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4-72, el servicio postal colombiano que entra en agonía

El 70% de los transportadores terrestres y aéreos suspenden la operación debido a los 56.000 millones de pesos que les debe la sociedad estatal de correos

Centro de operaciones del servicio postal colombiano
Centro de operaciones del servicio postal colombiano 4-72.4-72
Camilo Sánchez

El 70% de los transportadores terrestres y aéreos del sector postal han dicho basta a 4-72, la sociedad estatal de correos colombiana. Fracasadas otras fórmulas para resolver la ausencia de contratos y una deuda por 56.000 millones de pesos (unos 14 millones de dólares), la gran mayoría de los operadores logísticos del sector ha suspendido desde este miércoles la distribución de correos para la empresa. Se trata, en pocas palabras, del colapso de un servicio público esencial en ciudades y rincones alejados de un país mal comunicado e inaccesible para la mayoría de compañías de mensajería.

Miles de colombianos dejarán de recibir sus envíos por un tiempo incierto. Un episodio que evoca el caso del anciano coronel que regresaba, una vez tras otra, con las manos vacías tras visitar la oficina de correos del puerto en busca de su pensión en la novela de García Márquez. El futuro de 4-72, que recoge su nombre de las coordenadas del punto más céntrico de Colombia, parece convulso. Tras años de servicio errático, la empresa no ha hecho sino acumular deudas, especialmente desde la pandemia. La congresista Carolina Arbeláez, del derechista y opositor Cambio Radical, cifra el agujero negro de los últimos tres años en 120.000 millones de pesos (unos 30 millones de dólares).

La amplísima gama de quejas por un servicio impreciso e impredecible, además, no hace más que aumentar. Sin apenas inyecciones de recursos del Estado, la empresa ha sentido con fuerza la irrupción del mundo digital. Y sin dinero de sobra, la modernización y digitalización de sus servicios aún no pasa de ser un simple anhelo. Por eso cada cierto tiempo surgen voces desde distintos sectores que objetan su viabilidad.

Este año ha surgido, sin embargo, una nota de optimismo dentro de un panorama grisáceo. Todos los indicios apuntan a que la situación contable ha mejorado desde la llegada del ingeniero electrónico Diego Huertas a la dirección de 4-72 a finales de 2022. De acuerdo con cifras oficiales, en abril y mayo pasado la empresa generó utilidades por primera vez en más de un año por 9.400 millones de pesos (2,3 millones de dólares).

Nada que oculte el hecho de que los colombianos han resentido las consecuencias negativas de la mala gestión. De acuerdo con datos públicos, el flujo de paquetería que maneja la empresa se ha desplomado un 55% en los últimos 3 años, a pesar del incremento mundial en las ventas de envíos digitales. Y en paralelo los gastos logísticos, que se cubren con utilidades propias de la empresa y no del erario, como se suele pensar, se han disparado un 40%.

De esta forma no resulta extraño que las oficinas postales de 4-72 a menudo se conviertan en un hervidero de clientes insatisfechos. “El modelo operativo tiene que cambiar”, señala la congresista Carolina Arbeláez, “porque esta es una empresa comercial pública, que no recibe recursos del Estado, y compite con actores privados muy rentables”. También cuenta que, a pesar de que durante la pandemia el servicio de mensajería digital se disparó, las flaquezas en la operación de 4-72 se agudizaron.

El abogado experto en temas postales Felipe Aristizábal explica que el mercado en Colombia mueve unos 2 billones de pesos anuales. El 90% se concentra en el servicio de correo regular, y el 10% restante se canaliza a través de los servicios de mensajería urgente, de acuerdo con cifras oficiales de 2018. Para Aristizábal, las cargas están desequilibradas: “El monopolio postal, por Constitución, es del Estado colombiano. Pero 4-72, por su contrato de concesión a diez años, explota menos del 10 % de un mercado exclusivo en el cual paga incluso 46.000 millones”. En contraste, las empresas privadas solo deben costear una licencia de mensajería más barata, y, sumadas a los ilegales, se llevan la mayor tajada de los contratos y de los envíos sin que haya un mecanismo de vigilancia y control efectivo sobre sus operaciones.

Un segundo punto, añade Aristizábal, está anclado a un decreto de emergencia expedido durante la pandemia. La medida legislativa de 2020 buscaba agilizar los trámites napoleónicos de un país como Colombia y permitió que todas las notificaciones del Estado se enviaran por correo electrónico. Esa decisión, de acuerdo con un informe sindical, disminuyó en un 80% los ingresos de la empresa.

Miguel Ángel Mejía preside Sintrapostal, el sindicato que agremia a unas 700 de las 4.300 personas que emplea la empresa. En su opinión, el deterioro de los últimos años tiene que ver con la forma en que los gobiernos se han rifado la dirección de 4-72 como parte del botín político. Cuenta que durante los años de mandato del conservador Iván Duque (2018-2022) pasaron cuatro directores al frente del servicio de correos. “Gente inexperta. Politiqueros. Sin ningún conocimiento de la industria ni del sector. Eso, sumado a la ignorancia del Estado con respecto a las potencialidades del negocio, nos ha dejado abandonados y a merced de las maquinarias políticas de turno”. Dice que cada presidente cambia la cúpula de un año para otro: “Mientras el sector logístico durante la pandemia creció un 40%, nosotros solo dimos pérdidas durante tres años”.

¿Qué habría que cambiar para enderezar el rumbo? El sindicalista argumenta que el camino que ha seguido el actual director es el correcto. Para empezar, indica, hizo recortes al renglón de transportes: “Se han abierto nuevos canales de negocio. Las ventas han mejorado en seis meses. Y el presidente de la empresa tiene una visión comercial porque trabajó muchos años en 4-72″.

Por eso Carolina Arbeláez, quien ha formado parte de una comisión parlamentaria de seguimiento al tema, manifiesta su inquietud ante los rumores de un posible nuevo cambio en la dirección: “Esta es una persona que conoce el sector. Lo más importante. Impulsó un plan de choque para generar utilidades. Y ahora hay un plan del oficialismo para removerlo del cargo para poner una cuota política”.

La representante del derechista Cambio Radical recuerda que Huertas tiene un contrato por dos años: “El cambio sería un desacierto y tendríamos que pagar una indemnización por mil millones de pesos”. Con todo, el reto urgente para 4-72, precisan las fuentes, debe concentrarse en acelerar el proceso tecnológico. Un requisito ineludible para convertir a la empresa en un actor competitivo y con vocación de servicio: “Esta es la única empresa que le garantiza a los colombianos que su correo va a llegar hasta el último rincón del país”, remata Arbeláez. Y la única capacitada para que, de Mocoa a Punta Gallina, los ciudadanos no tengan que esperar sus cartas con años de retraso. Como solo sucede en el mundo imaginario de García Márquez.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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