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Alejandra Barrios: “Muchas elecciones en Colombia se convierten en una gran lavandería de recursos ilegales”

La directora de la Misión de Observación Electoral ve el escándalo de Nicolás Petro como un síntoma de una enfermedad más grave: la debilidad del Consejo Nacional Electoral para vigilar a las campañas políticas

Alejandra Barrios, Directora Nacional de la Misión de Observación Electoral, en su oficina en Bogotá.
Alejandra Barrios, Directora Nacional de la Misión de Observación Electoral, en su oficina en Bogotá.NATHALIA ANGARITA
Camila Osorio

El escándalo del presidente Gustavo Petro y su hijo mayor, Nicolás, podría verse desde dos ángulos muy distintos: el de la tragedia griega, en la que Edipo ataca a su propio padre; o el la tragedia del Estado moderno, donde las lógicas del poder se determinan por un sistema defectuoso creado por una burocracia viciada. Alejandra Barrios (Cali, 54 años) analiza la situación desde la segunda opción. Ella es la directora de la Misión de Observación Electoral, una organización no gubernamental que es una respetada voz de vigilancia durante las elecciones desde que nació, en 2006. Cuando el primogénito del presidente dijo a la Fiscalía que hubo dinero que llegó ilegalmente a la campaña electoral del 2022, Barrios vio un problema estructural. “Construimos unas reglas de juego y una institucionalidad para que esto pasara”, dice en esta entrevista para EL PAÍS.

Las campañas presidenciales tienen escándalos parecidos casi cada cuatro años desde los noventa— las más famosas son la del expresidente Ernesto Samper, donde entró dinero del narcotráfico; y las del expresidente Juan Manuel Santos y el excandidato Óscar Iván Zuluaga, señaladas de recibir dinero de la multinacional Odebrecht. Visto así, en la tragedia de los Petro, el sistema electoral quizás es uno de los culpables.

Pregunta. ¿Por qué aparecen escándalos de financiación de campañas en todas las elecciones?

Respuesta. Porque tenemos un problema de fondo: en materia de financiación de campañas, construimos unas reglas de juego y una institucionalidad para que esto pasara. Aquí ha habido una decisión política de no tener una institucionalidad electoral fuerte que pueda vigilar y controlar la financiación de las campañas. Por eso hoy no sabemos realmente cuánto cuesta una campaña a la presidencia o una campaña local. Desde que empezamos [la MOE] hace 18 años hemos visto, elección tras elección, que los procesos electorales se convierten, no en pocos casos, en una de las más grandes lavanderías de recursos ilegales: porque mueves la plata en efectivo y tienes un Consejo Nacional Electoral (CNE) sin la capacidad técnica de vigilar, concentrado en Bogotá y sin la suficiente capacidad en todos los municipios. Le dices luego a los candidatos que tienen hasta dos meses después de terminado el proceso electoral para entregar cuentas. ¿Eso qué significa? Los partidos tienen este año hasta el 29 de diciembre para entregar información de cómo fue la financiación de más de 133.000 candidatos [que compiten en las elecciones locales de octubre]. Es un absurdo.

P. ¿Por qué absurdo?

R. ¡El 29 de diciembre estamos tú y yo vestidas de papá Noel! Los ganadores se están posesionando el primero de enero y nadie está mirando las finanzas, el que ganó, ya ganó. La única manera que tenemos para saber que hubo financiación ilegal o ilícita es que la campaña tenga un contador absolutamente torpe, o un candidato absolutamente torpe, o…

P. O un ventilador

R. Sí, la delación. Eso es exactamente lo que ha venido pasando, la única manera en la que nos hemos enterado de financiación ilegal o ilícita a las campañas políticas: que alguien de adentro, por descuido o intencionalmente, nos dé esa información. En el caso de Odebrecht nos enteramos porque hubo gente que dijo, ante la justicia de Estados Unidos, ‘esta fue la plata que nos gastamos en América Latina’. Pero volviendo a Colombia, no basta un ventilador. La plata se mueve en efectivo, que es humo, y hacerle seguimiento el humo es complicadísimo: solo lo puedes seguir cuando la hoguera está prendida. Es decir, cuando estás en elecciones, en la campaña. Pero en una campaña presidencial tienes eventos simultáneos en todo el país, y la autoridad electoral no tiene hoy la capacidad de vigilar y controlarlos todos.

P. Quisiera su opinión sobre el caso de Gustavo Petro: dicen su hijo, Nicolás, y su exnuera Day Vásquez, que el ahora presidente no sabía de todo el dinero que ellos dos recibieron y usaron en la campaña presidencial. ¿Tiene Petro una responsabilidad así no supiera?

R. Me voy a ir más atrás antes de responder. Si Day Vásquez y Nicolás Petro hubieran tenido un feliz matrimonio, este no sería un tema. [Después de la separación, Vásquez destapó el escándalo en una entrevista a la revista Semana]. Eso, de nuevo, es muy grave, porque significa que no tenemos la capacidad de hacer vigilancia y control a las organizaciones políticas. Sobre la responsabilidad penal: cuando tú escuchas la versión de Ernesto Samper, [expresidente cuya campaña recibió dinero del cartel de Cali], entiendes por qué es tan importante que él dijera que todo lo que ocurrió fue a sus espaldas. La responsabilidad penal es diferente ante un ‘yo no sé’. La justicia en Colombia terminó diciendo que Fernando Botero [exministro] y el contador de Samper [Santiago Medina] habían recibido bultos de plata del cartel de Cali, y se la habían quedado. No se logra demostrar si Samper sabía. Esa es la pequeña diferencia entre saber y no saber, penalmente.

Alejandra Barrios en su oficina.
Alejandra Barrios en su oficina.NATHALIA ANGARITA

P. Y si los gastos se manejan también en efectivo, se vuelve casi imposible rastrear qué sabían los candidatos

R. Prácticamente imposible. Te voy a dar otro ejemplo, hipotético. Supongamos que yo te paso un bolso con plata y digo ‘ahí te mando 5 puntos’. Alguien denuncia y dice que yo te entregué ese dinero. Yo digo que eran 5 libros lo que te entregaba.

P. Ese ejemplo no es tan hipotético: la Fiscalía reveló un chat en el que el político barranquillero Alex Char quería enviarle a Day Vásquez ‘5 puntos’ durante la campaña

R. Mi punto es que se vuelve interpretativo: ¿son 5 mil millones?, ¿5 millones?, ¿5 libros? No dejas el rastro, pero igual estás moviendo la plata. Esa se entrega y se usa en el siguiente evento, sin ningún registro. Le pagas a la amiga que hace los sánduches, al amigo que hace las camisetas. Ninguno me va a hacer factura. De nuevo, es difícil seguir al humo. Quizás puedes en unos casos, cuando se compran propiedades. Pero todo lo demás se vuelve una camiseta, un sándwich, o el cantante del evento al que le pagaste en efectivo. Humo.

P. Según este diagnóstico, el Consejo Nacional Electoral no ha logrado vigilar a ninguna campaña política

R. Mira, tenemos más o menos 133.000 candidatos [para las elecciones locales de octubre]. Unos dicen que es “la fiesta de la democracia” y yo lo que pienso es: qué dolor de cabeza, pusiste a funcionar la mayor lavandería de recursos ilícitos porque nadie es capaz de seguir la financiación de 133.000 candidatos. Y muchas veces la diferencia entre ganar y perder es la cantidad de plata que tienes.

P. ¿Quién tomó la decisión de que el Consejo Nacional Electoral no tenga un buen músculo para vigilar?

R. El Congreso de la República. Esto no es algo nuevo, que nos pasa ahora como si estuviéramos de malas. No. Es una decisión de no tener capacidad de hacer vigilancia y control. ¿Cómo? La última reforma que se intentó para hacer un Consejo Nacional Electoral independiente, con autonomía presupuestal, con capacidad de hacer presencia en las regiones, y que no fuera de origen político (porque los políticos eligen en el Consejo Electoral a los que les vigilan), no llegó a primer debate.

P. ¿Quién presentó ese proyecto de reforma?

R. El senador Humberto de La Calle.

P. Justo el que, como vicepresidente, se alejó de Ernesto Samper cuando pasó el proceso 8.000

R. Claro, es que él tiene clarísimo el problema. Pero mira, en el Congreso hay algo llamado la cortesía parlamentaria y es que puedes proponer algo loco, pero siempre te damos el primer debate, y ahí de pronto se hunde. Es una cortesía que ni siquiera tuvo ese proyecto ¿Por qué van los congresistas a cambiar las reglas de vigilancia y control cuando les funcionan?

P. El caso Oderbrecht demostró que otros países también tienen problemas controlando la financiación de las campañas. ¿Cuál sería el punto crucial que en Colombia tenemos que cambiar lo antes posible?

R. Modificar el Consejo Nacional Electoral, darle músculo, capacidad, presencia en los municipios. Pero lo que tenemos le es funcional a todo el mundo. También hemos hablado de tener financiación preponderantemente estatal para las campañas en vez de lo que tenemos, y es que cada candidato consigue lo suyo. Si el Estado es quien financia las campañas, puede exigir las cuentas de cómo se está gastando la plata y volver a los partidos responsables, porque si le entregas la plata al partido, el responsable no es el candidato sino el partido. Pero no veo interés en cambiar el sistema, nos encanta andar de escándalo en escándalo. Es muy diciente que, con un Congreso con una cantidad de gente nueva, no se haya discutido el proyecto ni en primer debate.

Alejandra Barrios durante una entrevista para EL PAÍS.
Alejandra Barrios durante una entrevista para EL PAÍS. NATHALIA ANGARITA

P. ¿Cómo se explica que este Congreso, que era del cambio político, no cambiara eso?

R. Porque entienden rápido: si esto nos permite ganar, ¿para qué cambiarlo? Nuestro sistema político está diseñado para que se puedan mantener quienes llegan.

P. Este panorama explica un poco la gran decepción de los ciudadanos con la democracia

R. Sí, porque no cambiamos la forma en la que nos relacionamos con el poder político ¿Estás buscando perpetuar los privilegios que tienen unos frente a la representación política? Si replicas la forma como se ha venido actuando, no estás cambiando nada.

P. Ya hablamos de la responsabilidad penal, pero hablemos de la política. Puede que muchas campañas no respeten los topes de financiación ¿Se le cobra más duro al petrismo por decir que este era el Gobierno del cambio?

R. Sí, sorprende mucho porque estás esperando unos mensajes muy diferentes en términos de cultura política, de relación con el poder, de acceso al poder. Ahora hay mucho desconcierto y algo que desconcierta aún más: que esta no es una discusión que se da entre el Gobierno y la oposición.

P. Cierto, acá es una pelea de la exnuera, y el hijo, y el papá

R. Por eso uno está parado esperando a ver qué más dicen. En todo caso, lo grave es que si uno piensa que no hay posibilidad de cambio, pierde la esperanza, y así le entrega el país a la corrupción y a la violencia. En la política tienes que poder tener esperanza porque la política, en últimas, es una promesa.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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