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Cortes de luz y de agua, ascensores peligrosos y zonas comunes en obra eterna: el fracaso del rascacielos más alto de Colombia

Decenas de inquilinos del edificio BD Bacatá, en el centro de Bogotá, denuncian el mal estado de las dos torres

Diana pone avisos denunciando el mal servicio del edificio en los pasillos del Bacatá.
Diana pone avisos denunciando el mal servicio del edificio en los pasillos del Bacatá.Diego Cuevas
Juan Miguel Hernández Bonilla

En una puerta gris de metal que separa el corredor de los apartamentos de las escaleras, en el piso 43 del edificio BD Bacatá, hay un grafiti azul que advierte a los visitantes: “Nunca hay agua ni luz. No se dejen robar”. En los demás pisos del rascacielos más alto de Colombia, ubicado en el centro de Bogotá, con una vista hermosa sobre los cerros orientales, se ven carteles pegados en la pared con mensajes parecidos: “Ni los ascensores sirven”, “Dejen de estafar a los inquilinos”, “Estos apartamentos no cuentan con los servicios mínimos dignos de una vivienda. Y son bien caros”, “Tener buena vista no hace a este hueco habitable”.

Estos mensajes, que aparecen en paredes sin pintar y debajo de algunos techos caídos, expresan la rabia de muchas personas que se mudaron al edificio con la esperanza de vivir en uno de los proyectos inmobiliarios más emblemáticos de la ciudad sin saber que llegaban a un lugar que tras seis años de entregado sigue en obra, que no tiene servicios públicos estables y que está en medio de un limbo empresarial y jurídico que no permite saber con certeza cuándo terminarán los problemas.

 Se han evidenciado varias denuncias contra el mal estado y falta de servicios del famoso edificio Bacatá en el centro de Bogotá.
Se han evidenciado varias denuncias contra el mal estado y falta de servicios del famoso edificio Bacatá en el centro de Bogotá.Diego Cuevas

El proyecto BD Bacatá está conformado por dos enormes torres conectadas en la base por siete sótanos y cinco pisos de locales comerciales compartidos. La primera torre, que tiene 167 metros de alto y 56 pisos de apartamentos y oficinas, ya está casi completamente habitada, pero aún le falta la entrega de las zonas comunes prometidas: terrazas, salones y gimnasio. La segunda, la más alta de Colombia, con 216 metros y 66 pisos, quedó abandonada a medio construir desde hace varios años. Se supone que allí habrá un hotel de lujo con más de 300 habitaciones, pero no hay nada. “En la torre abandonada se robaron todo lo que había por dentro, pisos, techos, instalaciones de luz, todo”, denuncia a EL PAÍS un exempleado de la empresa colombiana Prabyc Ingenieros, encargada de la construcción del proyecto, que prefirió proteger su identidad. “Eso parece una película de terror”, concluye.

En la actualidad nadie responde por el destino incierto del edificio. La empresa BD Promotores Colombia, propiedad del empresario español Venerando Lamelas y dueña del proyecto, fue intervenida por la Superintendencia de Sociedades y se declaró en insolvencia económica. Prabyc Ingenieros paró la obra en 2018 por demoras multimillonarias en los pagos. Acción Fiduciaria, empresa encargada de recibir y administrar el dinero de los inversionistas, dice que los edificios no se terminaron de construir porque no se recogió el dinero suficiente. La esperanza para los habitantes del BD Bacatá y para los miles de inversionistas que tienen su dinero en riesgo es que alguna empresa compre el proyecto completo para terminarlo. En septiembre de este año se conoció que la compañía Constructora Total está estudiando la posible adquisición, pero el negocio no se ha cerrado.

Detalles de escaleras en mal estado en el edificio Bacatá.
Detalles de escaleras en mal estado en el edificio Bacatá.Diego Cuevas

Mientras tanto, los problemas del BD Bacatá continúan y sus habitantes los siguen padeciendo. Daniel Valencia es un inquilino que vive en el piso 10 con su familia. Denuncia en diálogo con EL PAÍS que hace pocos meses su esposa iba a dar a luz y tuvo que bajarla cargada por las escaleras porque ninguno de los cuatro ascensores del edificio estaba funcionando. “Los ascensores acá son un desastre. Se dañan todo el tiempo, se descuelgan, siempre están inhabilitados”, dice Valencia. Y añade: “El día en que mi esposa comenzó a tener dolores de parto, nos tocó bajar caminado 10 pisos más los cinco de los sótanos para llegar al carro. Ningún celador contestó nuestras llamadas de ayuda”.

Un mes después, cuando la madre de Valencia estaba en casa visitando a su nieto recién nacido, sufrió un preinfarto. Intentaron salir de urgencia para el hospital, pero de nuevo los ascensores estaban dañados. Todo quedó registrado en video. “Me logré comunicar con la recepción para que nos ayudaran, pero se demoraron casi una hora en hacer algo”, cuenta indignado Valencia. Él y su esposa hicieron las denuncias a la administración, pero hasta ahora nada ha cambiado.

Augusto Julián Trujillo, un arquitecto colombiano de 38 años que vivió en BD Bacatá desde 2017 hasta 2018, cuenta que tuvo que irse del edificio por los mismos problemas del ascensor y por los cortes de luz. “Lo más grave para nosotros era que los ascensores no servían y se hacían filas larguísimas. Tocaba esperar mucho tiempo a que llegaran y cuando llegaban estaban muy llenos; era como montarse a un Transmilenio”. Trujillo recuerda que muchas veces tuvo que subir los 18 pisos por las escaleras. Otro de los motivos para abandonar el BD Bacatá fue el incumplimiento en la entrega de las zonas comunes. “Escogimos un apartamento que se suponía tendría una terraza al lado, pero nunca la inauguraron”. Hoy en día, cinco años después, esa terraza y las otras que tenía planeadas el edificio siguen sin funcionar. No tienen piso ni pasamanos ni barandas de seguridad.

Trujillo también padeció los repetidos cortes eléctricos. “Si no había luz no funcionaba el calentador del agua, ni la estufa eléctrica, ni el internet”, explica. Esos mismos fallos los sufre todavía Diana Gómez, una diseñadora que vive en el piso 43 con sus dos gatos, solo que ahora son mucho más frecuentes. “La luz se va casi día de por medio”, denuncia Gómez, quien se hizo viral en redes sociales tras publicar la semana pasada un hilo de Twitter en el que mostraba las fallas en los servicios de su apartamento. “Este edificio está completamente inhabitable, no sé cómo permiten que la gente viva acá”, dice en entrevista con EL PAÍS. La sala de su casa tiene una vista espectacular hacia las montañas de Bogotá, que por instantes la hace olvidar de todos los problemas del apartamento. Pero la rabia regresa cuando se acuerda de que su computador de trabajo, la fuente de sus gatos y otros electrodomésticos se dañaron por los altibajos de la luz y nadie quiere responderle.


Diana Gómez mira por la ventana de su apartamento.
Diana Gómez mira por la ventana de su apartamento.Diego Cuevas

“Las cosas dejan de funcionar en horas pico: desde las 6 de la mañana hasta las 8, cuando toda la gente se está alistando para trabajar, se va la luz. Como no hay luz, las bombas que suben el agua hasta los pisos más altos no funcionan, entonces tampoco hay agua”, se queja Gómez. La estufa y el internet tampoco sirven. “Esta semana no he podido trabajar. He tenido que bañarme varias veces en el gimnasio”. Cuenta que, ante sus quejas, la administración del edificio le respondió que la luz se iba porque el transformador interno del edificio no daba abasto para tantas personas. “Día de por medio tengo que subir caminando los 43 pisos hasta mi casa porque los ascensores no sirven. Se han descolgado varias veces conmigo adentro. Es muy peligroso, una vez pensé que me iba a morir”. Diana y muchos otros inquilinos han contado en redes que con frecuencia se quedan encerrados en los elevadores.

Estas fallas en los servicios hacen que vivir en el edificio BD Bacatá sea muy difícil. “Muchos ya se han ido, y muchos otros estamos buscando una nueva casa”, cuenta Diana. Y concluye: “Espero salir del edificio la próxima semana”. Gómez, Trujillo y Valencia coinciden en que el BD Bacatá parecía un gran proyecto: dos torres altas, modernas y lujosas en el centro de la ciudad, con una vista envidiable, bien conectadas, con parqueaderos, zonas comerciales y apartamentos bien diseñados, construidas con todas las normas de protección sísmicas y de seguridad. “Los edificios son cómodos, tienen buenas especificaciones. Las ventanas, por ejemplo, mantienen el ruido y frío afuera, sellan el apartamento. Son ventanas que normalmente no se utilizan en Colombia, tienen un estándar mucho más alto que el convencional”, dice el arquitecto Trujillo. Y reflexiona: “Que haya un edificio emblemático para la arquitectura colombiana abandonado en el centro de la ciudad es un fracaso, un símbolo más del atraso de nuestra sociedad”.

Vista del edificio Bacatá desde la calle 5 en Bogotá.
Vista del edificio Bacatá desde la calle 5 en Bogotá.Diego Cuevas

El PAÍS se comunicó con Viviana Vásquez, gerente de proyecto de QC Grupo Inmobiliario, empresa encargada de la administración del edificio. Vásquez dice que QC administra la propiedad horizontal y que no puede responder ninguna de las preguntas sobre el proyecto. “No haremos ninguna observación o declaración adicional sobre el edificio, porque no estamos facultados por ley”.

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Sobre la firma

Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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