¿“En Gaza” o.... “contra” Gaza?
El mundo observa impotente ante una sostenida y ostensible guerra contra Gaza que lleva ya seis meses y en el que las “bajas” por la acción israelí vienen siendo básicamente civiles que vivían en Gaza
Colaborador, en lugar de trabajador, sobrepeso y no gordo, enfermedad terminal y no cáncer avanzado, intervención quirúrgica en lugar de operación. Cuatro ejemplos de eufemismos usuales. Definición: una expresión “suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura y malsonante” (Real Academia Española).
Gran eufemismo es, por eso, con la recurrente -e imprecisa- referencia: “guerra en Gaza”. Acaso el más notorio ejemplo reciente de un doble eufemismo, crudo y dramático. Y -tácitamente- condescendiente con lo criminal al diluir el marco y origen sustantivo de la mortandad.
La acción militar israelí se fundamenta y explicaría porque sería un accionar contra Hamás y su accionar terrorista. La “guerra contra Hamás” acaba siendo rápidamente, sin embargo, una contra Gaza. El mundo observa impotente ante una sostenida y ostensible guerra contra Gaza que lleva ya seis meses y en el que las “bajas” por la acción israelí vienen siendo básicamente civiles que vivían en Gaza.
Con la mortandad ya producida por los ataques israelíes a Gaza y, como lo reportó este periódico el pasado miércoles 10, además, 6 de cada 10 edificios en Gaza están destruidos o dañados. Luego de seis meses de demoledora y sistemática ofensiva militar de Israel queda claro que esta es “contra” Gaza.
En ello hay tres asuntos fundamentales que no pueden ser soslayados. Al revés, deben ser resaltados. Primero, el desastre humanitario producido en Gaza por las tropas enviadas por Netanyahu. Segundo, la impotencia de las organizaciones internacionales para detener la barbarie. Tercero, las responsabilidades de los países que continúan avituallando de armas sofisticadas a Netanyahu.
Objetivo militar: la población civil
Las principales víctimas fallecidas: civiles. Todo en nombre de -o “bajo el pretexto de”- la lucha de Netanyahu e Israel “contra el terrorismo”. Los objetivos fundamentales -y los muertos- han sido civiles. A vista del mundo, las fuerzas de Israel dejan en Gaza, en estos últimos seis meses, 33,000 civiles. De ellos el 70% eran niños.
Nada de eso es una “excepción” en el curso de esta guerra ni parecen ser “errores” aislados dada la sistemática reiteración de ataques a civiles. Uno de los “objetivos” más recientes: el criminal ataque a la misión humanitaria de la ONG World Central Kitchen (WCK), organizada por el chef José Andrés, fundador de esa ONG. Como se sabe, WCK ha pedido una investigación neutral para esclarecer las causas de ataque israelí que el pasado lunes mató a siete cooperantes de su organización.
Israel ha pedido “disculpas” por lo del asesinato de los siete cooperantes pero no se conocen nada sobre la investigación profunda de responsabilidades.
Sin embargo, el telón de fondo -más allá del “caso WCK”- sigue siendo el mismo: son civiles la mayoría de víctimas en esta guerra contra Gaza. Y mucho de esto tiene ver con estrategias y lineamientos tácticos de operación y no con “errores” o “daños colaterales” que se podrían haber producido.
Sistema diseñado para matar a civiles
El periodista israelí Yuval Abraham ha hecho dramáticas revelaciones sobre cómo matar a civiles es ingrediente constante y “parte de la agenda” de la acción militar israelí. Muy grave. Reveló, también, cómo y para qué las fuerzas militares israelíes usan la inteligencia artificial (IA), les sirve mucho en estos tiempos; y para atacar objetivos no sólo militares.
Según lo revelado por Abraham la IA les sirve en estos tiempos fundamentalmente para detectar a los dirigentes de Hamás. Eso, digamos, sería legítimo. En la revelación de Abraham serviría para detectar los “objetivos” en Hamás. Y aniquilarlos. En el diseño deberían ser, principalmente, militantes de baja gradación de Hamás. Siendo más vulnerables que las cabezas, serían los objetivos más usuales por “accesibles”. Pero allí no queda la revelación de Yuval Abraham-
En el curso de la detección del objetivo “humano” seleccionado por la IA, el sistema detecta su casa para volarla en pedazos. La herramienta de IA disponible también informa, según la revelación de Abraham, sobre la cantidad de civiles que hay -o habrá- en esa casa. Y, en consecuencia, cuantos familiares -incluidos niños- morirán a bombazos. Además del “objetivo”.
Los civiles, pues, como objetivo militar. Si bien podría no ser el caso de un dirigente “intermedio”, la noticia transmite que esta semana al menos tres hijos y tres nietos del dirigente de Hamás Ismail Haniyeh murieron por los bombazos israelíes en un campo de refugiados en Gaza.
Herramientas muy sofisticadas -¿o sórdidas?- que en su propio diseño violan los tratados internacionales vigentes sobre Derecho Internacional Humanitario. Por ejemplo, el artículo 51 del Protocolo Adicional I de las Convenios de Ginebra: “51.2 No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles”.
Que los grandes dejen que la sistemática confrontación a este principio siga con impunidad, usando equipo militar proveniente de dos grandes (EE UU o Alemania), ¿no es avalar ese accionar? Indudablemente sí, al dejar que siga.
Netanyahu contra el mundo
A estas alturas de los tiempos y luego de tantos meses de horror, proliferan decisiones y pronunciamientos rigurosos en el sistema internacional orientados a parar los horrores en la guerra contra Gaza. Pero ante ellos Israel los ignora, se pone “de perfil”. Y que sin sus principales aliados internacionales “ajusten” sus políticas o la modalidad de su articulación con Israel.
Varias decisiones e informes de la comunidad internacional debieran haber llevado a Israel a acabar con su lógica y política de agresión contra Gaza. No ha sido así. Cuatro ejemplos:
Uno: Consejo de Seguridad. Nada cambia en Gaza luego que el Consejo acordó exigir un alto el fuego inmediato y la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes. En declaraciones posteriores el Secretario General de la ONU, António Guterres, dijo que no aplicar la resolución sería “imperdonable”.
Decisión del Consejo que, por supuesto, de obligatorio cumplimiento como está establecido en el art. 25 de la Carta de la ONU. Cero cumplimiento hasta la fecha, responsabilidad especial de los miembros permanentes.
Dos: la Corte Internacional de Justicia, ante el caso presentado por Sudáfrica sobre el alegado genocidio que estaría cometiendo Israel en Gaza, emitió un fallo en el que advertía de la existencia de un peligro real de genocidio. Nada ocurrió después.
Tres: el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Tampoco cambia nada luego de dos recientes contundentes informes y decisiones adoptadas en el espacio del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Dos ejemplos:
a) Aprobó el 5 de abril una contundente resolución que condena, entre otros abusos, “la práctica de hacer padecer hambre a la población civil como método de guerra en Gaza”. La resolución fue aprobada con 28 votos a favor, con 6 votos en contra, entre ellos de países proveedores de armas a Israel como Alemania y Estados Unidos, exhorta a poner fin a la transferencia de armas a Israel “a fin de evitar nuevas violaciones al derecho internacional humanitario”.
b) El informe presentado en el Consejo por Francesca Albanese (abril), Relatora sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados. Durante la sesión ante el Consejo informó, con contundencia, que hay “motivos razonables” para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión del delito de genocidio contra los palestinos como grupo en Gaza.
Refirió aspectos precisos sobre tres actos -que calificó de genocidio- que habría cometido Israel. Y cuya intención habría sido “causar graves daños físicos o mentales a miembros del grupo; infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial; imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo”. Sobran los comentarios.
La experta no se quedó corta, Destacó que “una minoría de poderosos Estados miembros”, en lugar de detener su impulso, “ha prestado apoyo militar, económico y político a la atrocidad, agravando la devastación que ha provocado en los palestinos”. Concluyó pidiendo algo medular:
Embargo de armas
En este contexto, Albanese pidió a los Estados miembros que cumplan con sus obligaciones e impongan un embargo de armas y sanciones a Israel. Punto medular que remite, particularmente, a los dos principales proveedores de equipamiento militar a Israel: Estados Unidos y Alemania.
Viendo el panorama -o “la película”- completo, a estas alturas es claro que sólo pasos concretos orientados, por ejemplo, a cortar el suministro de armas podrán cambiar el rumbo de las cosas. Y que sólo en el curso de ello se podría encontrar condiciones para el cumplimiento del cese de fuego acordado en el Consejo de Seguridad. Marco adecuado para mejores condiciones para la paz y para que la comunidad internacional presione para que se aplique la resolución del Consejo de Seguridad sobre cese se fuego.
Si no cesa la provisión incontenible de armas y equipo a militar a Israel por los países proveedores y no se intensifican las gestiones para que Hamás y otros grupos armados para que liberen a todos los rehenes, dentro de pocas semanas, la situación será mucho peor y habrá varios miles de muertos más que lamentar.
Son crecientes en el mundo las voces que claman por una suspensión de la provisión de armas a Israel. Que incluyen, ahora, a decenas de congresistas estadounidenses -que se han dirigido ya al presidente Biden- y hasta a Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes. Todas esas voces coinciden en que ya debe cesar la provisión a Netanyahu de herramientas para más muertes y destrucción.
¿Y el presidente Biden?
Según el New York Times, en su conversación telefónica con Netanyahu, Biden le habría dicho al israelí que la política de provisión de armas cambiaría si Israel no toma acción para para proteger a los civiles y al personal asistencial. Biden tiene las facultades legales para limitar la entrega de armas al extranjero, incluidas aquellas que hubiesen sido aprobadas previamente por el Congreso.
Telón de fondo: antiguos altos cargos de Obama, como el exasesor de política internacional Ben Rhodes, han dicho públicamente -a modo de “denuncia”- que “el gobierno de Estados Unidos sigue suministrando bombas de 1.000 kilos y munición para apoyar la política israelí”. Esta semana, sin embargo, Lloyd Austin, jefe del Pentágono afirmo en el Senado que “no hay pruebas de genocidio” en Gaza.
En fin, “genocidio” o no: no menos de 33,482 palestinos muertos y 76,049 heridos. Todo por los ataques de Israel desde el 7 de octubre, básicamente con equipo militar proporcionado por los EE.UU.
Hay pues, una grave responsabilidad, que es del gobierno estadounidense con lo que la “bola” está en la cancha de Biden. Clarísimo. Corresponde la sociedad israelí, por su lado, en la que hay muchas personas e instituciones democráticas y de buena voluntad, adoptar los pasos y movilización social interna que fuere necesaria para que Netanyahu no siga llevando a su país a esta incesante -y creciente- “guerra contra el mundo”.
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