El 60% de los colombianos cree que los jóvenes vivirán peor que sus padres
El 76% reconoce que hay racismo y el 70% admite la desigualdad entre hombres y mujeres. El 60% no tienen problemas con el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero un 43% rechazaría que su hijo o hija se casara con un exguerrillero, según una encuesta de 40dB para EL PAÍS América
Ahora que ya se ve la salida de la pandemia, es hora de medir las consecuencias de dos años inciertos y complejos que marcarán para siempre a quienes han convivido con el virus. Las mascarillas, la distancia social, la muerte. Los colombianos sufrieron como pocos en la región las cuarentenas y los encierros. Quizás por eso la salud física y mental es lo más importante en su vida para el 98% de los ciudadanos, seguido de la familia y las personas que quieres (97%), por encima del dinero, el trabajo o la religión, según una encuesta de 40dB para EL PAÍS América. La pandemia deja, además, un profundo pesimismo en el terreno económico. Los colombianos perciben hoy una sociedad más desigual y un futuro más negro: el 60% de cree que los jóvenes tendrán una situación económica peor que la de sus padres.
La percepción económica pesa considerablemente en las decisiones de los votantes y los colombianos, que el próximo 29 de mayo celebran la primera vuelta de las presidenciales, consideran que su situación es mala. Dos tercios de los consultados (69,3%) cree que la pandemia ha aumentado considerablemente la desigualdad del país; el 62% consideran que la Covid-19 ha afectado negativamente a la economía de su hogar y casi la mitad (48,6%) califican la situación económica de Colombia como de mala o muy mala.
Este descontento puede estar detrás del apoyo mayoritario entre los jóvenes a Gustavo Petro, el candidato de izquierdas y favorito en las encuestas. La campaña durante estas elecciones ha demostrado tener un claro abismo generacional. Buena parte del motor del líder del Pacto Histórico, el candidato que promete medidas económicas más profundas contra la pobreza y la desigualdad, son jóvenes. De acuerdo a una encuesta del Centro Nacional de Consultoría a finales de abril, el 52% de los colombianos de 18 a 25 años apoyan al candidato de izquierda, y también el 41% de los de 26 a 40. Los datos reafirman en parte esa visión pesimista del panorama económico y social. La pobreza en 2021 alcanzó al 39% de los 51 millones de colombianos, frente al 35% prepandemia. En el terreno laboral la situación también es precaria. Seis de cada 10 trabajadores se emplean en el sector informal y el desempleo está en el 12% (comparado con el 10% del 2019).
La percepción de la desigualdad es también interseccional: de clase, de género, de raza, de nacionalidad. El 86% de los colombianos reconoce la desigualdad entre quienes viven en las ciudades y quienes viven en zonas rurales, estas últimas golpeadas no solo por la pandemia sino por el conflicto armado. Es un debate que muchas veces atraviesa la campaña electoral. En un país profundamente centralista, los territorios han sido los eternos olvidados y son varios los candidatos, de derecha a izquierda, que agitan la bandera de las regiones para prometer un cambio.
El 82% de los encuestados también reconoce las desigualdades entre colombianos y los migrantes, a pesar de los esfuerzos del presidente Iván Duque de regularizar la situación de casi dos millones de inmigrantes venezolanos con permisos de trabajo y acceso a la salud. El racismo es reconocido por un 76% de los colombianos y el 70% admite desigualdad entre hombres y mujeres. Pero por encima de todo, el 96% de los ciudadanos reconoce una desigualdad de clase, la profunda brecha entre ricos y pobres.
Ese pesimismo es, paradójicamente, la cara inversa al optimismo que tienen quienes analizan las cifras macro de Colombia. En enero de este año el FMI dijo que Colombia tuvo un “sorprendente” crecimiento en 2021, por encima del 10%, y miraba con optimismo el crecimiento de este año. En la última encuesta con empresarios de la ANDI (Asociación Nacional de Empresarios de Colombia), el 80,6% de estos consideran que la situación económica es favorable. “No hay empresa que hoy no diga que las cosas están bien”, dijo a El PAÍS el profesor de Economía de la Universidad Javeriana Jorge Restrepo. Pero entre la percepción de los empresarios y la de la mayoría de los colombianos hay un enorme abismo.
Los colombianos reconocen abrumadoramente las desigualdades de clase, raza o género, y si se les pregunta si considerarían un problema que sus propios hijos se casaran con alguien del mismo sexo, o de una clase o raza distinta, las respuestas son más o menos acordes. Más del 50% de los encuestados no considerarían un problema grave que estos se casaran con alguien más pobre, más rico, migrante o del mismo sexo. El 60% no tienen problemas con el matrimonio entre dos hombres o dos mujeres, legal en Colombia desde el 2016. Pero, los colombianos sí están divididos frente a un posible matrimonio de sus hijos con un antiguo militante de un grupo armado. El 43% de los encuestados lo consideran un problema frente a un 48% que no.
Colombia tiene una larga historia de hombres y mujeres que dejaron las armas. El resultado de esta respuesta es un reflejo más de lo polarizada que está la sociedad frente al proceso de paz. En 2016, el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018) logró un acuerdo de paz con la antigua guerrilla de las FARC en el que se desmovilizaron unas 13.000 personas. En el Gobierno del expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) se desmovilizaron unos 30.000 paramilitares en un proceso llamado Justicia y Paz. Y miles más se desmovilizaron individualmente durante las dos presidencias. La encuesta parece indicar que buena parte de los colombianos aún no están dispuestos a recibir a estos excombatientes en sus familias.
Católicos pero liberales
Colombia se mantiene como un país mayoritariamente católico. El 56% de los encuestados se identifican con esa religión y un 11,5% como protestantes. Pero estas creencias no han frenado el respaldo a posiciones más liberales frente a temas como el aborto o la eutanasia. De acuerdo a la encuesta, el 60,9% de los ciudadanos considera que sí debe permitirse que los médicos ayuden a morir a una persona con una enfermedad incurable que así lo desee.
La eutanasia está despenalizada en Colombia desde 1997 por un fallo de la Corte Constitucional y en 2015 fue reglamentada. Desde entonces y hasta enero del 2022, unas 157 personas habían optado por esta opción para morir dignamente. Recientemente el debate escaló al preguntarse si los médicos pueden ayudar a morir a una persona que tenga una enfermedad sin ser un paciente terminal. La Iglesia de opuso de forma tajante al caso de Martha Sepúlveda, una mujer de 51 años que no estaba a punto de morir pero que padecía esclerosis lateral amiotrófica. El procedimiento, después varios laberintos jurídicos, se realizó. De acuerdo a la encuesta, parece que la mayoría de los colombianos estarían a favor de Sepúlveda.
El aborto es otro de los temas en los que la Iglesia ha estado activamente haciendo campaña en contra, y los colombianos siguen divididos en tres bloques. Un 31,5% apoya que una mujer pueda decidir libremente interrumpir un embarazo, sin supuestos que condicionen su decisión. Esto va acorde a lo que decidió la Corte Constitucional en febrero cuando despenalizó el aborto en todos los casos hasta la semana 24.
El aborto estaba despenalizado en Colombia desde el 2006 en solo tres causales: violación, malformación del feto incompatible con la vida, o riesgo para la salud física o mental de la mujer. Un 52,7% de los encuestados dice estar a favor del aborto “bajo algunos supuestos”. Es decir, un poco más de la mitad de los colombianos aún no considera que esta debe ser una decisión completamente libre de las mujeres. Los que se oponen en cualquier caso, sin embargo, están en minoría: solo un 15,8% dice estar radicalmente en contra del aborto.
El feminismo arroja resultados también ambiguos. Más del 73,1% de los colombianos dicen no tener posiciones ultra-conservadoras frente a las mujeres: les parece bien que ellas salgan sin su pareja, que sean las que más dinero aportan al hogar, que trabajen tiempo completo teniendo hijos menores. Están abiertamente a favor de la igualdad de género, al menos en lo laboral, pero si se les pregunta si se identifican como feministas, solo un 31,1% responde afirmativamente. Un 29,7 dice no identificarse como tal y un 30,7% ni una cosa ni la otra. Si el feminismo es la lucha por la igualdad de las mujeres, la mayoría de los colombianos aún no interpreta este término con el fin de la desigualdad.
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