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Gógol en Españistán

Miguel del Arco se ha traído 'El inspector' a la España del pelotazo inmobiliario y de la obra pública al servicio de intereses privados

Javier Vallejo

Tiene razón Nabokov cuando dice que Gógol no es un retratista de la Rusia decimonónica: si fuera solo eso, El inspector no seguiría reponiéndose en todas las latitudes casi dos siglos después de su escritura. Nadie se explica cómo el zar, censor absoluto, consintió un estreno que ponía en evidencia que las raíces de la corrupción corren por doquier y llegan hasta la capa freática. Por debajo del color de época, el interesado proceder disfrazado de altruismo de los protagonistas de esta farsa, con el alcalde a la cabeza, nos resulta terriblemente familiar: cambian los regímenes, pero la ambición y la humana falta de escrúpulos permanece.

En su adaptación, Miguel del Arco se ha traído El inspector a la España del pelotazo inmobiliario y de la obra pública al servicio de intereses privados: ese pueblecito dilapidador al que está a punto de llegar un inspector gubernamental está en Levante y tiene alcalde de derechas, aunque a cada rato el texto vuelve a remitirnos a usos y costumbres pretéritos porque Del Arco no ha acabado de trasponer todos los detalles. Su montaje alterna momentos hilarantes con otros de factura imprecisa. Es buena idea y está resuelta con mucho humor que los mismos actores sean ora amos ora criados, y también funciona el inserto del trío musical. La sátira es más eficaz cuanto mejor acabados estén sus contornos: en El inspector, por su tema, el público está supliendo con grandes dosis de complicidad la falta de mayor afinación de la propuesta.

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EL INSPECTOR

Autor: Nikolái Gógol. Versión y dirección: Miguel del Arco. Intérpretes: Gonzalo de Castro, Juan Antonio Lumbreras, Pilar Castro… Teatro Valle-Inclán. Hasta 16 de junio.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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