Trump: corrupción “pura y dura”
Al presidente le perturba la independencia de la Comisión Federal de Comercio y quiere que sea “un perrito faldero de sus amigos del golf”


Grave zarpaso antidemocrático: esta semana el presidente estadounidense (no “de América”), Donald Trump, ha despedido a los dos integrantes demócratas de la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés). Uno de los cuales, Álvaro Bedoya, tachó este martes de “corrupción pura y dura” la decisión presidencial. Al presidente, claro, le perturba su independencia y quiere que la FTC sea “un perrito faldero de sus amigos del golf”, dijo en X Bedoya, nacido en Perú y naturalizado estadounidense.
La FTC es una agencia estatal independiente fundamental. Fundada hace más de 100 años (1914) para frenar a estafadores, oligopolios y monopolistas, es crucial para contrapesar su impunidad y absolutismo. Recoge miles de comunicaciones y quejas de la ciudadanía. Y ha actuado con firmeza e independencia ante gigantes como TicketMaster, Nvidia, Meta, Microsoft, Apple y Amazon.
“Nuestra entidad no le tiene miedo a los Martin Shkrelis y Jeff Bezos del mundo”, declaró Bedoya con firmeza. Y estoy seguro de que es así. Conozco la limpia y firme trayectoria de Bedoya en el campo del derecho y su honestidad a toda prueba. Respeto mucho su trayectoria, independencia y rigor.
Enfrentando a poderosos monopolios
La FTC es ejemplar. Y tiene dientes. Y ya actuó sistemáticamente, en varias ocasiones, frente a intereses poderosos. Por eso el gobierno de Trump le “puso el ojo” a esa entidad “incómoda”.
Así, el New York Times (NYT) resaltó, entre otros méritos, cómo la FTC actuó firmemente frente a un gigante como Amazon. Destacó el NYT, en su momento, a propósito del cuestionamiento a Amazon y Bezos, que la FTC estaba reescribiendo “[...] Las definiciones de monopolio y de competencia, que afecta además a un líder mundial que ha sido capaz de imponer sus condiciones en todas partes y de crear un auténtico imperio”. Nada menos…
Eso porque la FTC actuó, en ese caso (como en otros), en dos ámbitos medulares.
Primero, por “interferir en los precios de sus competidores”. Y segundo, “por abusar del poder de su plataforma Prime. Si vendes en Amazon y quieres tener alguna posibilidad de que tus productos alcancen zonas de exposición y recomendación preferente –y no hacerlo implica, en muchos casos, simplemente no vender y que lo hagan tus competidores–, te encontrarás con que Amazon te impide que vendas tus productos más baratos en ningún otro sitio. No solo eso, sino que patrulla toda la web conocida para comprobar que no lo haces, y si lo hicieses, te sanciona degradando tu visibilidad en su plataforma. Eso es, a todos los efectos, una intrusión en las estrategias de sus competidores, y un abuso de su poder para conseguir ser quien ofrece mejores precios”.
La FTC está compuesta por cinco comisionados, no más de tres provenientes de un solo partido. Son nombrados por el presidente y ratificados por el Senado. Cada mandato dura siete años. The Wall Street Journal informa que también ha sido despedida Rebecca Kelly Slaughter. Bedoya asumió el puesto en mayo de 2022 y Slaughter en mayo de 2018.

Contra la justicia independiente
Desde que empezó a operar hace más de 100 años, la FTC ha demostrado, en su historia, consistente independencia y, a la vez, dientes para actuar ante abusos de monopolios y oligopolios.
“Seas republicano o demócrata o alguien tan asqueado de Washington que apenas puedas ver las noticias, la FTC ha trabajado para ti. ¿Para quién trabajará la FTC de Trump? ¿Trabajará para los mil millonarios o para ti?”, añadió Bedoya en X.
Slaughter, en su propia comunicación pública, expresó que ha sido despedida por “tener una voz”. Y porque el presidente estadounidense, en su opinión, tiene “miedo de lo que [ella] le diga a la gente”.
Despido ilegal
Los miembros de la FTC y otros consejos reguladores independientes están protegidos en Estados Unidos contra la destitución en virtud de un precedente de la Corte Suprema de 1935: establece que el presidente no puede despedirlos por “desacuerdos” políticos. Esa sentencia de la Corte Suprema, conocida como Humphrey’s Executor, limita la capacidad del presidente para destituir a los comisionados de agencias independientes. Y ha sido respetada durante los casi 100 años que lleva de emitida.
La señora Slaughter y el señor Bedoya anunciaron esta semana, correctamente, que planeaban impugnar la decisión del Sr. Trump en los tribunales. “Hoy el presidente me ha despedido ilegalmente de mi puesto como comisionada federal de comercio, violando el lenguaje claro de una ley y un precedente claro de la Corte Suprema”, dijo en un comunicado la Sra. Slaughter, a quien Trump nombró para la FTC durante su primer mandato en 2018. “¿Por qué? Porque tengo voz. Y tiene miedo de lo que le diré al pueblo estadounidense”.
El reto es que ante el visible y sostenido proceso de conversión de Trump en presidente autoritario, parece claro que ha decidido marchar por el peligroso camino de no acatar las decisiones judiciales con las que discrepa.
Veremos hasta dónde llega con esa dinámica autoritaria. Ya sabemos el curso que tomaron en su momento cuestionados procesos políticos en países como con Ortega en Nicaragua, la Venezuela de Chávez/Maduro o el Perú de Fujimori. Así estamos...
Ilegalidad en lo de la AID
El desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (AID) impulsada por el multimillonario Elon Musk violó la Constitución. No es solo mi opinión personal. Así lo dictaminó sólidamente, con todas sus letras, este martes 18 de marzo un juez federal al resolver impedir, indefinidamente, que se haga más recortes en la agencia. Clarísimo y bien fundamentado.
Hacía unos días, el juez de distrito Theodore Chuang, de Maryland, rechazó la posición de la administración Trump de que Musk es simplemente “asesor” del presidente Donald Trump. “Las declaraciones públicas y las publicaciones en redes sociales de Musk demuestran que tiene un control firme”, determinó el juez. Se remitía el magistrado a una publicación en línea en la que Musk dijo que había “metido a USAID en la trituradora de madera”.

A darle seguimiento, pues, a este asunto crítico: si Trump seguirá confrontando, o no, a la justicia independiente de los Estados Unidos. Llega a tal punto la situación. que parecería abrirse la insólita posibilidad/necesidad de tener que aplicar a los Estados Unidos la Carta Democrática Interamericana.
Pues todo apunta a generar situaciones que, en el lenguaje de la Carta, implican “el desarrollo del proceso político institucional democrático” (art. 18), una ruptura del orden democrático (art. 19) o una alteración del orden constitucional (art. 19). En cualquier caso, se trata de hechos muy graves que tendría que evaluar, en su oportunidad, la Organización de Estados Americanos (OEA), pues se estaría afectando nada menos que el legítimo ejercicio del poder.
Trump: contra las decisiones judiciales
Una acción judicial podría trabar, en teoría, la medida arbitraria dispuesta por Trump para desmantelar la FTC. Aunque ya estamos “notificados” de que Trump, Musk y el grupo hoy gobernante en los Estados Unidos parecen decididos a no acatar las decisiones judiciales. En el suelo, más de 200 años de vigencia de la Constitución estadounidense.
Hay “prontuario”… Así, Donald Trump utilizó la Ley de Enemigos Extranjeros para deportar a cientos de personas a El Salvador. Un juez federal, James Boasberg, bloqueó la activación de la norma. En lugar de acatar la decisión judicial, Trump pidió la destitución del juez Boasberg.
Por eso ahora, no llama la atención que nadie menos que el presidente de la Corte Suprema John Roberts, haya reprendido -el martes- al presidente Trump, severamente, por exigir que se sometiera a juicio político al juez federal Boasberg que se “atrevió” a bloquear la ilegal y expeditiva deportación de supuestos miembros de bandas venezolanas. “Durante más de dos siglos, se ha establecido que la destitución no es una respuesta adecuada al desacuerdo sobre una decisión judicial”, estableció el siempre cauteloso presidente de la Corte Suprema, magistrado Roberts. Quien enfatizó, sin pelos en la lengua: “Para eso existe el proceso normal de revisión de apelaciones”.
Lo obvio y lamentable, son embargo, es que en ese curso autoritario, de omisión de los sacros “checks and balances” se está ahora en Washington bajo el impulso desaforado del presidente de los Estados Unidos. Y ahora le tocó a la FTC. En una decisión -otra- ostensiblemente -y groseramente- orientada a beneficiar intereses particulares. Bezos, Musk y demás “tiburones” deben estar regocijándose.
Mientras, la democracia se tambalea y es arrinconada.

Tema pendiente
Los miembros de la FTC y otros consejos reguladores independientes están protegidos contra la destitución en virtud de un precedente de la Corte Suprema de 1935. Allí se estableció que el presidente no puede despedirlos únicamente por desacuerdos políticos. Crucial para proteger su independencia y garra.
En una entrevista, Bedoya, que se convirtió en comisionado hace tres años, dijo que le preocupaba que una FTC sin independencia del presidente estuviera sujeta a los caprichos de los aliados de Trump en el mundo de los negocios. Muy buen punto. “Cuando la gente escuche esta noticia, no debe pensar en mí”, dijo. “Debe pensar en los multimillonarios que apoyaron al presidente en su toma de posesión”. Más claro, imposible.
Slaughter y Bedoya dijeron que planeaban impugnar la decisión del Sr. Trump en los tribunales. “Prueba de fuego” para los checks and balances que Trump quiere demoler. Y reto que la poderosa Corte Suprema y los jueces independientes afrontarán, seguro, con fuerza y ajustándose a la Constitución.
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