Un coronel prófugo
Varios soldados y un coronel involucrados en la masacre de 11 personas de una comunidad indígena en el Putumayo, ocurrida hace un año, pidieron la baja y no se sabe dónde están
Fue hace poco más de un año, en marzo de 2022, cuando una operación del Ejército Nacional, a través de la cual buscaban dar con un jefe narcotraficante, terminó convertida en la horrenda masacre de 11 personas pertenecientes a una comunidad indígena y campesina en un lejano corregimiento del Putumayo llamado El Remanso.
Primero hubo negación. No hubo muerte de civiles, decían en coro el ministro de Defensa y el general Juan Carlos Correa, quien para entonces era el jefe de la división a la que pertenecía el comando élite que adelantó la fallida misión. Con el pasar de los días ese coro se fue destemplando, hasta que las evidencias que revelaron periodistas de El Espectador, Cambio y Vorágine hicieron imposible seguir ocultando lo evidente: hombres del Ejército llegaron al lugar donde se estaba desarrollando un bazar y de manera indiscriminada dispararon contra todo lo que se movía. Entre los caídos estaban un jefe indígena, un líder comunitario, una mujer embarazada y menores de edad.
A pesar de las pruebas, que incluso hablan de manipulación de la escena para hacer pasar a las víctimas como integrantes de un grupo armado ilegal, la justicia ha avanzado con lentitud y laxitud. Esta última es la más grave pues, confiando en la palabra del Ejército Nacional, los oficiales y suboficiales involucrados en tan lamentable caso no están detenidos, sino que algunos siguieron con su vida común y corriente, mientras que otros permanecen concentrados en la base de Tolemaida esperando con tranquilidad el inicio del juicio.
Uno de aquellos que seguía su vida con aparente normalidad es el coronel Carlos Mauricio Salgado quien, hasta el desastre de El Remanso, iba con paso firme camino a convertirse en general. Su hoja de vida era impecable y los reconocimientos abundaban. El coronel Salgado era el comandante de la unidad que hizo la operación y aunque en los días posteriores a los hechos se sintió plenamente respaldado por su superior, el general Correa, quien asumió la responsabilidad y la vocería sobre los que se mostraban como resultados exitosos de una operación contra el narcotráfico, con el paso de los meses el coronel vio como Correa le daba la espalda, dejándolo a él y a su tropa solos, enfrentando un caso que podría concluir con condenas de hasta 50 años de prisión.
El próximo 1 de agosto los responsables de la masacre, incluyendo al coronel Salgado, deberán comparecer ante un juez para la audiencia de imputación de cargos y solicitud de medida de aseguramiento; sin embargo, el coronel no asistirá. Hace unos días pidió la baja y viajó de manera intempestiva a los Estados Unidos. Algunos de los soldados profesionales involucrados en el caso hicieron lo mismo: pidieron la baja y no se sabe dónde están.
Según las fuentes, el coronel y los soldados no quieren ser los únicos responsables de lo ocurrido. No quieren que pase lo de los ‘falsos positivos’, para los que permanece en el limbo la respuesta a la pregunta sobre quién dio la orden. No entienden por qué quien antes los defendía ahora los señala. No obstante, nosotros debemos preguntarnos algo completamente distinto: ¿por qué si la evidencia era tan clara evadir la justicia resultó tan sencillo?
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