La irrupción del populista Hernández agita la última semana de campaña en Colombia con Petro en cabeza
Con la victoria del candidato izquierdista asegurada, el enigmático ingeniero se cuela en la batalla electoral para pelearle al conservador Fico Gutiérrez un puesto en la segunda vuelta
Se acabó la eterna campaña electoral colombiana. Hace tantos meses que empezó, que los recuerdos del principio se vuelven borrosos. Los protagonistas que fueron y ya no son, las alianzas que nunca llegaron, los divorcios políticos más escandalosos, las broncas, las denuncias cruzadas. Todo eso forma parte ya de la intrahistoria política del país, con más tintes de material de hemeroteca que de legado para recordar. La foto que sirve es la de ahora. Un puñado de encuestas, las últimas que se conocerán hasta que se cuenten los votos, han dibujado el escenario real. Esta elección, con la primera vuelta el próximo domingo 29 de mayo, hace tiempo que era una batalla entre dos.
El líder de izquierdas, Gustavo Petro, en cabeza de los sondeos, frente al candidato de la derecha, Fico Gutiérrez. Pero como un invitado que se cuela a última hora en la fiesta, el enigmático Rodolfo Hernández, con un tono marcadamente populista, aparece en el horizonte. El ingeniero ha ido sumando apoyos hasta pisar los talones de Gutiérrez y amenaza con una posibilidad difícil, que no remota, de llegar a la segunda vuelta del 19 de junio.
Petro ha dominado la carrera desde el principio, con varios cuerpos de ventaja. Los sondeos le otorgan alrededor del 40% de intención de voto. Los cálculos más optimistas le sitúan en un 45%. Se quedaría en ese caso a cinco puntos de vencer en primera vuelta, algo que antes solo ha conseguido Álvaro Uribe. Esos datos le colocan en la antesala de una victoria en segunda. Aunque también es importante la distancia que le saque al siguiente. Ningún ganador en primera vuelta ha perdido en segunda tras haber sacado una ventaja de dos dígitos, que es la que tiene Petro sobre Fico. En cambio, el segundo en pasar siempre ha ganado al final cuando la diferencia es menor a cinco puntos en primera. En esa diferencia se dirime todo, pero la historia no es una ciencia exacta y, por tanto, en una posible segunda vuelta puede pasar de todo.
Hasta ahora, como gran rival de Petro solo concursaba Fico. El candidato de centro, Sergio Fajardo, entró a la carrera desdibujado por los pleitos entre los moderados y su falta de conexión con la gente. Pronto se quedó atrás. Esta batalla electoral estaba destinada a ser algo entre dos contendientes. Fico ha recibido todo el apoyo del establecimiento clásico, con los empresarios del país a la cabeza. Su propaganda ha inundado hasta las zonas más remotas de Colombia. Su personalidad liviana parecía una carta ganadora frente a la solemnidad de Petro. Gutiérrez pasó de ser muy poco conocido a que ahora lo reconozca casi todo el mundo. Al ganar las primarias de la derecha ascendió de un 5% en intención de voto a un 25%. Se daba por hecho que cuando su popularidad creciese, esos números también irían en aumento. No ha sido así. El candidato ha permanecido estancado en ese primer dato que arrojó. Representar la continuidad del actual Gobierno, que tiene una popularidad muy baja, a pesar de sus esfuerzos por distanciarse del uribismo, está siendo su gran lastre.
Pero en Latinoamérica nunca hay que descartar el factor sorpresa. En las presidenciales peruanas del año pasado ganó en primera vuelta un señor con sombrero y montado a caballo del que apenas nadie había oído hablar en Lima. Estaba fuera del radar de las élites del país. Ese hombre era Pedro Castillo y acabó siendo el presidente. Aunque no son fenómenos equivalentes, a una semana de acudir a las urnas la sombra de Rodolfo Hernández acecha a Fico. Hernández, de 77 años, el candidato más veterano con diferencia, fue un fenómeno local en Bucaramanga, la ciudad de la que fue alcalde por sorpresa en 2016. Ni él mismo se veía ganador, de hecho el día de la votación volaba rumbo a Nueva York para hacerse un chequeo médico. Se había presentado como lo que es, un constructor adinerado, hecho a sí mismo. Abrazó un discurso contra la corrupción y los políticos tradicionales. Sus rivales lo ningunearon. Las encuestas le daban un 4%, pero ganó.
Las últimas encuestas lo sitúan sobre el 20%, a unos pocos puntos de Fico. Hernández ha recorrido el país presentándose como la mejor opción para los pobres, estilete que se disputa con Petro. En un país donde se guardan mucho las apariencias, Hernández es abrupto y malhablado. Tiene fama de violento. Fue suspendido como alcalde por agredir a un concejal de la oposición. No duda en llamar bobos, sinvergüenzas y malparidos a quienes él considere corruptos. Escandaliza, pero queda y le da un aire de autenticidad en un oficio que la gente asimila con la hipocresía. Su madre ayuda a cimentar ese relato. Tiene 96 años y guarda un revólver en casa por si alguien entra a robarle. No quiere que su hijo sea presidente, si eso ocurre asegura que al día siguiente se iría a vivir a Miami.
En algo juega con ventaja, al haber estado lejos de la cabeza sus rivales no se han preocupado mucho en atacarlo. Y Hernández esconde en el armario algunos cadáveres. Uno de sus hijos firmó una comisión de dos millones de dólares con una empresa extranjera que iba a impulsar un revolucionario sistema de tratamiento de basuras en Bucaramanga. El pago está rubricado en un documento firmado ante notario. Ningún otro candidato tiene una acusación tan grave en los juzgados. El asunto está en manos de la Fiscalía.
Petro llegó a pensar en ofrecerle a Hernández que se uniera a su candidatura, hace ya algunos meses, pero descartó esa idea porque estaba convencido de que en el momento de que eso ocurriera la maquinaria judicial se activaría para aplastar las aspiraciones de Hernández y, de paso, arrastrarlo con él. Dicho esto, los asesores de Petro temen más a Hernández en segunda vuelta que a Gutiérrez. Contra el segundo pueden usar la baza del cambio; el otro es un enigma.
La última semana va a estar llena de tensión. En los últimos días cundió el rumor de que podrían suspenderse las elecciones por la supuesta incompetencia del registrador, el encargado de organizarlas. Un abogado interpuso un recurso en su contra para inhabilitarlo, que ha sido rechazado. La Constitución es muy clara al respecto y asegura que deben celebrarse el último domingo de mayo, salvo que ocurra una catástrofe natural. Petro se ha tomado esta amenaza en serio, o al menos ha dicho que se la ha tomado en serio, y ha emplazado a Fajardo y a Hernández a una reunirse el lunes para evitar “un golpe a las elecciones”. “Tienen pensado suspenderlas, tienen pensando suspender los órganos que dirigen el régimen electoral en Colombia”, dijo el candidato de izquierdas. Al dejar fuera de la reunión a Fico insinúa claramente que esas maniobras provienen de su campaña.
Los indecisos tienen la última palabra. Se calculan en un 15%. Estancado Petro alrededor del 40%, con Fico y Hernández en una horquilla de menos de cinco puntos, los que no se han decidido a estas alturas pueden inclinar la balanza. Aquellos que no han terminado de ver la novedad en Petro, un político de toda la vida, los que ven en Rodolfo una tropicalización de Donald Trump y a los que Fico no les parece el candidato moderado que él dice ser. En sus manos está coronar a Petro o decidir su rival para la segunda vuelta.
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