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‘Comedia sin título’: la obra inconclusa de Lorca vuelve a escena

Marta Pazos traslada a imágenes el grito del escritor contra el teatro burgués en su puesta en escena de la inacabada ‘Comedia sin título’

Una escena de 'Comedia sin título', de Federico García Lorca, dirigida por Marta Pazos.Foto: LUZ SORIA | Vídeo: CDN
Raquel Vidales

Solo por la última escena ya merece la pena ver este espectáculo. Es una experiencia estética de esas que te transportan a mundos abstractos donde todo confluye y se hace comprensible de repente. Llámese revelación, nirvana, felicidad o cielo, que es precisamente como se titula la escena: El cielo, tercera parte del montaje que Marta Pazos estrenó la semana pasada en el Centro Dramático Nacional partiendo de La comedia sin título de Lorca. La directora no se ha limitado a poner en escena el texto que el autor dejó inconcluso por su asesinato en 1936, apenas el primer acto de los tres que tenía planificados, sino que ha imaginado los otros dos para darle un final a la obra, igual que ya hicieron antes Lluís Pasqual, Alberto Conejero y Sara Molina Doblas. Pero a diferencia de todos ellos, Pazos no propone un desarrollo textual, sino exclusivamente plástico. Y ese es el gran atractivo de su propuesta, pues si hay algo que ella domina como nadie es el lenguaje visual. Su gran seña de identidad como creadora es su capacidad para sintetizar ideas, tramas y emociones en imágenes.

Recordemos lo que Lorca dejó escrito: un autor irrumpe en escena para detener la representación de El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, porque está harto de ficciones pensadas solo para entretener, en lugar de mostrar lo que pasa en la realidad; los espectadores le replican, quieren seguir con su diversión, pero justo en ese momento estalla una rebelión en los alrededores y los manifestantes asaltan el coliseo, para gozo del autor. Era el gran grito de Lorca contra el teatro burgués de su época. La metáfora de su deseo de derribarlo y erigir otro nuevo despojado de artificios. Todo eso eclosiona en el acto final de Pazos. El escenario, vacío ya de cuerpos y medio destruidos sus decorados después de la revuelta, se ilumina para dejar a la vista su tramoya: el telar, el peine, las parrillas, las poleas. Escuchamos a la regidora dar órdenes para levantar un telón, mover focos, abrir escotillones… y más cosas que no vamos a desvelar aquí para no romper el efecto. El teatro se desnuda y muestra la maquinaria con la que monta sus artificios. Es la esencia de Comedia sin título. Y la máxima que ha guiado todo el teatro de vanguardia (y posdramático) posterior a Lorca.

El acto funciona porque previamente hemos transitado las otras dos partes planificadas por Lorca, aunque de manera muy libre. A la manera de Marta Pazos: música tecno, colores fuertes, cuadros vivos. Si Lorca quiso derribar el teatro sagrado de su época, ¿por qué sacralizarlo a él con tópicos sobre cómo debe o no debe representarse un lorca? Con su desbordante imaginación plástica, la directora toma referencias visuales del tiempo del poeta, sobre todo del surrealismo, pero no las asimila tal cual, sino que dialoga con ellas, las absorbe y las reinterpreta para crear otras nuevas. Vestidos imposibles, danzas eclécticas, cuerpos desnudos, un eclipse de luna.

El espectáculo empieza con un gran telón plateado cayendo que deja al descubierto un espacio cuadrangular teñido de naranja fluorescente en el que se desarrolla toda la obra. Es como un lienzo sobre el que la directora pinta sus escenas. En la primera parte manda el texto del autor. Suena titubeante en boca de los 14 jóvenes intérpretes (todos deliberadamente menores de 30 años), excepto los más experimentados Camila Viyuela y Alejandro Jato. En el segundo acto, que Lorca había pensado situar en una morgue, la palabra cede el protagonismo a los cuerpos, que desarrollan visualmente algunas frases escuchadas en el anterior. “Dé usted gracias que está en España, que es un país aficionado a la muerte”. “Me dan ganas de dirigirme al público y, en la escena más lírica, gritarles de pronto una palabrota, la más soez”. Sale también Lorca, caracterizado con una expresiva gran máscara que refleja toda la carga simbólica de su asesinato y su huella en la cultura española posterior. La acumulación de tableaux vivants similares hace que esta parte resulte un tanto redundante y larga. Pero enseguida llega el tercer acto. El cielo. “Decid la verdad sobre los viejos escenarios. Clavad puñales sobre los viejos ladrones del aceite y el pan. Que la lluvia moje los telares y despinte las bambalinas”.

‘Comedia sin título’. Texto: Federico García Lorca. Versión y dramaturgia: José Manuel Mora y Marta Pazos. Dirección: Marta Pazos. Teatro María Guerrero. Madrid. Hasta el 26 de diciembre.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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