Macron propone en Brasil forjar un nuevo acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur que contemple la crisis climática
El presidente francés, de visita oficial, y Lula impulsan proyectos conjuntos en medio ambiente y defensa
El idilio político entre los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de 78 años, y Emmanuel Macron, de 46, es evidente pese a sus diferencias ideológicas, sus posturas irreconciliables sobre el acuerdo comercial Unión Europea-Mercosur y a que, antes de saltar a la política, el francés trabajó como banquero de inversiones y el brasileño como obrero metalúrgico. Macron quiso iniciar en la Amazonia una visita oficial que concluirá en Brasilia. Este miércoles en São Paulo, el mandatario francés ha reiterado su firme oposición al acuerdo comercial negociado durante dos décadas, que Lula quisiera firmar ya. “Es un mal acuerdo para ustedes y para nosotros”, ha afirmado Macron sobre un pacto que ya dio por muerto en enero, en el pico de las protestas de los agricultores franceses. “Vamos a forjar un nuevo acuerdo (…) responsable con el desarrollo, el clima y la biodiversidad”, les ha propuesto.
Lula y Macron conversan con regularidad y en este viaje son la imagen de la concordia, aunque el brasileño ha señalado en los últimos tiempos al francés —y a su proteccionismo— de ser el principal culpable de que el acuerdo UE-Mercosur esté en coma profundo y sin visos de resucitar a corto plazo.
Macron aprovechó este miércoles un foro empresarial —el primer acto sin Lula de la visita— para dejar bien clara su postura sobre el texto con el que ambos bloques aspiran a crear la mayor zona de libre comercio del mundo. Es, con permiso de la guerra de Ucrania, la principal discrepancia. A juicio del francés, el texto que se negoció durante 20 años y lleva otros cinco atascado está obsoleto.
El viaje de Macron a Brasil, tras recalar en la Guyana francesa, refleja unos intereses mutuos que confluyen tanto en medio ambiente como en defensa. Los presidentes han comenzado este miércoles con la botadura de un submarino construido en Río de Janeiro con tecnología francesa. Y la víspera anunciaron un plan para recabar 1.000 millones de euros de inversión pública y privada para impulsar la economía sostenible en la Amazonia y la vecina Guyana francesa.
El Tonelero, de 71 metros de eslora, botado en el complejo naval de Itaguaí, ha sido amadrinado por Janja da Silva, esposa de Lula. Es el tercer submarino construido en Brasil desde que en 2008, también con Lula en la presidencia, se selló un acuerdo de cooperación estratégica de defensa con Francia. El cuarto sumergible llegará en 2025 y ambos países colaboran en un quinto a propulsión nuclear. Con estas monumentales inversiones, Lula intenta aminorar los recelos de los militares. La relación entre el presidente izquierdista y las Fuerzas Armadas pasa por un momento delicado a causa de la intentona golpista protagonizada por el expresidente Jair Bolsonaro y varios generales, retirados y en activo.
Los mandatarios extranjeros de visita oficial en Brasil no suelen incluir Amazonia en su ruta, pero Macron quiso empezar allí. Aterrizó el martes en Belém, en el corazón de la mayor selva tropical del planeta y sede en 2025 de la cumbre climática COP30. El presidente se reunió allí con Raoni Metuktire, el líder indígena Kayapo de 92 años al que ha recibido en el Elíseo y que encarna hace décadas en Francia la batalla para proteger la Amazonia. El presidente le impuso la Legión de Honor.
Raoni aprovechó para reclamar a Lula que cumpla su compromiso de crear más reservas indígenas. Lula, a su vez, pasó la pelota a su invitado: “Queremos convencer a quienes ya han deforestado de que deben contribuir de manera importante a que los países que aún tienen bosques los mantengan en pie”. Macron posó para un selfie con sus anfitriones y pudo ver de cerca una ceiba gigante en la isla de Combú. Por el camino, una pancarta en la que Greenpeace reclamaba: “No al petróleo en la Amazonia”, en referencia a un polémico proyecto de exploración en el delta del Amazonas que Lula respalda.
Brasil y Francia pretenden unir fuerzas para conseguir en cuatro años inversiones por 1.000 millones de euros para impulsar la bioeconomía en la Amazonia. Lula y su Gobierno están especialmente interesados en que se cree un mercado de carbono que sirva para compensar económicamente a los países que invierten en la protección de bosques que capturan dióxido de carbono.
La relación del Brasil de Lula con el Gobierno de Macron está en las antípodas de la que tuvo con su predecesor, Jair Bolsonaro. Ahora reinan la sintonía, las sonrisas. Las fotografías del martes en la Amazonia, en las que Lula y Macron aparecen en actitud cariñosa, ambos con camisas blancas, han hecho las delicias de los internautas brasileños porque parecen la típica sesión de fotos previa a una boda.
Tormentosa fue la relación entre Macron y Bolsonaro. Al poco de llegar al poder en 2019, el ultraderechista insultó a Brigitte, la esposa de Macron, mientras los incendios devoraban la Amazonia y el presidente francés alertaba al mundo del impacto del fuego en la mayor selva tropical del mundo. Poco después, el antiguo militar anuló en el último instante por falta de tiempo una reunión en Brasilia con el ministro de Exteriores francés, se fue a cortar el pelo y tuiteó la foto del momento, un gesto ampliamente interpretado como una provocación.
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