Los 150 millones de dólares que aún le roban el sueño a cientos de productores cafeteros en Colombia
Crece el escepticismo con el plan firmado por la Federación Nacional y las cooperativas para cerrar la descomunal deuda generada por los contratos a futuro


Aunque parecía que el caso de las millonarias deudas de los contratos a futuro de café estaba a punto de resolverse, ha surgido un temor extendido frente al reciente acuerdo entre la Federación Nacional de Cafeteros y algunas cooperativas. Productores de departamentos como Caldas, Tolima, Quindío o Risaralda, han expresado sus dudas sobre el llamado Plan de Acción Solidario (PAS), que busca saldar un déficit de hasta 150 millones de dólares con acreedores en la Bolsa de Nueva York. Este acuerdo, argumenta el miembro de la veeduría cafetera nacional José Roberto Suescún, beneficia al gremio privado, pero no a las asociaciones campesinas, que se enfrentan al abismo de la quiebra para pagar los 32 millones de sacos comprometidos. La Federación Nacional de Cafeteros (FNC) anunció, por su parte, que ya ha liquidado los 32 millones de sacos de café adeudados en el exterior. Diversas fuentes descreen. Y algunos vaticinan que el campesinado ni siquiera cuenta con esa cantidad de café a la mano.
La FNC anunció hace tres semanas un paquete de medidas y facilidades crediticias en aras de respaldar a un puñado de cooperativas independientes a cumplir con sus obligaciones. Jorge Alberto Posada, representante del departamento productor de Antioquia, garantiza la solidez del plan: “La Federación tenía esos sacos en inventarios de café. Los pusieron a disposición de las cooperativas para resolver el lío financiero”. Sin embargo, Duberney Galvis, un especialista en gestión ambiental con vínculos en el sector, cuestiona la solución del gremio. Argumenta que la Federación podría incluso estar incurriendo en un delito de peculado, al utilizar dineros públicos de los cafeteros y del Fondo Nacional del Café para un fin ajeno al señalado en la ley.
El sentimiento general en la base del sector es que la solución es poco transparente. Seis fuentes del mundo cafetero coinciden en que el plan gremial sirve como una suerte de “maquillaje” para los apretados balances financieros federativos. Tras el crédito que se ha presentado como un salvavidas se hallaría, en realidad, una maroma contable: “La deuda de 150 millones de dólares es impagable. Ya se ha anunciado que hay un préstamo por 37 millones de dólares para cubrir la garantía de compra, pero nada se sabe de los 114 millones restantes. ¿De dónde van a salir?”, se cuestiona Galvis.
Posada responde que ya hay unos 53 millones de dólares en firme sobre la mesa: “El préstamo varía dependiendo de cada cooperativa, dependiendo del monto adeudado y la capacidad de pago de cada uno. De esto depende el tiempo que cada una tiene para cancelar el pago, con un año de gracia”.
No obstante, para Adalgiza Lozano, gerente de una de las asociaciones del Tolima, lo único que la Federación ha logrado es “alargar la agonía” de las cooperativas campesinas. “Desde hace cuatro años, cuando se inició con las entregas del café a futuros, no ha habido una fórmula para solucionar el problema. Ahora lo que se ha pactado es que, con los recursos de todos los asociados, se tienen que asumir las deudas a 20 años”.
Por eso resulta muy temprano, repiten estos caficultores, para resolver interrogantes que siguen reflotando a medida que se desenvuelve el plan. El columnista del diario La República Guillermo Trujillo lo resume en su tribuna de prensa: “El denominado Plan de Acción Solidario, estructurado supuestamente para salvar unas cooperativas de caficultores, fue una inteligente jugada contable, muy bien diseñada por el gerente de la Federación Nacional del Café, cuando cerró las posiciones de bolsa (...)”. El experimentado analista adjetiva el resultado como una “amnistía inequitativa”, que a su juicio favorece a los dos gerentes responsables en los últimos cinco años: Roberto Vélez (2015-2022) y el actual, Germán Bahamón. También a los altos mandos del Comité Directivo cafetero que, en su opinión, “tumbaron a la institución que dicen amar”.

La raíz de esta historia se concentra en algo más de 1.300 contratos confeccionados por una veintena de cooperativas en 2020 para vender millones de kilos del grano. Muchos de ellos sellados a través de WhatsApp. A partir de 2021, el aumento en la cotización internacional del café dejó en desventaja a los agricultores que habían acordado precios por debajo del valor en alza. El negocio se ejecutó a través de un instrumento bursátil llamado ventas a futuros, muy común en el mundo de las materias primas, para protegerse de las fluctuaciones del mercado.
Con el ascenso inusitado del precio de la libra, que ha roto en los últimos meses el techo histórico de los 4 dólares, muchos optaron por incumplir antes que incurrir en pérdidas. Algunos buscaron vías alternas para vender el grano al precio más alto. Otros apostaron sus propias fichas en la bolsa. Muchos se replegaron con la esperanza de que los precios se enfriaran. Lo que sucedió, no obstante, fue todo lo contrario.
Y con el paso del tiempo se fue alejando la posibilidad de saldar las deudas contraídas con los acreedores internacionales. Hasta este febrero, cuando la Federación, que es la cabeza exportadora, decidió cerrar sus posiciones en bolsa y cancelar la incómoda operación que había sido abierta por cooperativas independientes. Un dolor de cabeza que le quitó el sueño durante cinco años. Fue una decisión repentina para, en teoría, salvar a unos 7.000 caficultores endeudados hasta el cuello. La FNC ha esgrimido que al buen momento del grano en la Bolsa, se sumó la buena cosecha en 2024 para elegir el momento. Dos vectores favorables, han repetido, para liquidar cuanto antes la deuda y comenzar a rearmar la renqueante red de asociaciones campesinas.
El plan se anunció hace tres semanas como definitivo y fue recibido como un alivio en el sector cafetero. De acuerdo con información de La República, las cooperativas ya habrían saldado el 100% de la deuda de café esta semana en una operación equivalente a los 82 millones de dólares. Un asunto que en buena parte del sector productor ponen en tela de juicio. No obstante, el gerente del gremio, Germán Bahamón, aseguró: “Las hemos respaldado [las cooperativas] y a su vez aseguramos su garantía de compra. Con esto queda demostrado una vez más la capacidad de gestión que tiene la federación”.
Sin embargo, estas transacciones han puesto en riesgo la subsistencia del sistema cooperativo y el patrimonio del Fondo Nacional del Café, la cuenta administrada por el gremio, pero financiada con recursos públicos desde hace 80 años. Una suerte de cordón umbilical que une al Ejecutivo con la FNC. Por eso, más de una fuente avisa de que, en caso de que no se aclare este asunto, el Gobierno de Gustavo Petro, muy crítico de la dirigencia cafetera, tiene la potestad de cancelar el contrato que se renueva cada 10 años.
La Contraloría, por su parte, ha indicado que hay 600.000 millones de pesos que los productores le pagaron a la Federación que no son rastreables a día de hoy. No es de extrañar que el negocio haya sido tildado de “fiasco” por diversos analistas. “Los cafeteros perdimos con la operación de Roberto Vélez, el presidente de la federación en 2020 cuando todo esto empezó. Y ahora nos ponen a pagar una deuda gestionada por los mismos dirigentes que aprobaron esos negocios desastrosos”, concluye Duberney Galvis.
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