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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El alma del último minuto

Marcelo Bielsa defendió la última jugada ante el Espanyol como si fuera la primera. Es así. El fútbol ni empieza ni acaba nunca para él. Pero el gol del empate de Albín, en tiempo de descuento, con tres rojiblancos acosando a Casilla, con el partido ganado, ha despertado un debate que, sin embargo, muere en un resbalón de su jugador más preclaro (Javi Martínez). Bielsa no es Groucho Marx. Bielsa tiene unos principios y si la cosa sale mal no tiene otros, tiene los mismos, para ganar con Newell´s o para ser eliminado en primera fase del Mundial con Argentina. Bielsa es un ganador nato, se diría incluso que es un abrumador nato. Su argumentación en la conferencia de prensa posterior al partido frente al Espanyol, en plena depresión de San Mamés porque le sacaron el caramelo de la boca, era la lógica. Coincidía con su ideario y con la defensa de la actitud del equipo. Algún afamado entrenador hubiera cargado contra sus futbolistas por no tener cabeza y se hubiera quitado de en medio.

La estadística dice que el Athletic ha perdido puntos en el descuento en varios partidos (Valencia, Barcelona, Racing y Espanyol). Ocho puntos. Lo que no cuenta la estadística son los que ha ganado por ser protagonista del encuentro, acabando en el área rival exigiéndole el máximo, intimidándole. Hay cosas mensurables y cosas inconmensurables. La estadística da lo que da. El resto pertenece al factor humano. Seguramente, el Athletic está donde está por ambas cosas y por ser un jugador de póker arriesgado. Es la teoría del último minuto que defendía Bielsa en la conferencia de prensa, con razón, con razón global. La que imprime carácter a un equipo, la que le convierte en un ganador aunque pierda.

Y, sin embargo, cosas del fútbol, la práctica del último minuto a veces tiene sus jugarretas. Cierto es que el gol, el golazo, de Albín tiene que ver con una desgracia, el resbalón de Javi Martínez. De lo contrario, probablemente no hubiera sido gol, siendo quien era el central marcador. O no hubiera sido ese gol, quizás otro, pero ese no. No obstante, atacar al portero con tres futbolistas en el período de descuento, en un balón franco para el guardameta, tiene un aire de osadía. Al portero se le asusta igual con uno que con tres futbolistas (a unos porteros más que a otros), pero el período de descuento parece un territorio demasiado sibilino para los alardes de fortaleza. El gol del Espanyol fue justo, correspondiente a su juego, pero no es necesario que quien imparta justicia sea el equipo de Bielsa.

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