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El perfil
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

La mano inquieta de Gómez

El socialista es un experto en asuntos económicos del PSM y antiguo rival de Rafael Simancas Se ha convertido en la cara más conocida de su partido por su aparición en tertulias televisivas

Antonio Miguel Carmona.
Antonio Miguel Carmona.

Si este hombre fuera actor en lugar de político y profesor de economía, la crítica le afearía un exceso de sobreactuación. No puede estar quieto. Ni callado. En definitiva, la pequeña figura de Antonio Miguel Carmona (Madrid, 1961) no para de moverse. Mano derecha de Tomás Gómez desde hace cuatro años, cuando contra todo pronóstico regreso a la ejecutiva regional del PSM, después de haber dimitido poco antes como diputado regional por un comentario desafortunado sobre la conveniencia de “hundir otro Prestige para volver a ganar las elecciones”. Abandonó el escaño en un gesto de dignidad que muchos calificaron de excesivo pero que él justificó “porque nunca he dependido de la política para vivir”. Carmona, al que es frecuente ver junto a una selección de familiares de las más diversas edades, es Doctor y profesor de Economía Mundial y Economía Española . “Siempre he trabajado en el sector privado, nunca en el público”, precisa este hombre de pequeña estatura, piel oscura y cabello bastante más largo de lo habitual en su gremio.

Carmona se ha convertido en una de las voces más conocidas de su partido en los últimos años. La hiperactividad profesional y académica también tiene una vertiente televisiva y se ha hecho un habitual de las tertulias políticas. Sale en todas las cadenas. A veces, de manera simultánea: “Es que algunas son falsos directos y las grabamos por la tarde, aunque salgan por la noche”.

Nacido en el barrio de Maravillas, cerca de la calle Manuela Malasaña, pasó la infancia correteando por “calles aún vacías de coches”. Pero desde muy joven comenzó a trabajar. Se pagó la carrera en la Universidad Complutense de Madrid haciendo reportajes de los viajes que hizo en aquella época. “Sahara, Libia, Irán,...”, rememora. Muy cercano a Joaquín Leguina, de quien le gusta recalcar una cita —“No soy feliz porque no soy ni norteamericano ni gilipollas”— intentó ocupar la secretaría general de los socialistas madrileños, pero perdió frente a Rafael Simancas. Se afilió a las juventudes con 16 años. Antes, se había alineado con Bono frente a Zapatero en las primarias que auparon al expresidente del Gobierno a liderar el PSOE. De aquello recuerda una anécdota: “Le hice un gesto de victoria a Zapatero, aunque él sabía que yo iba con Bono. Me salió espontáneo, pero debió pensar que yo era un chaquetero”. En lo que nunca ha cambiado de bando es en el fútbol. Socio del Atlético de Madrid, su pasión le llevó incluso a estudiar la compra con otros seguidores del club rojiblanco. También en su afición por la aviación. Es oficial del Ejército del Aire. Y por los medios de comunicación, en los que se mueve con soltura.

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