Un congreso ¿para integrar?
"Lo que de verdad deseamos es sentirnos orgullosos de la pertenencia a una organización de progreso que en base a un objetivo común avanza teniendo al lado a un compañero y no a un rival"
El Congreso del PSPV se presenta como una oportunidad más de aunar, de fusionar dos conceptos o más de socialismo valenciano, de corrientes divergentes entre sí en una sola que sea capaz de sintetizar. En esta definición, la quinta acepción de la palabra “Integrar” que figura en el diccionario de la Real Academia Española, se reflejan muchas aspiraciones de los máximos responsables del partido según analistas, dirigentes nacionales o cada uno de los miembros de las distintas facciones, pero esa no deja de ser más que una integración transversal, que engloba únicamente a los cuadros de medios y altos cargos o quienes aspiran a ello como única ocupación. Sin ser desdeñable, no es la única forma en que la pertenencia a la organización ha de ser visible y así concebida conforma una brecha demasiado grande hacia el militante o simpatizante que llega a percibirse en una dimensión diferente. De esta forma, según el resultado de las votaciones, es probable que sólo lleguemos a integrar según la cuarta acepción de nuestro diccionario, la de “comprender” (contener), haciendo que alguna de las propuestas ganadoras contenga a la otra. Y eso, sinceramente, está lejos de ser lo deseable por insuficiente.
Ambas formas, por su propia dinámica, han conseguido crear espacios de soberbia e inaccesibilidad que impiden una comunicación directa con las bases más allá de la solicitud de un voto o apoyo para una lista en un momento determinado. Todos conocemos casos y casos, demasiados. Por ello es necesario, indispensable considerar que la integración se haya de hacer en vertical, yendo del vértice a la base y viceversa, ofreciendo participación, aceptando colaboraciones y coordinando actuaciones de forma periódica, contando con cada uno de los militantes para acercarse, a continuación, al resto de la sociedad. Y a ello ha de dedicarse el equipo ganador de manera exigente sin que tenga ninguna excusa si después se le reclama. Es el requerimiento que la tercera acepción parece querer demandar a los máximos responsables y a lo que tan poco esfuerzo se ha dedicado en los últimos años: hacer que alguien pase a formar parte de un todo. Pienso en cada uno de los que no están en el Congreso, los que no se sienten representados por los delegados por mor del sistema, los que están pero notan que no pueden hacer casi nada, los que no quieren participar de las disputas de familias o los que participando desean mucho más, los que buscan retomar el pulso social en la calle al lado del ciudadano lejos de los despachos y pasillos, los que no se sienten invisibles a su pesar simplemente por manifestarse independientes, los que no dejan de construir sin que se lleguen a considerar sus aportaciones… en tantos socialistas que desean recuperar la ilusión constatando que están presentes en cada proceso, en cada acto.
No puede ser de otra manera, pues lo que de verdad deseamos es sentirnos orgullosos de la pertenencia a una organización de progreso que en base a un objetivo común avanza teniendo al lado a un compañero y no a un rival, conformando una amalgama de actitudes y sentimientos que se complementan, haciendo que cada uno de los mecanismos e instrumentos de que dispone la organización funcionen y se aprovechen en plenitud acercándonos entonces a la segunda acepción de la Academia, completando un todo con las partes que faltaban.
Si así fuera comprendido por el equipo ganador, no debería importar la candidatura, sino lo que en un principio pasa más desapercibido y constituye la esencia de lo que seremos: el documento de la ponencia y su flexibilidad, que ha de reflejar la participación de los militantes y simpatizantes, la regulación y elección de cargos, las formas de acercamiento a la sociedad, la apertura e innovación de ideas, la solución a unas listas con demasiados quebraderos de cabeza e intereses, las necesarias aportaciones constructivas en un marco de efectividad y sentimiento de igualdad. Será ésa la integración más completa, aquella en que todas y cada una de las partes han de sentir como propia la primera acepción para constituir un todo. ¿Se llegará a comprender?
Emilio Martínez Hernández es coordinador de la Organización Sectorial de Educación de Alicante del PSPV-PSOE.
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