Iván Name, presidente del Senado: “El origen de la violencia, la pobreza y el atraso de Colombia está en el centralismo”
El senador del Partido Verde propone un nuevo modelo geopolítico para federalizar al país, que funcione bajo el modelo de las regiones autonómicas
Iván Name (Barranquilla, 67 años), presidente del Senado desde el 20 de julio, es un político colombiano tradicional: es un abogado enamorado de la oratoria; es sobrino del cacique liberal José Name Terán y de la concejal de Bogotá María Clara Name; adorna su oficina privada con óleos de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. Pero también encarna la evolución de la clase política: se hizo político lejos de su natal Barranquilla y las clientelas de su familia; abandonó el tradicional Partido Liberal de su tío -con el que fue diputado y congresista- para ser cofundador del Partido Verde; carga contra el statu quo a la vez que defiende la importancia de las instituciones.
Aunque su sorpresiva elección fue una derrota política para el Gobierno, que prefería en su cargo a un aliado más cercano (Name fue el único senador del Partido Verde que apoyó a Rodolfo Hernández, rival de Petro, en la segunda vuelta presidencial), el senador prefiere no verlo como una victoria: “Mi elección no implica distancias drásticas con el Gobierno, sino una total independencia”, dice.
Pregunta. ¿Cómo lee su elección como presidente del Senado contra la intención del Gobierno, que durante su primer año tuvo aliados en ese cargo?
Respuesta. Fue un trámite de la soberana intención del Senado de la República de seleccionar un presidente y una mesa directiva que señala la autonomía de la rama legislativa. No implica distancias drásticas con el Gobierno, sino una total independencia. Se manifiesta en el decidido ánimo de tramitar minuciosamente y detenidamente las reformas que nos propone el Gobierno. El problema de las reformas no es cómo entran, sino cómo salen; el Congreso no debe ser un punto de partida, el Congreso debe ser un punto de llegada.
P. Entonces es un mensaje político similar al que dejó el Congreso a finales de la legislatura pasada al hundir la reforma laboral y solo avanzar en un debate la de salud y la pensional.
R. Roy Barreras como presidente del Congreso tuvo un muy buen desempeño, logró despegar la actividad legislativa. El balance legislativo no puede ni debe ser medido en el número de leyes aprobadas, pues el Congreso también impide leyes inconvenientes para la democracia. Ahora nos corresponde una nueva etapa en la que el ritmo lo va a ir marcando la presencia de las reformas en el Congreso. Yo creo que no es conveniente que haya una congestión de reformas como pasó el semestre pasado, sino que vayamos evacuándolas por temas. Y que salgan por acuerdos sobre esos temas más que por coaliciones, que son una figura odiosa, excluyente, inconveniente para una democracia.
P. En su intervención en la Cumbre de Sostenibilidad pedía consensos y no coaliciones, ¿cómo se logra eso en la práctica?
R. Un acuerdo nacional como el que propone el presidente se debe dar con participación de todos los sectores. Los únicos intereses que se deben ventilar son las conveniencias nacionales y no los acuerdos burocráticos que sustentan las coaliciones.
P. Entiendo que su idea entonces es hacer una discusión amplia de las reformas…
R. Claro, porque en 30 años el país no ha hecho mayores ajustes a los modelos en salud, en pensión, en lo laboral, en varios de sus temas fundamentales. Es muy conveniente discutir las reformas y acostumbrarse a que no son una amenaza, sino una necesidad de ajustes institucionales. Lo que pasa es que no aceptamos ninguna propuesta que venga con un carácter obligatorio, sino con una perspectiva de deliberación.
P. El presidente dijo hace unos meses que si el Congreso no quería aprobar sus reformas la gente debía salir la calle a defenderlas. ¿Qué opina de esa postura?
R. Que es equivocada. La historia ha demostrado que son las instituciones las que recogen la voluntad de la nación, y en sus escenarios es donde se debe dar el debate final. Las decisiones no se pueden tomar en el tropel de las calles, donde las fuerzas pueden chocar. Así han empezado las guerras civiles en muchas partes.
P. ¿Ha podido hablar con el presidente respecto a esto?
R. Lo visité dos semanas después de mi elección. Sentí el mejor ánimo. He notado del presidente una actitud mucho más dispuesta, muy respetuosa con el Congreso.
P. ¿Y con el ministro de Interior, que para algunos fue el gran derrotado con su elección?
R. Yo creo que ganó una opción y de eso no quedaron triunfadores ni perdedores. El doctor Luis Fernando Velasco, en su rol de ministro, representó otras preferencias, pero no logró imponerlas. No reconozco en el ministro sino a un gran demócrata, a un hombre muy capaz que seguramente seguirá cumpliendo un papel de enlace con el Congreso.
P. Justamente el ministro es un ejemplo de la idea del presidente de recuperar los valores del pueblo liberal. ¿Usted, que tiene origen liberal como Velasco, ve al Gobierno aterrizando esa idea?
R. Yo lo que considero conveniente para el país es debatir sus nuevas rutas y acordarlas entre todos. No me parece conveniente extremarnos en posiciones políticas que no admitan discusión, en radicalismos inconvenientes. Por eso la democracia es la menos mala de las invenciones de la sociedad colectiva.
P. Usted es el presidente del Congreso durante esta campaña electoral regional. ¿El Congreso tiene alguna posición sobre el número de municipios en los que no se pueden hacer?
R. Como principio general, apoyamos que haya campañas en todo el país. Excepcionalmente, hay un número creciente de municipios con algunas amenazas al proceso electoral, pero deben ser atendidos de acuerdo a su particularidad sin dejar la sensación de que tenemos alterada la democracia en general.
P. ¿Cómo ve la seguridad en Colombia?
R. El problema de la seguridad no puede ser analizado como un puerto de llegada, hay que tener muy claro cuáles son sus orígenes, que vienen desde el esquema fundacional del modelo geopolítico. En Colombia tenemos afectada la sana correlación de Estado, territorio y nación; tenemos menos Estado, más territorio y una nación que busca un mejor equilibrio. Hemos tenido 45 guerras civiles en 200 años y hoy tenemos seis o siete conflictos en todo el país. Me parece necesario distinguir el narcotráfico y la delincuencia del conflicto político para saber que la terapéutica de los males que ocasionan son diferentes. La violencia no llegó con el narcotráfico. La pobreza tampoco. El atraso tampoco.
P. Frente a esto, el presidente propone acabar la guerra contra las drogas y lograr la paz total, ¿qué opina de ellas?
R. Son dos fenómenos diferentes. El tema de las drogas es económico, la actividad multinacional del negocio ilícito, y debe ser combatido más desde las políticas de salud pública que desde lo represivo netamente. En cambio, la insurgencia, la subversión y el terrorismo son un fenómeno netamente político. Yo tengo en gran concepto la insurgencia de las ideas y veo con gran condena el ejercicio del terrorismo. Por supuesto, la insurgencia y la subversión proceden del atraso y la pobreza, mientras que el terrorismo generalmente termina siendo la expresión de un fenómeno más económico que político. Pero aún no tenemos claro todas esas fenomenologías y por eso nos hemos equivocado en los procesos que adelantamos. Pero el origen de todo es el modelo geopolítico, que es violento. No somos culturalmente violentos, son las instituciones que hemos creado.
P. ¿Cuál es ese modelo geopolítico violento?
R. Es el centralismo, que ha sido la fuente de nuestro atraso. Tenemos una estructura macrocefálica.
P. Recientemente, el gobernador de Antioquia y otros han hablado justamente de federalizar a Colombia…
R. El senador que le habla propuso al Congreso el artículo 28 del Plan Nacional de Desarrollo que consignó, sin aval del Gobierno, las regiones autonómicas en Colombia. Dos semanas después, todos los gobernadores pidieron a una sola voz un modelo federal. Son muchas las voces. El Parlamento dio la primera voz, aunque sea una mueca, un eco, para que las generaciones futuras se den cuenta de que, si transitan por la misma calle bloqueada del centralismo, van a vivir lo mismo que hemos vivido nosotros. Por eso la necesidad de cambiar ese modelo geopolítico.
P. ¿El Senado planea avanzar en ello?
R. Sí, las voces democráticas que nos caracterizamos por exigir un nuevo modelo geopolítico hemos ido sintonizándonos. Nuestro país marcha por las calles y protesta con razón, pero sin saber cuál es la ruta de salida del laberinto de nuestro atraso, que es un nuevo modelo geopolítico.
P. ¿Cómo llamaría a ese nuevo modelo?
R. El concepto contemporáneo es el de regiones autonómicas como las tienen los españoles, los portugueses. Los países más avanzados del mundo no son los más grandes, sino los históricamente tallados para los modelos de control del territorio y Estado. Por eso insisto, porque ahí está la razón de la guerra.
P. ¿Hay un plan de acción para hacer ese cambio?
R. El plan de acción es socializar la necesidad de un nuevo tipo de Estado. Haremos una serie de audiencias públicas regionales lideradas por la mesa directiva del Senado de la República. Queremos hacer la primera en Barranquilla con 21 gobernadores que se pusieron de acuerdo para buscar un modelo federal. Las iremos haciendo a lo largo y ancho del país con la participación de sectores empresariales, sectores sindicales, todos los estamentos de la sociedad.
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