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Hideo Yokoyama: “Mi objetivo es escribir una novela que supere a la no ficción”

El autor, todo un superventas en Japón, se ha convertido en una referencia del género negro mundial con la monumental ‘Seis Cuatro’, que ahora ve la luz en España

El novelista japonés Hideo Yokoyama, retratado en 2020.
El novelista japonés Hideo Yokoyama, retratado en 2020.Salamandra

Hideo Yokoyama es uno de los escritores con mayor éxito de público y crítica dentro del género negro japonés. Seis cuatro, su última novela, ha vendido más de un millón de ejemplares, y ha escalado al primer puesto de las encuestas sobre el género que se hacen cada año en Japón. Ambientada en 2002 en una comisaría regional, está protagonizada por Mikami, padre de una joven desaparecida y jefe de prensa de la policía a su pesar, un hombre que se debate entre las exigencias contrapuestas de los burócratas, los inspectores y los periodistas de la prefectura D justo cuando está a punto de prescribir un caso de secuestro y asesinato y se abre la investigación de uno nuevo. La edición de bolsillo, publicada en 2012, todavía ocupa un lugar preferente en las librerías de Tokio. Sin embargo, aunque sus novelas estén por todas partes, Hideo Yokoyama sigue siendo una figura misteriosa. Son tan escasas sus entrevistas y apariciones públicas que yo albergaba pocas esperanzas de llegar a hablar con él, pero al final de un proceso laberíntico me he encontrado con un hombre humilde como pocos, un escritor que rechaza incluso el tratamiento honorífico de sensei, obsesionado como está con las palabras, no con los títulos.

PREGUNTA. Trabajó en un periódico regional de la prefectura de Gunma. ¿La inspiración para pasarse a la narrativa le sobrevino en algún momento específico?

RESPUESTA. Básicamente, empecé a escribir novelas para poder abandonar el mundo del periodismo. Había entrado en un diario local porque me gustaba escribir, pero después de 12 años como reportero comprendí que lo que quería darle a la gente no era solo información u opinión, sino los relatos que nos acompañan para siempre. De todos modos, creo que no tenía mucho talento para el periodismo, así que espero ser mejor narrador.

P. ¿Le había interesado desde joven escribir relatos?

R. De niño me gustaba tanto leer que un profesor me llamo “el rey de la biblioteca”; estaba obsesionado con las historias de Sherlock Holmes que leía a medianoche, con linterna, debajo de un futón, pero no me contentaba con leer; escribí secuelas de La isla del tesoro y Swallows and Amazons, y llegué a resucitar por arte de magia al niño y el perro muertos de El perro de Flandes, incapaz de aceptar el final de la historia…

P. Pero ¿qué lo llevó a escribir novela negra?

R. Siempre he creído en el poder de las historias. Más adelante, mi experiencia como periodista me llevó a tender un puente entre ambos mundos: el de los hechos reales y el de los ficticios. Quizá sea ese el motivo de que mis obras se hayan comparado con las de Seicho Matsumoto, el pionero de lo que en Japón llamamos “novela negra social”. De todas formas, aunque en mi juventud leí mucho a Seicho, cuando empecé a escribir no era consciente de que me influyera. La razón de que empezara a escribir “novelas de misterio” es simplemente que me encantan los “misterios”, que para mí consisten en intentar reconocer y entender la existencia y el misterio de otras vidas que no son la mía.

“Seis cuatro, el título del libro, hace referencia al último año de la era del emperador Hirohito”

P. ¿Qué considera que ofrece la ficción que no pueda ofrecer la no ficción?

R. A mí me gusta leer libros de no ficción, pero desde que dejé el mundo del periodismo siempre estoy atento a lo que no está escrito. Si lees entre líneas con atención acabas encontrando la motivación y la postura del autor, y ves que hay elementos o datos que se omiten para obligar al lector a llegar a la conclusión deseada. Ahora bien, si un libro tiene una línea no escrita, aunque solo sea una, ya no se puede calificar como de no ficción, aunque el resto de las palabras sean todas ciertas.

Creo, en definitiva, que el objetivo de la ficción está oculto en las cosas de las que no se escribe en la no ficción, cosas que, por lo tanto, tengo que escribir como ficción, y solo puedo escribir como tal. Lo que ocurre es que a la ficción nunca le es fácil estar a la altura del “poder de los hechos”. Desde que me decidí a escribir ficción no puedo quitarme de encima una especie de complejo de inferioridad por no haber seguido siendo reportero. Mi intención, en consecuencia, es escribir algún día una novela que supere a la no ficción. Ese podría ser mi objetivo final.

P. Antes de tener tanto éxito con sus novelas, se dio a conocer por sus relatos, que alcanzaron una gran popularidad. ¿Tiene alguna preferencia por el relato o la novela?

R. Los lectores japoneses suelen preferir las novelas, pero yo estoy mucho más cómodo escribiendo relatos. Siempre tengo la esperanza de escribirlos sin nada superfluo, densos, incisivos. Mi primer impulso siempre es ese, al margen de cuál haya sido mi inspiración inicial.

P. Pero cuando empieza a escribir, ¿sabe desde el principio si una obra será un relato o una novela?

R. Bueno, la verdad es que decidirme a escribir una novela lo he hecho pocas veces, y solo cuando estaba convencido de que era imprescindible una estructura con muchas capas para contar la historia.

Vista nocturna de una calle de la prefectura de Gunma, lugar de residencia del novelista Hideo Yokoyama.
Vista nocturna de una calle de la prefectura de Gunma, lugar de residencia del novelista Hideo Yokoyama.Soichiro Koriyama (Bloomerg)

P. Seis cuatro es una novela larguísima y con muchas capas. ¿Cuál fue su inspiración inicial?

R. La primera idea fue sencillamente el número sesenta y cuatro. En Japón, todos los reinados de los emperadores tienen un nombre, y sus años de reinado un número; 2016, por ejemplo, es Heisei 28, el vigésimo octavo año de la era Heisei. Yo nací en Showa 32, 1957. Seis cuatro significa Showa 64, el último año de la era Showa. El emperador Showa [Hirohito] murió el 7 de enero de 1989, y a partir de entonces empezó el reinado Heisei, es decir, que los primeros y últimos siete días de Showa 64 desaparecieron de golpe en un extraño limbo. Me pareció una injusticia. Aunque solo hubiera durado siete días, la gente había celebrado el Año Nuevo como Showa 64, y había habido muertes y nacimientos. De ahí me vino la idea de resucitar Showa 64. Si en esos siete días perdidos hubiera habido un caso de secuestro con asesinato, habida cuenta de que en esa época los delitos prescribían en Japón al cabo de 15 años, el último antes de que prescribiera el delito en cuestión, y el último para resolverlo, habría sido 2002.

P. En realidad, empezó a escribir Seis cuatro más de 10 años antes de su publicación, y lo dejó aparcado durante una temporada para escribir otros libros. ¿Por qué tardó tanto en terminarlo?

R. Cuando empecé Seis cuatro estaba escribiendo muchos relatos para revistas. Mi estilo consiste en cargar al protagonista desde el principio con un peso muy grande y, a partir de ahí, dejar que avance la trama usando como fuerza impulsora el dilema y la desesperación causados por ese peso. Sin embargo, cuando empecé a escribir Seis cuatro, dado que iba a ser mi primera novela, le di al protagonista un peso demasiado grande para él, tanto en su vida profesional como en la personal, y el tiro me salió por la culata. Tenía la sensación de estar atado con cuatro o cinco cuerdas, cada una con un peso al final, y bueno…, en esa época no tenía fuerzas para escribir arrastrando esos pesos…

Tuve un infarto, seguido por problemas de memoria que me impedían acordarme incluso del nombre del protagonista. En fin, fue una época difícil, pero lo que más me torturó fueron mis propios cambios de postura con el paso del tiempo. Cuando llevaba ya dos, tres, cuatro años escribiendo, me di cuenta de que había una brecha entre la voz narrativa de los primeros años y mi sensibilidad del presente. Cuando los años transcurridos fueron seis y siete, la brecha se hizo tan grande que era como si todo lo hubiera escrito otra persona. Entonces empecé a reescribir el libro una y otra vez, pero mi “detector de brechas” se hizo más sensible, y advertí que aparecía la misma brecha en el manuscrito que había escrito hacía solo un par de meses. Empecé a tener un miedo atroz a no poder acabar la novela antes de morirme…

P. He oído que es tan perfeccionista que hasta reescribió algunas partes de Seis cuatro para la edición de bolsillo…

R. En el manuscrito final de Seis cuatro aún quedaban rastros de los distintos puntos de vista, pensamientos y emociones que había tenido al escribirlo, un hecho que provocaba incoherencias muy leves en la forma de actuar y hablar de los personajes, y en cómo se desarrollaba la trama. Eliminar todas estas discrepancias comportó mucho trabajo, igual que buscar insectos que se mimetizan a la perfección. Por eso tardé tanto en sustituirlas y corregirlas.

“¿Novela negra social? Estoy convencido de que escribir sobre individuos es escribir sobre la sociedad”

P. Uno de los grandes logros de Seis cuatro es la increíble penetración con que da a conocer los mecanismos cotidianos y la estructura de la policía japonesa, sus intrigas y rivalidades políticas en el ámbito interno, local y nacional, y sus relaciones con la prensa. ¿Fue voluntario resaltar estos temas?

R. Mi objetivo era establecer el referente de la novela policiaca procesal en Japón; analizar la relación entre el protagonista y el delito, su entorno de trabajo, sus fricciones con la organización para la que trabaja y, a partir de ahí, los elementos más perjudiciales de la sociedad japonesa en general, porque estoy convencido de que escribir sobre individuos sigue siendo escribir sobre la sociedad. Mi intención era aportar un debate con fundamento para cualquier persona que quisiera ser reportero, periodista o policía, o que quisiera escribir novelas policiacas procesales, o bien, sencillamente, que creyera saberlo ya todo sobre la policía y la prensa por el desarrollo de Internet.

Sin embargo, en el caso de los policías y los periodistas —o de cualquier empleado de cualquier organización de cualquier país—, tengo la sincera esperanza de que el libro también sirva como prueba de fuego para verse a sí mismo: cómo actuaría y quién es de verdad…

Cuando alguien dice “solo soy yo mismo de verdad en mi vida privada”, suena falso. Eres tú, como individuo, el responsable de lo que hagas como integrante de una organización o en cualquier otro trabajo. Aunque prefirieras no ver lo que has hecho como miembro de una organización, o no recordarlo, eras tú, y sigues siéndolo. Si niegas que lo eras, significa que tu vida es falsa, de modo que toda ella se convierte en una gran mentira. Tienes que aceptarte como un todo, que incluye tu yo profesional y tu yo privado.

En este sentido, Seis cuatro contiene todos los temas de mi obra, y describe las relaciones entre individuos y organizaciones con mucho más detenimiento y minuciosidad que todo lo que había escrito antes. Escribir sobre esta relación no es solo mi principal tema o preocupación: se ha convertido en la labor de mi vida.

“Cuando no escribo me dedico a cuidar el jardín. Y a pensar en Hermann Hesse en su jardín”

P. ¿Cuáles son sus rutinas y costumbres cotidianas a la hora de escribir?

R. Mi ritmo de escritura es diferente cada día. A veces me quedo paralizado delante del ordenador desde la mañana hasta la noche, y otras escribo toda la noche sin acordarme de comer. En todo caso, mi norma es escribir más de 10 páginas de papel japonés de cuatrocientos recuadros al día [en japonés, Seis cuatro ocuparía aproximadamente 1.500 de estas páginas], aunque a menudo tiro lo que he escrito a la basura.

P. Y cuando no escribe…

R. Mi válvula de escape cotidiana es cuidar el jardín, arrancar las malas hierbas, pensar en Hermann Hesse en su jardín y, muy de vez en cuando, dar una vuelta por el pueblo en mi automóvil de hace 50 años, aunque conduzco tan poco que más que dar un paseo me parece que me embarco en una gran aventura.

P. Una última pregunta. Vive en las afueras de Tokio, en Gunma, muy lejos de la “vida literaria”. ¿Qué importancia tiene, para usted y su forma de escribir, este relativo aislamiento?

R. Sería exagerado llamarlo aislamiento; en realidad no pasa de ser un enlatado voluntario [esa es la manera coloquial japonesa para referirse al encierro de un autor para cumplir un plazo, normalmente en una habitación de hotel, como si fuera comida enlatada]. De todos modos, yo no tenía planeado vivir así; uno de los subtemas de Seis cuatro es que a veces una decisión accidental se convierte en tu vida, y el libro es un reflejo de esa etapa a la que había llegado en la mía. Sin embargo, al margen de las expectativas que pudiéramos tener, los frutos del camino que elegimos por casualidad siempre son los de sabor más imprevisto y sorprendente. Así que me gustaría seguir viviendo de esta manera.

Traducción de Jofre Homedes Beutnagel.

David Peace es un escritor británico afincado en Japón, autor de ‘Cuarteto de Yorkshire’ y ‘Trilogía de Tokio’.

‘Seis cuatro’. Hideo Yokoyama. Traducción de Jofre Homedes Beutnagel. Salamandra, 2021. 656 páginas. 23 euros.

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