Patricio López, rector de la Universidad de Santander: “Antes que exportar huevo y pollo, necesitamos que los colombianos coman huevo y pollo”
El médico e investigador insistió en el ‘Reto Regiones’, de PRISA Media, en una concertación social que permita solucionar problema estructurales a través de un desarrollo empresarial incluyente
Hace 25 años, Patricio López (70 años, Quito) desistió de una posición en la Universidad de Harvard. El presidente ecuatoriano Jamil Mahuad había congelado las cuentas de ahorros y López no pudo disponer de una subvención en dólares que le había concedido la Organización Mundial de la Salud (OMS) para continuar con su trabajo en prevención de la preeclampsia. Su deseo por investigar lo llevó a buscar otras opciones por fuera de su país y una vacante en el prestigioso centro académico norteamericano era una alternativa atractiva. “La carta de aceptación me llegó cuando me mudé a Bucaramanga, a donde vine a dictar una conferencia y me ofrecieron trabajo. Lo hablé con mi esposa y quedarme aquí creo que fue la mejor decisión de mi vida. Luego conversé con la gente de Harvard y me permitieron ser profesor visitante”, recuerda.
El médico endocrinólogo de la Escuela Médica de Pichincha y doctor en ciencias de la farmacología de la Universidad de Sao Paulo hizo parte de la edición santandereana de Reto Regiones, un evento de PRISA Media para que importantes voces de distintos sectores conversen acerca de los desafíos del departamento. Desde enero del año pasado es rector de la Universidad de Santander (UDES), una posición desde la que insiste en la importancia de “un pacto social que priorice la solidaridad humana” para solucionar problemas estructurales en Colombia, como el hambre.
Pregunta. El foro trató sobre la competitividad de las compañías de la región y usted enfatizó que no es posible lograr ese objetivo si se ignora el derecho a la alimentación. ¿Por qué?
Respuesta. Si no se come de forma correcta, no hay capacidad humana bien desarrollada. En los países de economías medias y bajas dirigimos muchos esfuerzos a la exportación y descuidamos las necesidades propias. Eso se ve claramente con la nutrición. Por ejemplo, antes de exportar huevos y pollos, necesito que los colombianos coman huevos y pollos. Acabamos de hacer una publicación que muestra la gran deficiencia que tienen los colombianos en la variedad de la dieta y precisamente con el consumo de proteína animal. No podremos tener nunca colombianos competitivos, que hagan empresas competitivas, sin una adecuada capacidad humana.
P. ¿Qué consecuencias negativas tiene la ausencia de esa dieta diversa?
R. El principal problema de salud en los países de ingresos medios y bajos son las enfermedades cardiovasculares. Si usted no come adecuadamente, tiene más riesgo de tener problemas como infartos. El problema radica en que la mala alimentación incide desde la vida intrauterina y afecta el desarrollo apropiado de los tejidos. Entonces, un niño en Colombia que nace con 2.500 o 2.800 gramos de pesos a las 40 semanas de edad gestacional, tiene una composición corporal totalmente diferente del que nace con 3.800. ¿Qué marca la diferencia? La alimentación de la madre. Desafortunadamente, hoy tenemos una dieta muy monótona.
P. ¿Cómo afecta este problema en los años posteriores?
R. La mala alimentación lleva a una mayor inequidad desde el nacimiento. Quienes tienen peor alimentación intrauterina tienen menos neuronas y otras características que más adelante los terminan llevando a sufrir enormes inequidades, como escuelas con peores condiciones y menos competitividad en su vida adulta. A mí me alegra que el sector empresarial tenga la posibilidad de exportar sus productos y generar más riqueza, pero lo primero es solucionar el problema del hambre.
P. ¿Cómo lograr que el sector privado se involucre activamente en la lucha contra el hambre?
R. Con evidencia científica seria, rigurosa y socialmente apropiada. Los problemas de malnutrición, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares son la respuesta biológica al desarrollo anormal de una sociedad, que conduce a una población con menor capacidad física y psíquica. A la academia le corresponde generar este tipo de evidencia para soportar la necesidad de políticas que se enfoquen en la seguridad alimentaria y perseguir el objetivo de las Naciones Unidas del hambre cero.
P. ¿Sí es posible encontrar el equilibrio entre satisfacer la oferta comercial y solucionar el hambre de los colombianos?
R. Existe la necesidad de un pacto social que priorice la solidaridad humana. La mayoría de las empresas exportadoras generan empleo y riqueza. Sin embargo, esa riqueza va a determinados sectores y no necesariamente se extiende al resto de la sociedad. ¿Qué hay que hacer? Garantizar que los colombianos puedan tener empleo suficiente para mantener la productividad y que no se afecte la ganancia de los empresarios, pero también que los salarios sean lo suficientemente buenos para que la gente pueda acceder al consumo de frutas, que hoy se producen pero no se consumen en la cantidad que se debería.
P. Usted ha dicho que la industria de alimentos ha modificado la cultura de alimentación de los colombianos. ¿Cómo?
R. Le doy un ejemplo. ¿Cuál es la concepción que se tiene de un desayuno saludable? Hoy le dicen que debe ser un yogur, que es ultraprocesado y muchas veces descremado, con cereal, que también es ultraprocesado y sin fibra. Ya no se come el desayuno típico con huevos y arepa. La industria de alimentos crea productos de buen sabor, que se conservan fácilmente y son económicos, pero que desde el punto de vista nutricional son malísimos. Todo eso conduce a tener un problema mayor de salud.
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