Mafe Carrascal: “Tenemos derecho a maternar y no por eso tener que dejar el puesto en el Congreso”
La congresista del movimiento de Gustavo Petro lucha para que las mujeres políticas no pierdan su derecho a voto y sus iniciativas legislativas por acogerse a su licencia de maternidad, lo que no ocurre en países como España o Chile
Las congresistas colombianas que tienen un hijo y quieren tomarse la licencia de maternidad deben apartarse durante cuatro meses de su cargo. Ese puesto lo ocupa el siguiente en la lista, que suele ser un hombre. Sus proyectos quedan suspendidos por ese tiempo. Mujeres como Paloma Valencia, de la derecha, o Mafe Carrascal, de la izquierda a través del movimiento que lidera Gustavo Petro, se han unido para que sus derechos políticos en ese periodo no les sean hurtados. Carrascal se sienta esta mañana soleada y de cielo azul acuarela de Bogotá —esos días existen en esta ciudad, los he visto con mis propios ojos— en un cafecito encantador con aire parisino, de esos que tienen las mesas y las sillas de cara a la calle para ver a la gente pasear. Le acompaña su equipo de trabajo en el Congreso y la periodista María Lucía Lacoture, trabajadora de la Asamblea. La ley que regula este asunto es de 1992, cuando las congresistas tenían entre 50 y 80 años. Ahora que ha bajado casi a la mitad la media de edad, las políticas están en edad de maternar y se enfrentan a este dilema. Carrascal ha sorprendido al país con una revelación íntima: al enterarse de que estaba embarazada le propuso abortar a su pareja. Confesiones como esa son las que han removido históricamente a la sociedad y la han puesto frente al espejo. Finalmente, optó por tener el bebé y hoy luce como una embarazada radiante que tiene antojo de un dónut de azúcar.
Pregunta. ¿En qué encrucijada se encuentran las congresistas que quedan embarazadas?
Respuesta. En el de dejar un derecho por tomar otro. En este momento se cursa un proyecto de ley, del cual soy coautora con Valencia, donde confluimos políticas de todas sensibilidades porque entendemos que esto es una necesidad. Es el proyecto de ley 105, buscamos modificar la ley quinta, la ley que regula el Congreso. Es una ley sombrilla. En esa ley hay un parágrafo que medianamente nombra una posibilidad de licencia de maternidad. ¿Qué tuvieron que haber hecho los congresistas de esa época? Tuvieron que haber legislado con un proyecto para hacer una licencia de maternidad especial para las mujeres políticas, no solo las congresistas.
P. No se hizo.
R. En esa época casi no había mujeres y evidentemente seguimos en una sociedad creada por hombres y para hombres, y más en la política. Hemos hecho el ejercicio de hacer una investigación sobre la representación de las mujeres en el Congreso. Desde el 92 que se hizo la ley al 98 no tenemos cifras, pero del 98 al 2002 hay datos que no se han tenido en cuenta. Hay un cambio generacional de las personas que han entrado al Congreso. Las del 98 eran mujeres entre los 50 y los 80, no menstruaban en ese momento. Las de hoy ya empezamos desde los 28 años. Estamos en etapa reproductiva. En la Cámara de Representantes somos un 28% de mujeres. En el Senado, 31.1%. No alcanzamos a la paridad que soñamos en un país donde somos el 52% de la población. Definitivamente, cada vez somos más. El presidente Petro fue el que dijo, peleando con sus mismas bases, que si queríamos que más mujeres entren en las instituciones debíamos cerrar las listas y hacerlas en alternancia, tipo cremallera. Y así fue como entramos. Ahora, nos interesa no poner a competir nuestros derechos: que las mujeres podamos maternar y a la vez podamos ejercer nuestros derechos políticos.
P. ¿Qué sensación le deja que esto ocurra?
R. Es como si nos castigaran. Porque entonces es muy difícil entrar en política para nosotras. Es obvio que tenemos más barreras económicas y labores del cuidado. Tenemos una cantidad de violencias: la política, la digital. En el caso de mi embarazo entras a ver las redes sociales y es vergonzosa la cantidad de violencia en un país que sigue siendo misógino, patriarcal, machista. Pero además, con las mujeres políticas se es más aún. Pasas todas esas barreras y llegas acá después de 12 años de activismo, que es mi caso, y me enfrento a esto. Yo no quería maternar como proyecto de vida. Y ahora que estoy dentro y llega mi primera elección, pienso que me van a castigar teniendo las agendas que tenemos. ¿Por qué? Tú ves otros congresos en el mundo, en España, por ejemplo, y hay guardería de 0 a 3 años. En Canadá, Chile, Guatemala sucede lo mismo. Allí las mujeres no renuncian a sus derechos políticos.
P. Pueden incluso votar telemáticamente.
R. Claro, también les dicen que si no quieren tener a sus hijos en el congreso le dan una partida económica para que puedan contratar ayuda. Nos tenemos que poner a tono con la situación. La pandemia nos puso de presente que se pueden hacer modalidades mixtas para poder ejercer la representación. Creo que en España y Chile pueden hacer la votación a través de medios virtuales. Ya existe. Además, la realidad es que no se embarazan 20 congresistas al tiempo. Si se embaraza una en cada periodo es mucho. Ahorita somos dos, pero una detrás de la otra.
P. A usted no le va a dar tiempo a disfrutar de ese derecho por el que está peleando.
R. Espero que yo sea la última, que no nos veamos obligadas a renunciar a nuestros derechos. Pero te digo la verdad, yo no quisiera renunciar a ningún derecho, voy a intentar que no. Me parece muy lamentable porque todo este camino hasta llegar aquí ha sido muy difícil. No tengo padrinos políticos, vivo de mi salario. De mi salario pago las deudas que tengo de la campaña de hace año y medio. Vengo de una clase media trabajadora y de un sector político al que le ha costado mucho llegar ahí. Represento unas agendas para las mujeres y para los trabajadores. Renunciar a eso por maternar y cuidar no creo que sea justo. Puedo hacer las dos ponderando esos derechos.
P. Que esto ocurre no ha estado sobre la mesa ni apenas se ha discutido.
R. Justamente las feministas, o bueno, una parte de las feministas, hablamos de que lo personal es político. Ahora tengo en mi poder la posibilidad de trabajar un tema que antes no se mencionaba. Muchas políticas no sabían siquiera que podían enfrentar esta situación en caso de maternar. Pienso que si llegamos a este tipo de cargos y tenemos la facultad de poner los temas encima de la mesa y hacer algo es nuestra responsabilidad. Y esto yo sé que inspira a muchas mujeres que están en el sector privado. Muchas de ellas se han negado la posibilidad de ser madres porque el mismo ambiente así se los dice. Esta semana lo hablé con varias amigas que están en ese sector y que quieren subir, la maternidad hace parte de ese techo de cristal. Se puede hablar del embarazo y decir que se puede tomar como opción abortar, una opción entre muchas tantas. Da mucho miedo maternar en un mundo que no brinda condiciones para ello.
P. Los hombres no se enfrentan a ese dilema.
R. No les pasa. Nos pone a nosotras en desigualdad, no podemos competir con ellos. Ni para entrar al Congreso ni cuando estamos ya dentro. Esta sociedad le tiene que exigir también a los papás que compartan las labores de cuidados de sus hijos. Y que puedan dejarlos en la guardería del Congreso, ¿por qué no? Las mujeres trabajadoras de allí, las de servicios generales, también podrían utilizarla.
P. Que usted se coja la licencia significa también que los contratos de su equipo de trabajo quedan en suspenso.
R. Son cargos de confianza y las personas que están en este equipo creen en el proyecto, además de trabajadores son militantes de la causa, la laboral y la feminista. Peleamos mucho también en la reforma laboral por la estabilidad. No queremos perder eso ahora.
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