Corrupción y asesinato de líderes sociales: asuntos pendientes
El Gobierno del presidente Gustavo Petro no ha podido enfrentar con éxito esos retos para los que tantas veces reclamó solución
Dos de los problemas más importantes que enfrenta el país de tiempo atrás fueron banderas del presidente Gustavo Petro en sus tiempos de líder opositor. Ahora, en su Gobierno son dos pendientes protuberantes en su administración: la batalla contra la corrupción y el asesinato de líderes sociales. En ninguno de los dos frentes hay avances significativos. En el caso de la lucha contra la corrupción no se conocen planes de choque o grandes proyectos que apunten a conseguir transformaciones reales. Para enfrentar la violencia en distintas manifestaciones, entre ellas los crímenes contra líderes sociales, el presidente le apuesta a la paz total que ha tenido algunos resultados en varias regiones, pero resultan escasos ante la magnitud de la masacre. Toda vida salvada cuenta, pero son muchas las que se siguen perdiendo.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro no ha podido enfrentar con éxito esos retos para los que tantas veces reclamó solución. Siempre será más fácil exigir que se resuelvan los problemas que resolverlos efectivamente. En especial cuando se trata de desafíos multifactoriales que cruzan muchos elementos como las economías ilegales, los grupos armados, las siempre pendientes soluciones a necesidades sociales y, en el caso de la corrupción, una cultura de la ilegalidad que logra permear buena parte de la estructura del Estado.
No fueron pocas las ocasiones en las cuales el hoy presidente Petro, en su calidad de congresista, citó a debates de control político y lanzó todo tipo de reclamos a los gobiernos de turno por permitir esa masacre a cuentagotas de líderes y lideresas a lo largo y ancho del país.
Según los archivos de la Fundación Indepaz en el año 224 fueron asesinadas 173 personas en 27 departamentos. En el mapa se reflejan crímenes en la mayor parte del país y se pone en evidencia que se trata de liderazgos diversos relacionados con las batallas por distintos derechos de los ciudadanos: algunos de los asesinados son ambientalistas, otros son líderes indígenas y campesinos, reclamantes de tierras, representantes de sectores culturales, periodistas, entre otros. Son todas personas que aportan a sus comunidades, que jalonan transformaciones, que alzan la voz. Cada asesinato de un líder social golpea más allá de una familia porque toda la comunidad se resiente y los asesinos logran así sembrar el terror que paraliza.
En materia de corrupción, el episodio de la Unidad de Gestión de Riesgo, que ha tocado las más altas esferas del Gobierno y a varios congresistas, es una muestra, no el único caso, de que ese cáncer está ahí enquistado en la manera de tramitar los asuntos públicos. Para algunos dirigentes, acceder a cualquier nivel de la administración pública significa tener a mano un negocio personal para exprimir la vaca lechera de un Estado al que le han fallado sistemáticamente los controles que ha diseñado para evitar la pérdida de dineros públicos.
¿Cómo planea este Gobierno combatir la corrupción? No hay muchos planes, o tal vez no se conocen, porque la comunicación de sus políticas no es precisamente un punto fuerte de la Administración. Más allá de los discursos del presidente y de algunos esfuerzos particulares de funcionarios que intentan cuidar cada peso, no se conoce una propuesta macro que recoja estrategias para atacar las raíces del problema.
No son estos los únicos asuntos que van a ocupar el tiempo al presidente en el tiempo que le queda en la Casa de Nariño. No han estado en su mandato en el centro de su agenda y se debe reconocer que los males de este país que requieren atención y cirugía mayor son demasiados, pero haría bien el presidente si atiende de alguna forma más efectiva los asesinatos de líderes sociales y esa corrupción que amerita no solamente leyes y normas sino un trabajo de fondo y de largo plazo que recupere el valor de la ética en el manejo de los recursos públicos. Las escasas sanciones no ayudan a mandar el mensaje de cero tolerancia frente a la corrupción. Muchos delincuentes roban, delatan a otros, pagan penas menores y salen a disfrutar el botín que pusieron a nombre de testaferros. Que puedan además seguir contratando con el Estado después de haber robado no tiene presentación.
Aunque quedan todavía 18 meses antes de que termine el mandato del presidente Petro, en realidad el tiempo efectivo de gobernabilidad es mucho menos que eso. Entramos en este 2025 en plena campaña presidencial anticipada y es poco el margen para avanzar en tantos asuntos fundamentales. En unos días comenzarán las renuncias de funcionarios que no se quieren inhabilitar para salir a hacer campaña y los congresistas estarán más que dedicados a sus correrías buscando votos y a mover todo aquello que genere mucha emoción y poca razón.
Es difícil que el presidente logre dar el timonazo que le permita dejar como legado grandes transformaciones en estos dos temas sobre los que hoy quiero llamar la atención. En otros asuntos que él ha decidido tener como prioridad se le debe reconocer, en cualquier caso, el esfuerzo que ha hecho por abrir discusiones aplazadas desde hace tiempo a pesar de su liderazgo poco dado a la concertación. No son pocos los gobiernos que decidieron dejar para después conversaciones urgentes sobre asuntos de primer nivel para la sociedad como las pensiones o el sistema de salud. Ahora bien, que lo propuesto por este Gobierno resuelva los problemas que se vienen arrastrando es otra cosa. Ya este año comenzaremos a ver los resultados de su reforma pensional y la de Salud todavía está en veremos, aunque en la práctica, por la vía de la intervención, hoy la mayor parte de los pacientes dependen para su atención de una EPS que controla el Estado.
En todo caso, como van las cosas, es posible que el presidente Petro entregue su mandato con más líderes asesinados. La tasa general de los últimos años es casi de uno cada dos días. Una verdadera tragedia que debería convocar al Estado en su conjunto y a la sociedad que debería cerrar filas para proteger a esos ciudadanos valiosos que se ponen al frente de los problemas. Y en materia de corrupción vendrán más escándalos, más investigaciones exhaustivas y al final los dineros públicos seguirán siendo botín de ladrones grandes y pequeños. Mucho por hacer y el tiempo cada vez más corto.
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