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Yamandú Orsi, el canario bendecido por Pepe Mujica

El candidato presidencial del Frente Amplio, favorito en las encuestas, articula el Uruguay urbano de Montevideo con el rural

Yamandu Orsi
Yamandú Orsi candidato de la coalición del frente Amplio durante su cierre de campaña en Montevideo, Uruguay, el 22 de octubre de 2024.Andres Cuenca Olaondo (REUTERS)

Yamandú Orsi tiene acento canario porque es natural de Canelones, un departamento fértil y próspero situado al sur de Uruguay. Los de Canelones son canarios, como los de Montevideo son montevideanos. “Parecés canario”, solían espetar los montevideanos a quien se comía las eses al hablar, marchaba sin prisa y pensaba despacio. Orsi bien pudo estar entre esos canarios cuando llegó a cursar profesorado de Historia al IPA, el Instituto de Profesores Artigas de Montevideo, en 1986. En tiempos de Orsi, tomarse un ómnibus hasta la capital uruguaya implicaba encarar sin escalas al fantasma del anonimato y tejer rápidamente alianzas para que los desdenes ―o burlas a secas― de la gran ciudad no resultaran tan amargos.

Todo pasaba por Montevideo: la educación superior, la atención sanitaria especializada, la gran cultura. También la coalición de izquierdas, el Frente Amplio, era un fenómeno capitalino y en buena medida lo sigue siendo en 2024. Por eso escuchar el acento canario y ver el modo canario de Orsi en la cima de la izquierda uruguaya puede resultar pintoresco y hasta raro, incluso después de haber conocido el lenguaje indómito y las maneras imprevisibles de José Pepe Mujica, presidente uruguayo entre 2010 y 2015.

Pero al canario Orsi no se lo escuchó debatir ideas ni propuestas con sus adversarios. Se rumoreó que el comando de campaña del Frente Amplio (FA) había decidido no exponer al candidato. “Está escondido”, dijeron desde el oficialismo en su versión más afilada. Los analistas especularon y el paquete de elucubraciones incluyó, cómo no, el modo canario, cierto trastabilleo en el habla. Se dijo que existía el temor de que se entreverara y metiera la pata, como si de un advenidizo se tratara.

Orsi se crio atendiendo el almacén de sus padres, en Santa Rosa, Canelones, donde nació hace 57 años. Su militancia en el FA se remonta a la salida de la dictadura, en 1984, poco antes de que arrancara a estudiar profesorado de Historia. Enseñó a adolescentes en pueblos y ciudades del interior. Además, fue bailarín de folclore tradicional durante una década. Desde 2005 ejerce cargos públicos: fue secretario de la Intendencia de Canelones y dos veces intendente de ese departamento, el segundo más poblado de Uruguay.

Mujica se fijó en Orsi hace más de 30 años en el Movimiento de Participación Popular, el sector más fuerte de la izquierda uruguaya. “Es un candidato híbrido que tiene en cuenta al área metropolitana, pero tiene en cuenta que este país no termina en el Río Santa Lucía”, dice el expresidente en un video de campaña. Con la bendición de Mujica, el político más popular de Uruguay, Orsi se convirtió en el precandidato ganador en las internas del 30 de junio, superando a la exintendenta de Montevideo, Carolina Cosse, hoy candidata a vicepresidenta. Tres meses después, lidera las encuestas para presidente de Uruguay con el 44% de los votos, a 20 puntos de distancia de su seguidor inmediato, Álvaro Delgado, el candidato del Gobierno.

Orsi había llegado a esa instancia fortalecido, tras una jugada sucia que buscó echar por tierra su carrera política. En marzo de este año, una conocida militante del derechista Partido Nacional, Romina Papasso, lo acusó en redes sociales de haber golpeado a una trabajadora sexual en 2014. La acusación se convirtió en una denuncia penal de Paula Díaz, la supuesta víctima. Orsi lo desmintió públicamente. “En política no vale todo. No es sano para nuestra democracia, no es sano para mi partido, ni que hablar para mi familia”, escribió en X. Papasso y Díaz fueron procesadas con prisión luego de confesar cómo habían ideado la trama. Y en el Uruguay del juego limpio democrático se encendieron las alarmas.

Tras ese episodio la campaña transcurrió sin grandes sobresaltos. En el acto de cierre, el candidato del FA se comprometió a acudir al diálogo para alcanzar acuerdos nacionales en temas como la gestión del agua, crucial para este país. Prometió 12.000 empleos para jóvenes y frenar la deserción de estudiantes de secundaria aumentando el número de becas de 14.700 a 70.000. También se refirió a la inseguridad pública, el problema que más preocupa a los uruguayos. “Hay que ser muy duros con el delito y con las causas de ese delito, ahí la intervención del Estado es fundamental”, expresó. Sobre el final, insistió en la importancia de gobernar con transparencia. “Que gobierne la honestidad y la decencia”, dijo sin nombrar directamente los escándalos ha habido durante el actual Gobierno de coalición de centroderecha.

Si Orsi llega a la presidencia, con él llegará el acento canario y con esa prosodia desembarcará también una visión forjada por fuera de Montevideo, que según Mujica favorecerá la articulación entre el Uruguay rural y urbano. Toda una novedad en un país que ha estado gobernado, al menos desde el final de la dictadura, solo por presidentes nacidos en la capital.

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