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Petro recupera para su Gobierno a Gustavo Bolívar, el libretista de telenovelas fiel

El autor de series de narcos de mucho éxito se une al presidente como director del DPS después de su intento fracasado de conquistar para la izquierda la Alcaldía de Bogotá

Gustavo Bolívar
Gustavo Bolívar en su apartamento en Bogotá, en octubre de 2023.CHELO CAMACHO
Juan Diego Quesada

El primer Gustavo Petro, el que se enfundó la banda presidencial hace año y medio, estuvo rodeado de políticos de mucha experiencia que no necesariamente coincidían con él en todo su ideario. Era gente que venía del centro político y de lo que se entiende por liberalismo en Colombia. El presidente encontró con ellos puntos en común en muchos aspectos, en otros bregaron y llegaron a levantarse la voz. Petro sospechó que se sentaban con él en el Consejo de Ministros, pero que después llegaban a negociar con opositores la paralización de algunas de sus reformas. Una noche se cansó y los eliminó de su Gobierno. Laura Sarabia, su número dos, fue la encargada de comunicárselo a ellos. Desde entonces, poco a poco, ha ido conformando a su alrededor un gabinete de personas más afines a la izquierda, convencidas de la necesidad de un cambio estructural. Y nadie más leal en este sentido que Gustavo Bolívar.

El escritor, un libretista televisivo de narconovelas de mucho éxito, ocupará a partir de la próxima semana la dirección Departamento de Prosperidad Social (DPS), la entidad encargada de entregar los subsidios sociales, que tiene rango ministerial. Manejará un presupuesto de casi 7.000 millones de dólares. La importancia de la decisión se mide por quién ocupaba antes el cargo, Sarabia, la persona de más confianza de Petro. Sarabia pasa ahora a ocuparse del Dapre, el organismo que maneja todo lo relacionado con la Presidencia. En ese tetris, el presidente ha encajado a Bolívar, alguien muy leal y comprometido por su causa que a diario mantiene disputas verbales a favor del presidente.

Bolívar aterriza aquí después de haber fracasado en las elecciones locales de octubre de 2023. Era la ficha de Petro para la Alcaldía de Bogotá, la esperanza de que la izquierda gobernara la ciudad más grande del país. Sin embargo, nunca estuvo ni cerca de la victoria. Ganó en primera vuelta, por aclamación, el más centrado Carlos Fernando Galán. Muchos lo interpretaron como un golpe a Petro, que entonces cumplía poco más de un año de mandato. En cualquier caso, ese análisis resulta difícil de hacer. Por la complejidad dada la forma de hacer política y la dispersión de partidos, difícilmente pudo interpretarse como un plebiscito sobre el presidente. Dicho esto, Bolívar perdió y, como él mismo había dicho en campaña, era su hora de regresar a escribir unos libros y unas cuantas novelas que tenía atrasadas.

Pero el mundo de la ficción tendrá que esperar un tiempo más para poder disfrutar de Bolívar. Se enrola ahora con Petro, a quien apoya desde que fue suspendido de sus funciones como alcalde de Bogotá con una resolución administrativa injusta —después fue revocada—. Bolívar le ofreció en ese momento apoyo económico. A él, que venía de la pobreza y la exclusión, la vida le puso en la posición, dado su éxito fulgurante como creador de contenidos en televisión, de poder ofrecer dinero a otros que consideraba perseguidos por la justicia colombiana. Petro declinó el ofrecimiento, pero años después, cuando estaba por empezar su campaña a la presidencia, lo aceptó y desde entonces tuvo en su radar a Bolívar.

Elegir al escritor implica una dosis de riesgo. Él se enroló en la política por su sincera preocupación por los más desfavorecidos y con la intención de transformar un sistema que considera injusto. Por ejemplo, estuvo toda la campaña asegurando que, si gobernaba, él iba a convertir en bilingües todas las escuelas públicas. Fue elegido senador en 2018. En el Congreso ejerció una labor muy activa y se dejó ver mucho. Su asunción de que él era el único puro e incorruptible no gustó mucho a sus compañeros de hemiciclo. Tuvo más de una bronca. Las ha tenido también con algunos políticos del movimiento político de Petro, a los que considera arribistas y politiqueros, una forma de llamarles políticos profesionales en el mal sentido del término.

Parece claro que no se va a callar cuando considere que algo es injusto, sea o no un asunto del Gobierno. Bolívar cabalga a lomos de un corcel blanco y no duda en embestir con su lanza. Esa es su fortaleza, su honestidad de base. Resulta fácil creerle cuando dice que no gobierna ni gobernará con corruptos. El problema es cuando hay que profundizar en el sentido estricto de la gobernabilidad y el servicio público, algo más complejo que un juego entre buenos y malos. Quizá esas honduras no tengan sentido debatirlas ahora. Petro sabe a ciencia cierta que tiene a un compañero fiel en un puesto de mucha relevancia, al que también había llegado el momento de compensar después de años de servicio altruista. Bolívar agrega un fuerte perfil público en un Gobierno falto de buenos comunicadores. Por fin, los dos gustavos se han unido bajo el mismo paraguas.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.
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