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Las Cartas del Boom: el nuevo libro que reconstruye la vieja amistad entre Fuentes, Gabo, Vargas Llosa y Cortázar

La obra reúne por primera vez 207 cartas que los autores latinoamericanos se enviaron entre 1955 y 2012. Son un recordatorio de que ningún autor se hizo famoso en la historia de la literatura en soledad sino con la ayuda de sus amigos

Camila Osorio
Boom latinoamericano
De izquierda a derecha: Juan Goytisolo, José Donoso, Carlos Fuentes, Patricia Llosa, Mario Vargas Llosa, Ugné Karvelis, Abraham Nuncio, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez, en Bonnieux, Francia, el 15 de agosto de 1970.Jordan Schnitzer Museum of Art

Es noviembre de 1968, la Unión Soviética invadió Checoslovaquia, y el régimen de Cuba estaba molesto con algunos escritores latinoamericanos por sus críticas a la isla. En ese año de turbulencia política, el escritor mexicano Carlos Fuentes le escribe al peruano Mario Vargas Llosa una carta discutiendo estos temas que cierra con las siguientes palabras: “Sé que odias el género epistolar...y no te pido respuesta. Conserva, eso sí, la carta para Harvard (es broma)”.

La carta no la conservó Harvard, pero Fuentes sabía que esa correspondencia tendría un valor especial algún día, y por eso guardó buena parte de lo que él escribió y recibió de sus amigos escritores: Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar. Eventualmente las cartas que se enviaron entre los cuatro sí fueron preservadas por las universidades de Princeton y Austin, Texas, además de familiares y amigos. Por primera vez todas estas cartas salen reunidas en un nuevo libro de Alfagura: Las Cartas del Boom, un archivo epistolar que ya puede encontrarse en las librerías de España, México y Colombia. A mitad de septiembre estará disponible en Estados Unidos.

El libro contiene 207 cartas que arrancan en 1955, cuando Fuentes y Cortázar apenas empezaban a tejer una relación profesional; y van hasta 2012, cuando el mexicano le celebra el cumpleaños número 85 a Gabriel García Márquez. “Nuestras vidas son inseparables”, escribe cariñosamente el autor sobre una amistad que duró más de medio siglo. Firma: “tu cuate”.

En estas cartas a Cortázar a veces lo llaman el “sumo cronopio”, a Fuentes el “águila azteca”, a Gabo el “Coronel” y a Vargas Llosa el “Gran Jefe Inca”. Ninguno de los cuatro había alcanzado aún la gloria internacional pero pronto publicarían sus obras cúspide: La Muerte de Artemio Cruz, Rayuela, La Ciudad y los Perros y Cien Años de Soledad. Se leyeron entre ellos sus manuscritos, se dieron recomendaciones, se dieron ánimo pero también se criticaron sus puntos ciegos. El libro de cartas es un recordatorio de que ningún escritor logró hacerse grande en la historia de la literatura únicamente escribiendo su novela en soledad: necesitaron una comunidad dispuesta a leerles, a escribir reseñas favorables, a recomendarlos para un premio. En pocas palabras, el nuevo libro es un recordatorio de que un escritor es también sus amigos.

Las armas secretas es el tomo de cuentos más excelente que se ha escrito y publicado jamás en América Latina”, le escribe un emocionado Fuentes a Cortázar, en 1962, sobre el nuevo libro del argentino. El escritor mexicano en particular es un gran compañero hacia los otros tres: les recomienda traductores y editoriales en América Latina y Estados Unidos, les pregunta por fechas de publicación de las próximas novelas para escribir reseñas positivas en revistas, y tiene una visión holística de lo que hacen en conjunto.

“¿No te sucede que cada buena novela latinoamericana te libera un poco, te permite limitar con exaltación tu propio terreno, profundizar en lo tuyo con una conciencia fraternal de que otros están completando tu visión, dialogando, por así decirlo, con ella?”, le pregunta Fuentes a Cortázar como si entre los cuatro estuvieran haciendo una sola gran obra literaria.

“Carlos Fuentes es el gran impulsor del Boom, a él le debemos que exista este libro”, dice el escritor mexicano Javier Munguía, coeditor de este nuevo libro epistolar . Gabo y Cortázar no eran muy buenos guardando cartas, explica, y Vargas Llosa guardaba algunas que recibía pero no copias de las que enviaba. Fuentes lo guardaba todo, como un visionario que confía en su grandeza y en la de sus amigos. “Él tuvo más conciencia que los otros de que este archivo podía tener importancia a futuro”, añade Munguía.

El libro sobre los cuatro amigos es el esfuerzo editorial de otros cuatro apasionados por la literatura del Boom: Carlos Aguirre, biógrafo de la novela La Ciudad y Los Perros; Gerald Martin, biógrafo de Gabriel García Márquez; el académico peruano Augusto Wong Campos, y Munguía. Este último, desde Ciudad de México, explica a EL PAÍS que este libro epistolar fue una iniciativa que nació en 2019 en un círculo de tertulia en el que están los cuatro amigos y sus obsesiones. “El resultado es que esta no es una obra secundaria sobre los autores, sino que revela mucho sobre sus opiniones y las tensiones políticas entre ellos”, dice Munguía.

En Las Cartas del Boom también aparecen invitaciones comer hongos alucinógenos en México e incluso inesperados consejos financieros. “Otra cosa son las ediciones en los países socialistas. Con el chantaje de que ellos son muy pobres y nosotros somos sus amigos, nos están ordeñando”, escribe un indignado García Márquez a Vargas Llosa en 1968. Considera que, si van a seguir publicando sus obras en países gobernados por la izquierda, “es prácticamente una contradicción filosófica el hecho de que los países explotadores nos exploten menos y nos respeten más que los que se suponen no-explotadores”.

“La correspondencia de un escritor es un documento fundamental para entender el proceso creativo de sus obras”, dice a EL PAÍS el académico Álvaro Santana-Acuña, biógrafo de la novela Cien Años de Soledad y quien conoce a fondo el archivo de García Márquez. “En este caso estamos ante la publicación, por primera vez, de las cartas que cruzaron los escritores más importantes del Boom latinoamericano y esto nunca había ocurrido antes”, añade.

Algunas cartas ya habían aparecido en catálogos de libros, en exposiciones individuales, pero nunca en forma de conversación. Lo especial de eso, explica Santana-Acuña, es que se puede ver transparentemente cómo los cuatro “creen en la posibilidad de que América Latina, por primera vez, comience a publicar obras literarias de un primer nivel y que alcancen éxito internacional”.

El tiempo pasa y las amistades no siempre sobreviven. “Tu conducta nos colocó a tus amigos en una situación más que incómoda en La Habana”, le reclama Cortázar a Vargas Llosa en 1969, después de que el escritor peruano rehusara visitar la isla para un evento cultural. El régimen de Fidel Castro ya empezaba a demostrar su autoritarismo hacia los escritores, un tema político que llevaría a peleas irreconciliables entre los cuatro amigos. En 1971 Cortazar ya veía el divorcio entre los amigos como algo inevitable: “hay algo peor, y es el sentimiento de que cosas que quiero mucho pueden resquebrajarse, amistades de muchos años y afectos muy hondos”.

La historia ya se conoce: Cortazar y García Márquez se divorciaron de Vargas Llosa, y después de que el argentino falleció en 1984, el colombiano y el mexicano fueron quienes mantuvieron la amistad más duradera. Los nuevos novelistas latinoamericanos ahora se escriben en Gmail, o WhatsApp, donde la memoria es más corta y depende ahora del número de gigas. La historia de la literatura puede estar escribiendose ahora en una carpeta de spam. Pero la amistad que cambió la historia de las letras latinoamericanas en el siglo XX vive aún en las doscientas cartas que cuatro autores se enviaron y cuatro coeditores rescataron.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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