.
Jamboree era como un nuevo triángulo (equilátero) de las Bermudas: en cada uno de sus lados un órgano, una guitarra y una batería y en el centro un grupo de dichosos mortales absorbidos hacia quien-sabe-qué mundo lejano y fantasioso. La única diferencia con el auténtico es que de este se volvía no solo sano y salvo sino que mucho más animado y de bastante mejor humor.
Tres músicos grandes como una centenaria secuoya, de esos que podría parecer que ya lo tienen todo dicho, unían sus fuerzas con un solo objetivo: pasárselo bien tocando la música que les gusta y, de rebote, hacérselo pasar igual de bien al público. Sobre el escenario las caras de los intérpretes hablaban por si solas y entre el público más de lo mismo. Larry Coryell es un guitarrista que ha pasado por todos los estilos, dejando siempre una huella profunda y que en los últimamente se ha convertido, lejos de cualquiera de esos estilos, en uno de los instrumentistas atemporales más transparentes y sensibles del panorama. Jimmy Cobb sigue siendo un sutil batería capaz, sin solución de continuidad, de los más bellos detalles y de los ritmos mas apabullantes. Finalmente Joey Defrancesco es uno de los mejores especialistas del órgano Hammond de la historia, cuando comienza la música se transmuta formando una unidad con su instrumento, comunión total. Un disfrute ver su oronda personalidad contorneándose sobre el teclado mientras canturreba las melodías, hasta se animó a desempolvar su trompeta con sordina para un solo.
Jazz
Larry Coryell-Joey Defrancesco-Jimmy Cobb
Jamboree, 18 de julio
Música efervescente y altamente contagiosa, llena de guiños y toques de virtuosismo pero terriblemente cercana. Una gozada a la que se añadió, además, la reconfortante posibilidad de ver y oír en directo un auténtico órgano Hammond con su Leslie girando en vez de los sucedáneos digitales (magníficos pero sucedáneos a fin de cuentas) que utilizan cada vez más hasta los buenos organistas.
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