La repatriación de 539 piezas arqueológicas: el logro diplomático y cultural del Gobierno de Petro

Mama Uakai y Mama Nuikukui Uakai o Malkutše -la ‘Gran Máscara Solar’ y la ‘Máscara del Sol’- son máscaras ceremoniales que para el pueblo kogui ayudaban a mantener el equilibrio con la naturaleza. Las usaban en bailes y rituales que hace un siglo dejaron de hacerse porque faltaban estas valiosas piezas. Desde 1915, el par de tesoros ancestrales, con más de cinco siglos de antigüedad, reposaba en el Museo Etnológico de Berlín, Alemania, luego de que el etnólogo Konrad Theodore Preuss las comprara irregularmente. Como estas máscaras talladas en madera, alrededor del mundo hay cientos de tesoros arqueológicos que el presidente Gustavo Petro se propuso recuperar. A un año de su llegada al poder ha logrado repatriar 539 de ellas. El último antecedente de un retorno de tal magnitud fue en 2014, con la repatriación de 691 piezas precolombinas provenientes de España, que habían sido incautadas en ese país una década atrás.

Para entregar formalmente estos elementos, el pasado 16 de junio se realizó un ritual de purificación presidido por una autoridad indígena en el territorio ancestral de la comunidad Tugueka, resguardo kogui, en el municipio de Dibulla, en La Guajira. En él estuvieron presentes los ministros de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, y de Cultura, Jorge Zorro; la directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Alhena Caicedo; y la vicepresidenta Francia Márquez. “Aquí les devolvemos una parte de lo que se les arrancó hace muchos años. Esperamos que esto sea parte de la memoria viva del país”, dijo la vicepresidenta.

Aunque no asistió a la ceremonia, detrás de las gestiones para lograr ese paso importante en la reparación cultural y espiritual estuvo la ex viceministra de asuntos multilaterales y ahora embajadora en Austria, Laura Gil. Desde su llegada a la Cancillería en agosto de 2022 se encargó de aterrizar la propuesta del presidente de repatriar cientos de tesoros patrimoniales, que sigue avanzando. El próximo gran hito sería el retorno de las estatuas de San Agustín que se encuentran en Berlín, en el mismo museo en el que estaban las máscaras kogui.

En estos procesos fue clave el papel de los embajadores para lograr la recuperación de las piezas. Las gestiones diplomáticas, como las realizadas por el embajador de Suiza Francisco Echeverry o las de Ligia Quessep en Italia tuvieron un papel decisivo para el éxito de las repatriaciones. También ayudó el ánimo de cooperación entre los países. Ejemplo de ello fue la articulación eficaz entre la Ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, y el canciller Álvaro Leyva

Inicialmente se encargó de identificar cómo se sustrajeron las piezas y dónde están. Contó que han logrado establecer futuras repatriaciones de elementos que se encuentran en instituciones de Australia, Reino Unido, Suiza, Bélgica y Estados Unidos, como lo informó Cancillería a EL PAÍS. En paralelo, han fortalecido la política contra el tráfico ilegal de arte y patrimonio. La Policía Nacional ha recibido seminarios y formación especializada.

Otra línea, mucho más compleja, tiene que ver con piezas que integran colecciones privadas. Muchas de ellas son herencias familiares que en algunas ocasiones han sido devueltas de manera voluntaria. En otros casos, cuando los dueños se niegan a entregarlas, la Cancillería ha adelantado un proceso de diálogo diplomático e incluso procesos jurídicos, como sucedió recientemente en Argentina. Y una línea adicional se encaminó en reconocer tesoros precolombinos que estuvieran siendo subastados en mercados de arte de diferentes países. La Cancillería dio la instrucción a todos los embajadores para que las ubicaran.

Las piezas que hasta el momento se han recuperado bajo el autodenominado ‘gobierno del cambio’ son diversas, unas de carácter ritual, suntuoso y otras de uso cotidiano y elaboradas en todo tipo de materiales, desde cerámica, roca o conchas hasta oro. El inventario cuenta con copas, ollas, alcarrazas, sellos, collares, moldes, ocarinas, vasijas, figuras antropomorfas y zoomorfas, rodillos y colgantes. Además, pertenecen a diferentes grupos étnicos a lo largo y ancho del país.

El último gran lote que Gil logró rescatar antes de posicionarse como embajadora, el pasado 4 de agosto, provenía de Italia, un país con un alto compromiso en la lucha por retornar el patrimonio, según cuentan algunos funcionarios involucrados en los procesos. Las piezas volvieron a Colombia en muy mal estado, pues pasaron por sucesivos decomisos e incautaciones. Gil señala que espera que la tarea a la que dedicó gran parte de su gestión continúe al mismo ritmo y que “se construya un inventario de las miles de piezas que están fuera del país, y se identifique cuáles son objeto de gestiones urgentes para su retorno a Colombia dado su valor histórico o simbólico”. Insiste en que dichos bienes deberían ser de acceso público, para que “las y los colombianos podamos conocer estos tesoros”.

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