"Se sienten por encima del bien y del mal"
Un arrepentido implica a guardias civiles y policías con la banda que robó cocaína en Barcelona
Juan Pedro Lozano, un delincuente arrepentido, intercambia miradas desafiantes y llenas de contenido con Javier Segura, el que fuera su jefe en una banda dedicada a robar droga a narcotraficantes. "Se sienten por encima del bien y del mal", ha explicado este lunes Lozano en alusión a Segura, sus compañeros y los miembros de la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía que, supuestamente, les prestaban apoyo. El testimonio de Lozano, que ha declarado como imputado por un delito de asociación ilícita, es una de las piezas clave del juicio que se sigue desde hoy en la Audiencia de Barcelona contra una coalición de delincuentes comunes y uniformados acusados de perpetrar el robo de 400 kilos de cocaína de un contenedor en el puerto de Barcelona.
El delincuente arrepentido ha explicado con todo lujo de detalles los "palos" en los que, según su versión, participó bajo las órdenes de Segura, al que conocía por un negocio de compraventa de coches. En 1999, se dictó una orden de busca y captura contra Lozano por tráfico de drogas. Este pidió ayuda a su amigo, que le presentó a El Tete, apodo del guardia civil Antonio Sáenz. El Tete, ha explicado este lunes, que le facilitó documentación falsa para viajar a Marruecos. Lozano se incorporó en ese viaje a la banda, que pretendía traer "175 kilos de chocolate" del reino alauí.
A preguntas del fiscal anticorrupción Fernando Bermejo, Lozano ha relatado cómo organizaban los asaltos a traficantes con la ayuda de funcionarios policiales. Así, en 2002, en Palau de Plegamans (Vallès Occidental), Segura le llamó para "un trabajo". La banda contactó con un traficante que les entregó una cantidad de droga. Pero antes de que este pudiese cobrar, la persona que transportaba la droga fue detenida, casualmente, por un coche patrulla de la Guardia Civil. "Le dijimos al traficante que teníamos un problema gordo y que de pagar, ni hablar. Pero todo era una estrategia", ha admitido Lozano, para el que solo se solicitan seis meses de cárcel porque los delitos han prescrito.
Según Lozano, el último responsable de esa estrategia era El Tete, quien había montado un dispositivo con sus "soldados" -guardias civiles a su cargo- para conseguir la droga gratis. En otra ocasión, ha recordado, el grupo se hizo con gran cantidad de hachís gracias a la colaboración de otro de los agentes procesados, Roberto de Prádena, encargado de custodiar las sustancias estupefacientes en el cuartel de Mollet (Vallès Oriental). "Nos la dieron y, a cambio, les regalamos coches. Después pusimos azúcar y arroz en las bolsas. Nadie iba a comprobarlo, porque se iban a quemar", ha añadido Lozano en el juicio, fuertemente custodiado por la policía. Lozano también ha relatado que, aunque tenía un papel "secundario" en el grupo, sabía que también contaba con la colaboración de dos exinspectores del Cuerpo Nacional de Policía, Antonio y Carlos Giménez Raso.
Lozano ha explicado cómo fueron surgiendo desavenencias con Segura y el resto de miembros de la banda, hasta que, en 2002, fue detenido por el asesinato de dos vigilantes de seguridad de un furgón blindado en Terrassa (Vallès Occidental), unos hechos por los que ha sido condenado a más de 40 años de cárcel. Desde entonces, quedó fuera del grupo. Lozano ha defendido que es "inocente" del doble crimen y que sus compañeros de banda le tendieron una trampa. Por eso, cuando se enteró de las detenciones a raíz del robo de la cocaína en el puerto, decidió colaborar con la justicia. A preguntas de su abogado, ha explicado que su objetivo es "lograr una revisión de la causa" por la que fue condenado.
"Tengo miedo porque esta gente es muy poderosa, son capaces de manipular cualquier cosa. Estos tíos se sienten por encima de las leyes. Sé que pongo en peligro mi vida y la de mi familia y que me puede pasar cualquier cosa, pero aquí estoy", ha explicado el arrepentido mientras Segura iba haciendo señales de reprobación a sus palabras. El jefe del clan, por cierto, se ha acogido a su derecho a no declarar, igual que lo ha hecho otro de los imputados citados este lunes, Daniel Ribelles. El cuarto imputado (de los 23 que desfilarán por el banquillo de los acusados hasta junio), David Barba, ha negado su participación en los hechos y ha afirmado que trabajaba como confidente policial. "El Tete me dijo que ya me cuidaría yo de tener la boca cerrada", ha añadido Lozano en su declaración.
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