Pierre Onzaga, el empresario que busca el ingrediente secreto de las marchas anti-Petro
Un codirector de la multitudinaria marcha contra las FARC en 2008 busca el camino para que la oposición encuentre su fuerza en las calles de Colombia
Pierre Onzaga es un empresario que, desde el año pasado, tiene en su agenda un solo objetivo: convocar cuantas protestas sean posibles contra el gobierno de Gustavo Petro. “Lo haré por el tiempo que sea necesario”, dice desde un hotel en el norte de Bogotá. “Lo haré hasta despertar la conciencia de la gente en Colombia”, añade sobre su plan para hacer marchas o plantones hasta dos o tres veces por mes.
Bogotano de 45 años, alto y de traje azul , e ideológicamente a la derecha, Onzaga dice no estar interesado en lanzarse a la política electoral sino en hacer suficiente ruido en las calles para frenar las reformas del presidente de izquierda. “Es precisamente cuando leí las reformas, y me di cuenta que no sería posible volver a hacer empresa en Colombia, que decidí meterme de lleno en esto”, cuenta. Desde que ganó Petro, Onzaga ha dedicado menos tiempo a sus dos pequeñas empresas, de alimentos y de arquitectura, y su verdadero emprendimiento es encontrar el secreto de la movilización ciudadana. No es el único con este objetivo en mente, pero el camino es difícil.
Desde que arrancó el Gobierno de Petro, la oposición ha estado sin líder, los partidos políticos críticos son minoritarios en el Congreso, y la movilización ciudadana no es dominio de la derecha. Durante el Gobierno anterior la calle fue de la izquierda y la derecha ha desconfiado de la protesta social. Onzaga, por ejemplo, dice que no está seguro de que el estallido social contra el Gobierno anterior fuera legítimo (“Fue una estrategia de comunicación”), y no convocaría a una marcha usando la palabra cacerolazo (“es llamar al hambre”). Pero el hecho de que hace dos semanas la oposición lograra movilizar al doble de personas que las que convocó Petro, le demostró a Onzaga que, aún sin un líder unificador, hay una semilla de malestar que puede cultivar.
¿Qué no le gusta de Petro a este empresario? Todo. “Van a llenar la calle de criminales”, dice de la reforma penitenciaria. “Es matar a la gente”, de la reforma a la salud. “Va a ser muy difícil tener empleados si aplican las horas extras de forma diferente y reducen la jornada laboral”, dice de la reforma laboral. “Quieren hacer algo a lo que se hizo en Venezuela”, dice sobre la intención de Petro de definir los precios de la energía. Lo que llama “la conciencia” de Colombia son los ciudadanos que están tan preocupados como él. De acuerdo a las últimas encuestas, la imagen favorable del presidente ha caído por debajo del 50%. Para Onzaga, eso indica una oportunidad para la movilización.
“Todo depende del momentum, del estado de la opinión con noticias que se van generando. Si no estás en el momentum no tienes nada”, dice Onzaga, quien piensa seguido en las emociones que determinan la política. “El miedo, por ejemplo, es uno de los grandes motores de la historia”, considera. Pero el miedo puede congelar la acción colectiva, añade, como le pasó a sus amigos empresarios que dejaron sus inversiones en Colombia para irse a Estados Unidos. Busca entender cómo el miedo contra Petro pasa a la acción.
La suerte no siempre ha estado de su lado. Ha convocado un protesta para este lunes 27 de febrero y, dado el poco eco que ha tenido en redes sociales, no parece que se llevará la atención del presidente. (La convocó en pequeños plantones, frente a las casas o trabajos de cada opositor. “Queremos evolucionar la protesta ciudadana”, dice). La marcha anti-Petro que convocó en septiembre del año pasado contra la reforma tributaria, mostró un pequeño músculo en ciudades como Medellín. Pero no convocó el mismo número de personas el 22 y 29 de octubre, y la reforma tributaria se aprobó ese mes sin mucha agitación en las calles. Su gran éxito fue en 2008 con un pequeño grupo que, en Facebook, convocó una marcha contra la entonces guerrilla de las FARC. Salieron millones de personas. Pocos días después, rememora, el presidente Álvaro Uribe lo invitó a la Casa de Nariño para celebrar lo masiva que fue la convocatoria.
La movilización que sueña Onzaga tiene un principio que él ve como una fortaleza pero que otros pueden ver como un punto débil: su renuencia a la mecánica electoral. Él solo se ha lanzado una vez a una elección, como candidato al Congreso en 2010, y fue una experiencia agridulce. No tanto porque se quemó, sino porque el partido que lo avaló cambió radicalmente. Hizo parte de las listas de La U, un partido que era totalmente uribista pero que, como presidente, Juan Manuel Santos llevó a apoyar el proceso de paz en contravía del uribismo.“Entendí que eso de la unidad era falso, y que esas estructuras partidarias solo responden a una mecánica de calendarios electorales, y que no les interesa desarrollar la conciencia de los colombianos”, dice el empresario-activista.
Onzaga es uno de esos colombianos que se siente engañado por el expresidente Santos. “Nunca pensé que pudiera ser así de traidor, es aterrador lo doble que puede ser”, dice. “Quizás ese fue nuestro gran pecado, haber creído en una persona que no estaba con nosotros sino con las FARC”. Santos negoció un acuerdo de paz con la exguerrilla, con toda la marea del uribismo en contra. Onzaga apoyó la creación del siguiente partido de Uribe, el Centro Democrático, y sus candidatos presidenciales: Oscar Iván Zuluaga en 2014; Iván Duque en 2018; y apoyó a Federico Fico Gutiérrez y Rodolfo Hernández en 2022. Le gusta lo que hacen políticos más a la derecha como Enrique Gómez, María Fernanda Cabal y Miguel Polo Polo, y últimamente le parece interesante Jorge Enrique Robledo, un ex senador de izquierda que es crítico acérrimo de Petro. Pero aún así le guarda cierto recelo a los políticos.
“Son líderes que tienen en la mira las siguientes elecciones, mientras que nosotros somos los líderes ciudadanos que tenemos una vocación de permanencia”, dice. “Cuando los políticos creen que las movilizaciones son para su ego, su campaña, ahí es donde la movilización pierde”, añade.
Los logros de un activista se pueden ver debilitados si los políticos no los acompañan: ellos tienen, por su trayectoria o su reconocimiento, un gran potencial de convocatoria. Aunque la marcha de hace dos semanas fue un éxito para la oposición, Onzaga se siente decepcionado de la actitud del expresidente Uribe, quien no los acompañó o envió un mensaje de apoyo. “No he entendido dónde está, lo veo muy prudente con sus palabras y muy apartado de la discusión contra el Gobierno”, dice con un tono menos entusiasta del que mantiene al hablar de las marchas.
Sin políticos de su lado, Onzaga depende más de la tracción que consiga en redes sociales. Si la viralidad sopla a su favor, puede movilizar a miles. Si lo agarra un momento en el que la indignación (o miedo) no están en el aire, puede movilizar a un par de decenas. Esta suerte aleatoria, sin embargo, no le preocupa. “Lograremos sostenernos en el tiempo”, asegura.
Onzaga vive con su pareja a las afueras de Bogotá y prefiere no revelar algunos detalles de su vida personal, como el nombre de sus empresas o dónde está ubicada su casa. Dice que a causa de su activismo ha recibido llamadas amenazantes, y sospecha que lo han seguido en la calle últimamente. Pero desconfía del sistema de seguridad ahora que está liderado por Petro. “He intentado manejar esta situación con empresas privadas”, dice escuetamente.
Al final del día, este activista es un empresario que deposita mucha confianza en el sector privado y menos en el Estado, como lo haría Petro. Sueña con un país con menos impuestos, con más fácil acceso a créditos y con menos debate sobre una reforma laboral como la actual. Por ese camino, considera, está “la conciencia de Colombia” que espera encontrar.
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