Escándalo venezolano
Venezuela tiene todo el derecho a reclamar lo que le parezca en materia de soberanía territorial. Lo que no puede hacer es tomarse una parte del territorio de un país vecino
Venezuela tiene todo el derecho a reclamar lo que le parezca en materia de soberanía territorial. Lo que no puede hacer sin incurrir en un escándalo internacional es tomarse una parte del territorio de un país vecino ―en este caso Guyana― a través de un referendo en el que se preguntó a los venezolanos si querían tener más territorio y ampliar su soberanía. Por supuesto que no sabemos quién tiene la razón en el diferendo que los compromete, y solamente un acuerdo entre las partes o un tribunal de justicia internacional lo pueden determinar.
El alboroto venezolano ha causado tanta escandalera que la comunidad internacional, encabezada por el presidente de Brasil, Lula da Silva, puso el grito en el cielo para ponerle freno al exabrupto y logró convocar para este jueves una reunión en el paraíso del Caribe, San Vicente y las Granadinas, a la que concurrirán los dos mandatarios de los Estados en pugna y el mandatario brasileño.
Algunos Estados han tomado partido. Estados Unidos, el Commonwealth, la Comunidad del Caribe y el Reino Unido apoyan a Guyana. El resto de los países han solicitado un acuerdo entre las partes, ninguno de ellos a favor de Venezuela. Ni siquiera Rusia.
Colombia es la nación que más conflictos fronterizos ha tenido con Venezuela. Desde 1826, tiempos del general José Antonio Páez y del general Francisco de Paula Santander, empezó la furrusca, y la primera controversia de límites arranca en 1830 y va hasta 1941. Así nos llenamos de laudos y de tratados. En algunos de esos episodios que terminaron de conformidad, estuvimos a punto ―a cinco minutos para ser más puntuales― de atacarnos con armas de fuego. La sensatez primó y evitó la conflagración.
Siempre ha sido de la sustancia de la política colombiana la fraternidad colombo-venezolana por encima de cualquier discrepancia. “No vale la pena desenterrar los fantasmas de la desavenencia, sino reforzar, con trasparencia amistosa, una alianza estratégica, mutuamente conveniente, recíprocamente ventajosa, equitativamente productiva”, dijo en su época el embajador Héctor Charry Samper.
El periódico El Tiempo sostiene que para Colombia la situación es compleja, porque entre Venezuela y Colombia hay una disputa por límites abierta desde hace décadas por la repartición de soberanía sobre el golfo de Coquivacoa y el archipiélago de los Monjes, y cualquier señal de que Bogotá valida los agresivos movimientos del régimen de Maduro sobre el Esequibo tendría impactos sobre los intereses del país.
El Espectador, a su vez, en un análisis del profesor Ronal Rodríguez, coordinador del Radar Colombia Venezuela, en alianza con la Fundación Konrad Adenauer, afirma que “llama la atención la desidia del presidente Petro para abordar la situación entre Guyana y Venezuela, él tan participativo en la agenda internacional y regional, así como su canciller, quienes no han fijado una posición contundente frente a las acciones que adelanta el régimen de Maduro, ojalá sea por prudencia y porque se encuentra revisando acuciosamente el reciente mapa publicado por Venezuela y sus posibles implicaciones para la resolución del diferendo limítrofe de zonas marinas y submarinas entre Colombia y Venezuela. Así, lo que hace hoy el chavismo con Guyana para permanecer en el poder a la vuelta lo puede intentar con Colombia”.
El lío con Guyana viene de 1899, cuando se fijó el límite entre los dos países en el laudo que Venezuela ha declarado nulo e írrito. Según el Diccionario de Historia de Venezuela, de la Fundación Polar, “el nombre de Territorio Esequibo se ha escogido en Venezuela para designar el área geográfica de Guayana que actualmente ocupa la República de Guyana, área reclamada anteriormente por Venezuela a Inglaterra como potencia colonial y posteriormente al vecino país de Guyana como causahabiente de aquella potencia. En los mapas de Venezuela aparece señalada más allá de los límites orientales del territorio Delta Amacuro y el Estado de Bolívar, cómo zona en reclamación”.
Ese es el menú que se va a servir en la mesa de las islas de San Vicente y las Granadinas. Ojalá que la digestión de semejante bocado permita que los participantes no tengan que levantarse de la mesa abruptamente.
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