Carlos Fernando Galán evoca la Alcaldía de Lucho Garzón para esquivar la polarización
El alcalde se propone emular Bogotá sin hambre, el programa bandera del primer gobernante de izquierdas de la capital
Carlos Fernando Galán cumple su primera semana como alcalde mayor de Bogotá, y lo ha dejado claro desde el arranque de su gestión: la lucha contra el hambre es una de sus prioridades. Vislumbra una Bogotá de oportunidades para todos, “en la que la integración social sea la clave para reconciliar a nuestra sociedad”, dijo durante su posesión. “Una ciudad que siga avanzando en la lucha contra la pobreza, una ciudad que no acepta que ningún habitante sienta hambre”, remarcó en esas primeras palabras. Ese discurso lo comenzó con un saludo que incluyo a su “amigo”, Luis Eduardo Garzón, Lucho, el único exalcalde de la capital colombiana que asistió a la ceremonia, con el que se encuentra en la política social.
El nuevo alcalde centrista del Nuevo Liberalismo, que promete dejar atrás la polarización que a su juicio ha lastrado a Bogotá, ya había hecho explicito ese propósito el propio domingo de las elecciones del 29 de octubre, cuando se apuntó una contundente victoria en primera vuelta. En su discurso de esa noche marcó tres ejes que consistían en mejorar la seguridad, superar los debates en torno al metro –el tema que más lo enfrentó con el presidente Gustavo Petro– y recuperar la lucha contra el hambre.
Tres de cada diez personas sufren de hambre en Bogotá, se ha encargado de recordar. “Eso significa que tenemos un drama de más de 2.4 millones de seres humanos en nuestra ciudad que sienten hambre, que no se alimentan bien, que no tienen para comer tres veces al día y muchos de ellos son niños. Tener niños con hambre en la ciudad más poderosa del país es realmente un crimen”, subrayó entonces. Habló de una tragedia silenciosa. “Nadie en Bogotá puede vivir con el dilema de comer o pagar arriendo. Nadie. Y eso lo vamos a enfrentar con contundencia”, prometió al hablar de una Bogotá sin hambre 2.0, en alusión al programa bandera de Garzón, el primer gobernante de izquierdas en la capital.
En campaña, Garzón cantó su voto por Galán en un video de redes sociales, lleno de guiños y bromas. Fue parte de los apoyos de diversas orillas que se montaron al llamado ‘Expreso Galán’ y encarrilaron el triunfo. Desde entonces, han derrochado sintonía. Aunque lleva años retirado de la primera línea política, es una figura bien valorada. Sus asesores nunca consiguieron convencerlo de usar corbata, ni siquiera cuando fue alcalde, y siempre pidió que lo siguieran llamando Lucho, como todos lo conocen con cariño. De origen humilde, fue miembro del Partido Comunista y se forjó en la lucha sindical, por lo que abundaban las comparaciones con el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Después de una candidatura presidencial de izquierdas en las elecciones de 2002 –que ganó Álvaro Uribe–, se lanzó a la Alcaldía por el Polo Democrático. Bajo esa fuerza de unidad de la izquierda gobernó la capital colombiana entre 2004 y 2007, con los programas sociales como bandera, en especial Bogotá sin hambre.
El Polo –al que también perteneció en su día el presidente Petro– se fracturó después de su administración. Garzón se salió del partido para encontrarse con otros dos exalcaldes de Bogotá, Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, en el entonces pequeño Partido Verde, que lanzó a Mockus para las presidenciales de 2010. Fue la recordada ‘ola verde’, que perdió con Juan Manuel Santos en la segunda vuelta. Después hicieron parte de la coalición de Gobierno de Santos, y Garzón fue ministro de Trabajo en su segundo periodo. También coqueteó con la idea de volver a lanzarse a la Alcaldía hace cuatro años, entonces por el partido En Marcha, pero al final declinó para apoyar a Claudia López, que competía con Galán.
El hambre es la tragedia social de Bogotá hoy, señala el analista Fernando Rojas. “Los programas que se están desarrollando en la ciudad no han sido suficientes para una problemática creciente”, apunta. “Políticamente, la izquierda lo entiende y el centro y la derecha lo ven como responsabilidad moral. Socialmente, lo conecta con sectores vulnerables y populares”, explica el historiador y politólogo. Garzón le ofrece a Galán respaldo y credibilidad en ese frente. “La gente joven no lo tiene en el radar, pero la mayor se encarga de recordar que él puso el hambre como prioridad de la ciudad”, concluye.
En medio de sus desencuentros con el presidente Petro –que también gobernó Bogotá–, Galán ha puesto el énfasis en la búsqueda de consensos y diálogo, en reconocer los avances de distintos exalcaldes, sin distingos ideológicos –aunque no acostumbra referirse a Petro, perpetuamente enfrentado a Peñalosa–. Su primer equipo incluye figuras que estuvieron en las administraciones de Mockus, Peñalosa –con el que suele ser asociado– y Claudia López. En ese gabinete, con representación de distintos sectores, el encargado de aterrizar la promesa de que nadie se acueste con hambre en la capital es Roberto Ángulo, el secretario de Integración Social. Economista experto en desarrollo y reducción de la pobreza, es un tecnócrata que ha pasado distintos gobiernos y asesoró a la Alcaldía de Bogotá para afrontar la pandemia.
Evocar a Garzón, un referente simbólico de la izquierda, también marca un contraste con Petro, el primer presidente de izquierdas de la Colombia contemporánea. “Lucho aún representa una izquierda que es autocrítica. A pesar de tener varios errores en su administración, construyó un legado desde el mito de trabajar por la seguridad alimentaria”, apunta el analista y asesor político Carlos Andrés Arias. “Es un líder político que viniendo del ADN de la izquierda sindical, ha tenido la conciencia de señalar errores de la izquierda cuando los ha visto”, agrega. En últimas, una bienvenida baza que equilibra la naciente Alcaldía de Galán.
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