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Petro insiste en levantar las banderas del M-19 ante otros líderes latinoamericanos

El presidente de Colombia exhibe una vez más los colores de la antigua guerrilla al condecorar en Uruguay a Pepe Mujica

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, condecora al expresidente de Uruguay, José 'Pepe' Mujica, en Montevideo, el 5 de diciembre de 2024.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, condecora al expresidente de Uruguay, José 'Pepe' Mujica, en Montevideo, el 5 de diciembre de 2024.Mariana Greif (REUTERS)
Santiago Torrado

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, insiste en levantar las banderas del M-19, la guerrilla a la que perteneció cuando era joven, ante otros líderes de izquierda latinoamericanos. Si ya lo había hecho en un sentido metafórico en octubre, cuando asistió a la toma de posesión de la mexicana Claudia Sheinbaum, esta semana volvió a hacerlo en un sentido literal ante el expresidente uruguayo José Pepe Mujica, otro antiguo revolucionario que llegó al poder después de dejar las armas.

Petro viajó a Uruguay para condecorar el jueves a Mujica, al que destacó como defensor de la paz y promotor del diálogo, con la Cruz de Boyacá, la máxima distinción que otorga el Estado colombiano. En el pasaje que atrajo la mayoría de los focos, le entregó una bandera azul, blanca y roja del M-19 durante la ceremonia que se celebró en el jardín de la modesta casa del uruguayo, en las afueras de Montevideo. “Gracias, hermano”, le dijo el expresidente de 89 años, que perteneció en su día al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y es un faro de la izquierda regional. “Ambos terminamos dejando las armas porque entendimos que la paz era lo más importante, lo más revolucionario en una sociedad”, declaró el colombiano.

El presidente vincula así a otro líder de la región en su propósito de reivindicar al M-19, una guerrilla de concepciones nacionalistas y bolivarianas que se hizo famosa, entre otras, por la osadía de sus acciones, que incluyeron el robo de miles de armas de un cantón militar, el robo de la espada de Bolívar, el secuestro de una docena de embajadores en la sede diplomática de República Dominicana o el asalto al Palacio de Justicia, todo ello en Bogotá. “El M-19 ha dado dos presidentes en América”, declaró Petro cuando viajó a México para acompañar la toma de posesión de Sheinbaum, el pasado 1 de octubre. Aseguró entonces que la presidenta mexicana fue “colaboradora y militante” de la organización en la década de los 80, un dato hasta entonces desconocido en el país norteamericano –y que ha sido cuestionado por otro exguerrillero del M-19, Everth Bustamante, que hoy milita en el opositor y derechista Centro Democrático–.

Gustavo Petro y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, posan durante el saludo oficial, el 1 de octubre de 2024, en Ciudad de México.
Gustavo Petro y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, posan durante el saludo oficial, el 1 de octubre de 2024, en Ciudad de México. Andrea Puentes (EFE)

Tampoco fue la primera ocasión en que Petro exaltó la bandera del M-19, algo que en Colombia ya ha desatado un intenso debate sobre la memoria histórica, los símbolos y la reconciliación. Esos colores suelen ondear en las manifestaciones convocadas por el presidente, y también se vieron en febrero en una protesta frente al nuevo Palacio de Justicia, un lugar particularmente sensible. La toma de las viejas instalaciones en 1985, y la retoma por parte de los militares, derivaron en una tragedia que muchos todavía recuerdan como “el holocausto del Palacio de Justicia”. La discusión alcanzó un punto álgido cuando Helena Urán, la hija del magistrado Carlos Horacio Urán, que fue asesinado por el Ejército en la retoma, cuestionó públicamente a Petro por ondear en eventos públicos las banderas de la insurgencia. “Romantizar públicamente al Eme es violento y empodera a quienes no quieren justicia ni verdad”, escribió la politóloga y escritora en uno de sus mensajes al mandatario.

El Gobierno de Petro lleva la impronta del Eme, como se suele llamar al Movimiento 19 de Abril, surgido luego de un alegado fraude electoral en las elecciones de 1970. El primer presidente de izquierdas de la Colombia contemporánea ha nombrado a antiguos militantes en posiciones sensibles. Entre otras, ha encomendado la paz total, su política bandera, a figuras históricas de la guerrilla, como Otty Patiño, comisionado de Paz, y Vera Grabe, jefa negociadora en la mesa con el ELN. También han tenido cargos en la propia Presidencia de la República, en el sector de inteligencia y en algunas misiones diplomáticas.

El M-19 ha estado presente desde su propia posesión, precedida por las fricciones en torno a la exhibición de la espada del libertador Simón Bolívar. La primera orden de Petro como presidente, recién juramentado en la propia Plaza de Bolívar, fue traer la espada que la guerrilla robó a comienzos de 1974 para convertirla en un símbolo de su naciente movimiento, y que devolvió después de sellar la paz. También Carlos Pizarro, el líder del M-19 asesinado en la sangrienta campaña presidencial de 1990, estuvo presente en un momento de la ceremonia cargado de simbolismo. Su imagen apareció bordada en la espalda de la chaqueta de su hija, la senadora María José Pizarro, cuando ella se encargó de ponerle a Petro la banda presidencial.

El Eme firmó en su día lo que Antonio Navarro Wolf, uno de sus líderes históricos, describe con orgullo como el primer acuerdo de paz de la América Latina contemporánea. Lo hizo el propio Navarro junto a Carlos Pizarro, el último comandante de la extinta guerrilla, baleado en un avión que volaba entre Bogotá y Barranquilla en abril de 1990, apenas mes y medio después de desmovilizarse, cuando era candidato presidencial. A pesar de ese magnicidio, Navarro se aseguró de que sus militantes persistieran en la palabra empeñada.

La Constitución de 1991 es el mayor legado de la Alianza Democrática M-19, el movimiento político que surgió de aquella guerrilla a la que perteneció Petro. La AD M-19 fue una de las tres fuerzas que fraguaron una mayoría en la asamblea que redactó la celebrada carta política que rige a Colombia desde hace más de 30 años, y que tuvo en Navarro a uno de sus tres presidentes.

“Decidimos que nuestra lista a la Asamblea incluyera, no solo a antiguos miembros de nuestra organización incorporada a la vida democrática, sino a muchos otros sectores de la vida política colombiana”, recuerda Navarro en su libro Una asamblea que transformó el país. Había figuras liberales, conservadoras, de izquierda, académicas, de la cultura e incluso del deporte. También representantes del M-19 como Otty Patiño y Everth Bustamante. Aliados con las fuerzas tradicionales del liberalismo encabezado por Horacio Serpa y del conservatismo más de derecha de Álvaro Gómez Hurtado, lograron una Constitución que fue un gran acuerdo nacional, el mismo concepto que Petro ha invocado en varios momentos de su periodo. Pero, al detenerse en los detalles, no es la bandera de esa Alianza Democrática la que suele exaltar el presidente, sino la de la vieja insurgencia en armas que la precedió.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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