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Así se hundió la reforma política de Petro y Roy

La primera derrota del Gobierno en el Congreso muestra la fragilidad de su coalición legislativa

Roy Barrera
El senador Roy Barrera rompe la propuesta de reforma política del Gobierno de Gustavo Petro, este jueves en Bogotá.RR SS
Juan Esteban Lewin

El presidente del Congreso de Colombia, Roy Barreras, rompió un documento frente al celular que le apuntaba. “Le pido hoy al señor ministro y al Gobierno que retire esta reforma que ya no tiene absolutamente ningún sentido. Esta es mi posición sobre la reforma política sin lista cerrada obligatoria”, dijo, mirando fijamente a la cámara y ante el micrófono del recinto en el que sesionaba la comisión primera del Senado en la mañana de este jueves. En el mismo sitio, menos de 24 horas antes, la bancada de Gobierno a la que pertenece Barreras logró evitar que la reforma se hundiera, aplazando la votación para el día siguiente. Pero no fue suficiente, porque la coalición legislativa gobiernista es tan amplia como frágil.

El Gobierno presentó la reforma política en septiembre de 2022, como una de sus primeras iniciativas legislativas para llevar a cabo el cambio en Colombia. Esa reforma a la Constitución proponía implementar varias promesas de campaña del presidente Gustavo Petro sobre la política electoral. El ministro de Interior, Alfonso Prada, quien radicó el proyecto en el Congreso, dijo al hacerlo que este buscaba “garantizar una mejor representación ciudadana, una mejor calidad en la democracia colombiana” y “cumplir con los acuerdos de paz”. Con una coalición legislativa recién construida que le daba amplias mayorías al Gobierno, con el impulso de la novedad y en plena luna de miel con la opinión pública, la reforma avanzó sin grandes tropiezos en el primer semestre. En apenas tres meses superó cuatro de sus ocho debates, sin mayores aprietos.

Eso a pesar de que su propuesta central iba en contravía de los intereses de los barones políticos que tienen su asiento y su poder en el Congreso. Se trataba de establecer “listas únicas, cerradas, bloqueadas y con alternancia entre hombre y mujer”, que se han llamado listas cremallera, para las elecciones al Congreso, a los concejos y a las asambleas. La idea era eliminar el “voto preferente”, en el que el elector puede votar por candidatos individuales, y que ha sido criticado muchos expertos, pues debilita la cohesión de los partidos y mantiene los cacicazgos.

Esta iniciativa había llegado ya varias veces al Congreso en los últimos años y estaba en la reforma electoral planteada en desarrollo del acuerdo con las FARC. Siempre ha sido derrotada por los políticos tradicionales, pero estos perdieron peso en el Congreso que se instaló en julio de 2022. Con un presidente que ha hecho carrera por fuera de esos partidos, la opción parecía mayor.

Pero ese corazón de la reforma fue el causante de su muerte. Aunque en el texto inicial se establecía que los partidos debían realizar elecciones primarias para establecer el orden en el que los candidatos quedan en la lista, y determinaba que esa conformación debía tener paridad entre hombres y mujeres, una promesa de la campaña de Petro, en el trámite la obligación desapareció. Tras cuatro de los ocho debates que requieren las reformas a la Constitución, este miércoles se debía debatir una ponencia que habían firmado Barreras y miembros de otras cuatro bancadas de la coalición: el verde Ariel Ávila, el liberal Fabio Amín y Julián Gallo, del partido Comunes. El texto, como un zombi, ya no tenía corazón.

En lugar de obligar a las listas cerradas, creaba incentivos, como una financiación estatal un 30% mayor, para los partidos que libremente eligieran tenerlas. En cambio, incluía otros puntos muy criticados, como la posibilidad de que para las elecciones siguientes, las de 2026, los congresistas actuales mantuvieran los primeros puestos de las listas cerradas, o la de que los congresistas puedan renunciar para irse a ocupar cargos en el Ejecutivo, y regresar al Congreso después, sin perder sus curules.

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Eso desató fuertes críticas. Aunque la idea beneficiaba a partidos tradicionales que forman parte de la coalición, como La U o los conservadores, dos bancadas con barones políticos apoyaron una ponencia diferente, que proponía hundir la reforma. La firmaron Paloma Valencia, del uribista Centro Democrático, y Jorge Benedetti, del nuevo partido opositor Cambio Radical. Desde diciembre se les habían sumado voces independientes, y ahora senadores verdes y liberales de la Comisión Primera votarían con ellos. La bancada petrista había quedado alineada con sus aliados de los partidos tradicionales pero con otros apoyos usuales, especialmente de la bancada verde y del centro político, en la orilla opuesta. No era suficiente.

Eso quedó claro el miércoles en la sesión de la comisión primera del Senado, que debía dar a la reforma su quinto debate. Con Barreras ausente, pues estaba en un procedimiento médico como parte de su tratamiento contra el cáncer, el Gobierno no tenía mayorías. Los gobiernistas Alexander López y María José Pizarro pidieron que se aplazara la votación para el jueves, pero no tenían las de ganar. En medio de la discusión llegó Barreras y tomó la palabra: eran las 2.54 de la tarde. Informó a todos que a las tres en punto abriría la sesión plenaria a la que todos debían asistir y se retiró. Como ninguna comisión puede sesionar al tiempo con la plenaria, se salieron más senadores, la comisión se quedó sin quórum para decidir y automáticamente se aplazó la decisión de la reforma.

Pero esta ya había quedado sin oxígeno, sin votos, sin apoyo. En la mañana del jueves, la bancada en la Cámara del partido de Gobierno, el Pacto Histórico, publicó un comunicado pidiendo al Ejecutivo retirarla y radicar una nueva. Poco después, el presidente le dio la espalda, y sus aliados en el Senado, que horas antes buscaban salvarla, la dejaron ir. Fue allí que Barreras hizo su acto.

“Una reforma sin lista paritaria de género no vale la pena”, dijo Barreras al romper el texto, minutos antes de que el ministro Prada formalmente anunciara el retiro de la reforma. Pero antes de eso el presidente del Senado explicó que prevé un nuevo intento: recordó que al Gobierno le quedan 40 meses, como quien acepta la derrota en un partido de fútbol pero subraya que el torneo apenas comienza. Falta ver si en los siguientes encuentros logra alinear a las congresistas propios, a sus aliados de centroizquierda y a los políticos tradicionales.

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Sobre la firma

Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.

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