Ministra: no nos convierta a los defensores ambientales en tarjeta de tiro
La afirmación de la ministra de Agricultura, que apunta a que quienes trabajan en temas ambientales desde la ciudad son “gomelos” y “yuppies”, no solo atiza los odios y resentimientos, sino que se basa en criterios más ideológicos que técnicos
La ministra de Agricultura, Jhenifer Mojica, se fue lanza en ristre contra quienes defendemos a los animales, la naturaleza y la biodiversidad. En un evento público este miércoles, en Buenaventura, afirmó que el Decreto 281 de 2021 ––que ordenó un plan ambiental para la protección y conservación de tiburones, rayas marinas y quimeras, prohibiendo su captura–– es un decreto de “gomelos” y “yuppies” cuyo actuar da muestras de racismo. Enseguida, cargada de pugnacidad, cabalgó sobre la idea de que Colombia se divide entre dos mundos: el de las gentes del país central, blanco y privilegiado, que produce ciencia elitista de espaldas a la realidad; y el de los demás: los no blancos, los no privilegiados, que en todo discurso populista son catalogados como “el pueblo”, cuyo saber es “heredado” o “ancestral”.
El hecho podría pasar como anecdótico; como el descache de una ministra afectada por la compunción que le produjo conocer, por primera vez, las condiciones de miseria en las que viven tantos colombianos. Pero más que anecdótico, su discurso es peligroso: convierte en tarjeta de tiro a quienes ejercemos la defensa ambiental y de los derechos de los animales, a la vez que atiza los odios y resentimientos que unos llevan en el alma y otros en las armas. No exagero. Colombia es el país donde más defensores del ambiente son asesinados. Y señalarnos de racistas, elitistas y privilegiados indiferentes, mientras anima a la movilización de los del “otro mundo” no solo es profundamente injusto, sino temerario.
¿Por qué convertir las discusiones importantes o controversiales en una pugna racial o de clases? ¿Para qué azuzar los odios y llamar a “el pueblo” a movilizarse (¿contra los privilegiados?) en vez de gobernar para todos con compasión y justicia? ¿Qué necesidad de crear falsos dilemas como si hubiese que elegir entre proteger las vidas de los animales o de las personas, como si no todas fueran valiosas? ¿Cuál es el propósito de descalificar los conocimientos de algunos, de las ciencias, las humanidades, como si no merecieran o debieran ser tenidos en cuenta en los debates públicos? Porque si ahora todo va a ser “tradición” y “ancestralidad” cerremos el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, de paso el de Educación, y declaremos patrimonio las horrendas y embrutecedoras corralejas. Qué error. Qué descache. Qué peligro. Nada más antiprogresista que aferrarse acríticamente al pasado.
La ministra debe entender que ella no obedece a un mandato popular, como equivocadamente lo dijo, sea de los ganaderos blancos o de las platoneras negras; tampoco le corresponde hacer política, ni echarse discursos cargados de ideología; mucho menos, elegir entre sectores más o menos merecedores de su atención. Su deber, como ministra de Estado, no de partido, es técnico, y bajo ese enfoque debe escuchar y atender todas las visiones sobre los asuntos de su competencia para llevar al país al mejor puerto. Ojalá sopese su error y el daño que su discurso pendenciero le hace al país y al Gobierno. Y ojalá podamos seguir creyendo que este gobierno es “de la vida”: la de todos, sin excepciones ni categorías, incluidos los animales.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y aquí al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.