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China
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Para Colombia el problema (no) es China

China puede ser un socio que nos cambie la vida. Pero no podemos olvidar que Colombia y Estados Unidos tienen una relación que va más allá del comercio

gustavo petro y Xi Jinping
Gustavo Petro y Xi Jinping en Beijing, China, en octubre de 2023.Pool (Getty Images)

“Pero hombre, quiénes van a leer esas estupideces”, dijo el embajador de China en Colombia, Zhu Jingyang, en su cuenta de Twitter respecto al artículo que publiqué en este mismo espacio la semana anterior. Supongo que no se refería al cierre del escrito en donde claramente puse que “acercanos a la China no necesariamente ha de verse como algo negativo. Tal vez ellos puedan ayudar al desarrollo que tanto necesita Colombia”. O tal vez sí, cosa que lo haría quedar como un diplomático bastante torpe, pues ataca un texto que en su conclusión pondera aquello que China ha logrado en varios países donde ha aterrizado con su inmenso proyecto global de la Franja y la Ruta, también conocido como la Nueva Ruta de la Seda. Sin embargo, su comentario sirve para ilustrar la molestia que tanto en Estados Unidos como en China genera ser puestos en el mismo nivel, cuando cada uno considera ser superior y mejor que el otro en aquella búsqueda de influencia y alcance mundial.

Estados Unidos se cree irremplazable. China cree que lo tiene todo para ser acogido sin miramiento alguno por todo país al que se acerca. Si se pone uno y otro en una balanza, la verdad es que China está haciendo mejor la tarea, y, si el actual Gobierno de Colombia piensa en los chinos para sacar adelante proyectos tan atractivos como el ferrocarril que conectaría la altillanura con el centro del país, un nuevo megapuerto en la cuenca del Pacífico o un renovado ferrocarril que conecte a Buenaventura con los puertos del Caribe, es porque, a diferencia de Estados Unidos, ellos sí hacen apuestas al desarrollo de sus socios, yendo más allá de asuntos de seguridad o discretos programas de cooperación internacional.

La revista The Economist lo destaca en la edición que circula desde ayer: el nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, va a encontrarse con una América Latina en donde es muy difícil superar lo que está haciendo China. Asimismo, la edición de The New York Times de hace un par de días destacaba la frase del exembajador de Estados Unidos en Panamá John Feeley, según la cual no es que su país esté perdiendo influencia en América Latina por cuenta de China, sino que sencillamente Estados Unidos ni siquiera parece interesado en profundizar su relación con los países de Centro y Sudamérica.

Basta con ver la participación de grandes empresas de infraestructura estadounidenses en licitaciones de grandes obras públicas en Colombia. Sencillamente, no existen. Mientras que los chinos poco a poco van mostrando más interés en hacer presencia y conseguir contratos de la mayor importancia. Por eso lo que puede anunciarse en este aniversario 45° de las relaciones Colombia–China tal vez resulte sorprendente y esperanzador para un país atrapado en el atraso vial, rehén de los camioneros y condenado a operadores portuarios poco ambiciosos.

China puede ser un socio que nos cambie la vida. Pero (y seguro esto no le gustará al embajador Zhu) no podemos olvidar que Colombia y Estados Unidos tienen una relación que va más allá del comercio. De hecho, por encima de los negocios, Colombia es para ese país sinónimo de un problema llamado narcotráfico y, por culpa del nefasto desempeño que ha tenido el actual Gobierno en las labores de disminución de cultivos de coca y lucha contra grupos ilegales, la respuesta a un acercamiento con el que parece ser el enemigo número uno de Trump podría resultar por lo menos delicada. Es eso lo que el Gobierno debe tener en cuenta. Así al embajador de la China le parezca una estupidez.

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