Las deudas que deja el Gobierno de Duque frente a la economía del cuidado
Aunque los trabajos de cuidado pueden representar alrededor de 20% del PIB colombiano, el gobierno saliente no avanzó en políticas que reconozcan estas labores, y el gobierno entrante de Gustavo Petro se compromete a transformar esta economía
Mery se acuesta cerca de la medianoche y se levanta antes de que el sol aparezca. Alista su nieta para ir al colegio, deja el almuerzo listo para los miembros de su familia, y sale afanada a tomar el transporte público donde pasa más de dos horas antes de llegar a la casa donde trabaja como empleada doméstica. Su rutina es parecida a la de Ana, su vecina, solo que Ana cuida a su papá enfermo. Ambas se acompañan en largos trayectos en bus. Como Ana y Mery, millones de mujeres en Colombia dedican una gran parte de su tiempo al Trabajo Doméstico y de Cuidado no Remunerado (TDCNR). De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) solo en 2021, las mujeres dedicaron el 77,7% del total de horas anuales a este trabajo mientras que los hombres solo aportaron el 22,3% restante.
Las labores de cuidado hacen referencia a pagar el recibo antes de que se venza y corten la luz; llevar a la abuela a las citas médicas o trasnochar haciendo las tareas de los hijos; actividades que requieren tiempo, no se pagan y recaen principalmente en las mujeres. “Si a todo el trabajador del hogar se le pagara, correspondería al 20% del Producto Interno Bruto”, explicó el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, a EL PAÍS. “Esa brecha es el origen de todas las barreras que enfrentan las mujeres en el mercado laboral”, añadió. El último informe sobre desempleo emitido en mayo pasado por el DANE, destaca que pese a la reducción del 10,6% en el desempleo, la brecha laboral de género se mantuvo por 5,3%, siendo las mujeres las más afectadas con un 14,5 % frente a un 9% para los hombres.
Como medida para contrarrestar esas brechas, en el 2010 se logró un progreso significativo. La Ley 1413 reguló la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales, aunque los avances en su implementación han sido mínimos desde ese momento. El menor avance se dio en los últimos cuatro años, de la administración saliente, según denuncian activistas y organizaciones feministas.
“Este Gobierno no avanzó nada en el Sistema Nacional de Cuidado. Lo que llamó el Gobierno de Iván Duque la Agenda Nacional por el Cuidado, esa política pública, tampoco ha salido”, reclama Angela María Robledo, excongresista, feminista y parte de la Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado, un equipo de organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas y políticas que hacen veeduría de la Ley 1413.
Hasta el pasado lunes, a tan solo dos semanas de dejar el cargo, el Departamento Nacional de Planeación emitió el decreto que crea una Comisión Intersectorial de la Política Nacional de Cuidado, encargada de orientar la implementación de una eventual política pública y la posterior creación del Sistema Nacional de Cuidado. Un paso importante, pero que tomó cuatro años, lo que varias economistas consideran un período clave, más después de que la pandemia que agudizó la feminización de la pobreza en el mundo.
Ana Isabel Arenas, economista feminista, añade otro reto: “Necesitamos una política pública nacional, por supuesto, pero la materilización debe ser en los territorios. Cali, Bogotá, Nariño y Antioquia poco a poco ya están iniciando, pero el nivel nacional que se suponía que era el más avanzado no ha hecho nada”.
Avances que lejos de ser producto de una política nacional, han sido resultado de mesas regionales impulsadas por mujeres feministas que en sus respectivas ciudades han interactuado con instituciones locales para incidir en la inclusión de la economía del cuidado en la política pública de sus regiones.
Un ejemplo es lo que sucedió en Bogotá, donde gracias a un acuerdo al que se llegó en 2019 con la entonces candidata y posterior alcaldesa, Claudia López, se logró instaurar el Sistema Distrital de Cuidado (SIDICU). En las otras ciudades, como Pasto o Cali, el trabajo se ha encaminado a trabajar por incluir este tema en los planes de ordenamiento territorial y consolidar y ampliar las mesas regionales que cuentan con el apoyo de organizaciones internacionales como ONU Mujeres. Sin embargo, Arenas y Robledo insisten en que sin un andamiaje nacional que se exprese en unos lineamientos para la política pública, tales esfuerzos aunque cruciales, se pueden quedar cortos.
No obstante, para Robledo también hay pequeñas victorias que resaltar, como fue posicionar conversaciones alrededor de la economía del cuidado en las propuestas de gobierno de algunos candidatos en las pasadas elecciones. “El tema ha escalado como cuestión política, pero frente al Sistema Nacional de Cuidado en Colombia, yo diría que no hay avances, solo documentos, solo escritorio, pero eso no ha afectado ni tocado la vida de las mujeres en los territorios colombianos”, concluye.
Entre los pendientes de los últimos gobiernos quedó un diagnóstico de la oferta de servicios de cuidado en el país, la convocatoria de sesiones periódicas de la mesa interinstitucional, y el que desde las organizaciones consideran el más importante: un verdadero liderazgo gubernamental para que esa intersectorialidad confluya. En particular ante cifras tan dicientes frente al empobrecimiento de las mujeres en Colombia, cuando el DANE identifica que por cada 100 hombres en condición de pobreza, hay 117 mujeres empobrecidas.
Si bien, reiniciar todo el trabajo relacionado con el Sistema Nacional de Cuidados en cada nueva administración afecta a las mujeres más vulnerables, esta lucha para Robledo tiene una dimensión más amplia: “las feministas concebimos las políticas públicas no solamente como políticas de gobierno, sino políticas que tenga participación de la sociedad civil y la academia”. Además, tiene claro que se abre un escenario favorable a través de Francia Márquez, quien lideraría el Ministerio de la Igualdad donde se supone la economía del cuidado tendrá un lugar especial. Mientras el ministerio logra ser aprobado en el Congreso, las feministas apelan a continuar haciendo pedagogía para redistribuir, reconocer y reducir las labores de cuidado que constituyen el sostén de la vida en sociedad.
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